Defender la salud mental, exigir dignidad

Hoy vuelve a las calles de Córdoba la festiva Marcha por el Derecho a la Salud Mental. La consigna de este año "Tenemos Ley, exigimos dignidad", vehiculiza el histórico reclamo por la plena implementación de la Ley Nacional de Salud Mental (26.657). Esta 8va edición coincide con la visita en Córdoba del Consejo Consultivo Honorario de Salud Mental y Adicciones de la Nación, lo cual, como vemos, no es casualidad ante un contexto de continua vulneración de derechos en términos de salud mental integral en la provincia.

La Marcha por el Derecho a la Salud Mental (MDSM) se realiza desde el año 2014 en Córdoba. Año tras año ha sumado mayor popularidad, así como solidez en cuanto al colectivo que la organiza, donde confluyen usuaries de servicios de salud mental, trabajadores del sector, familiares, estudiantes, organizaciones sociales, políticas, gremiales, de derechos humanos y ciudadanos en general. Este año, producto de la constancia y el trabajo colectivo, afirman haber madurado su posición, auto percibiéndose como un "movimiento  social con base local, que además articula con organizaciones y redes similares en el país y la región latinoamericana".

El año pasado, la movilización debió adaptarse al formato virtual debido al contexto pandémico, relegándose en gran medida lo callejero. Para un colectivo que consignó "La salud mental está en las calles" en la ocasión de la sexta edición del 2018, no ocupar las calles masivamente no es algo que pase desapercibido: “militamos la cercanía y la proximidad subjetiva y afectiva que es nuestra principal apuesta política...” expresan en este sentido desde el colectivo organizador y agregan “en consonancia con la perspectiva de salud y derechos, las prácticas de cuidados colectivos estarán presentes durante toda la concentración”, que será desde las 17:30 horas en Colón y Cañada.

La dignidad, mucho más que una consigna

Las consignas de las movilizaciones se formulan en pos de visibilizar un reclamo que se nuclea en frases significativas y que puedan reflejar un escenario puntual, en este caso la situación de la salud mental. Este año, la consigna es: "Tenemos Ley, exigimos dignidad". Lo primero en alusión a las leyes de salud mental (provincial y nacional); lo segundo se lo preguntamos a Martín Passini, integrante del colectivo organizador de la Marcha por el Derecho a Salud Mental y trabajador de Apadim:

"Por todas las discusiones que se han dado este año, sobre qué significa decir que exigimos dignidad, básicamente representa la aplicación de la Ley Nacional de Salud Mental (LNSM). Una ley que garantiza derechos y está atravesada por una perspectiva de Derechos Humanos, como herramienta jurídica, de lucha política y social, a favor de la dignidad de las personas y la dignidad en términos colectivos. Tiene que ver con eso. Hablamos del respeto hacia las personas usuarias, de una perspectiva integral en salud mental, de no cosificación de los cuerpos, de no patologización de las emociones, de fortalecimiento comunitario".

Córdoba y la batalla por la digna salud mental

Este año, la 8va edición de la MDSM coincide con la visita a la ciudad de Córdoba del Consejo Consultivo Honorario de Salud Mental y Adicciones de la Nación (CCSMyA) aunque también, sobre la hora, las organizaciones se enteraron sobre la presencia de Silvia Bentolila, la nueva directora de Salud Mental y Adicciones de la Nación. El CCSMyA es un organismo que funciona para elaborar propuestas que contemplen las problemáticas y particularidades de distintos sectores. En consonancia con la perspectiva integral de la LNSM, el Consejo nuclea diversos agentes, no sólo profesionales e institucionales, sino también organizaciones de usuarios y la sociedad civil. De hecho, este año se encuentra presidido por María Morillo, presidenta de la organización de usuaries Confluir (Usuarixs en Acción por el Derecho a la Salud Mental). Además, es la primera vez que el Consejo sesionará (durante hoy y mañana) afuera de Buenos Aires, por ende la primera vez en Córdoba, lo cual como veremos no es casual según lo que comparte Passini en diálogo con Enfant Terrible.

"Hace tiempo, tanto en 2019, 2020 y este año, el CCSMyA ha emitido declaraciones de interés sobre las distintas ediciones de la Marcha. A la vez, por ejemplo con el blanqueamiento de las paredes del Hospital Neuropsiquiátrico, ha expresado su preocupación y emitido declaraciones formales pidiendo explicación de por qué se ha hecho eso. El año pasado, cuando fue el primer blanqueamiento, se hizo el relevamiento de varias cosas y publicaron un documento, lo mismo este año. Esto también es por la participación de las consejeras y el trabajo de las organizaciones".

Desde el año 2007, cuando el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) realizó el informe "Vidas Arrasadas", inició a un ciclo de organización para revertir el escenario de vulneración de derechos que ocurría en las instituciones psiquiátricas, conformándose en Córdoba la Mesa de Trabajo Permanente de Salud Mental y Derechos Humanos, partícipe responsable de elaborar la Ley Provincial de Salud Mental (9.848) finalmente sancionada en 2010 con algunas modificaciones. Diez años después, esta tradición de lucha no ha cesado, porque tampoco cesaron las vulneraciones en las instituciones, responsabilidad gubernamental que "tiene que ver con un doble discurso que ha sostenido y sigue sosteniendo el gobierno de la provincia en materia de salud mental", opina en este sentido Passini.

El 2020 fue un año crítico para nuestro país, con la llegada de la pandemia y las sucesivas medidas gubernamentales implementadas para afrontarla. Esto tuvo impactos en la salud mental colectiva, tanto en términos de padecimiento, como en políticas públicas, ya que la centralidad del virus hizo que la atención sanitaria apuntase exclusivamente a lo biológico y la enfermedad del coronavirus. Desde entonces, pareciera que en Córdoba esa situación crítica no tendiese a revertirse, producto a su vez de la histórica relegación de la salud mental integral e integrada a la comunidad, según repasamos con Martín:

"Cuando decimos salud mental y pandemia podemos llegar a distintos lados. Por un lado, la situación de las personas usuarias del sistema de atención de salud mental, que el año pasado fue un retroceso tremendo. Cerraron todos los talleres artísticos y se limitó la atención a las guardas y la internación, la segregación, la falta de contacto de las personas internadas con familias y el suministro de psicofármacos. Hubo un movimiento compulsivo de usuarios de un hospital a otro. Este año no volvieron los espacios artísticos y diría que continúa el recorte de toda la perspectiva integral de la atención el salud mental, no sólo presupuestario".

"Se sigue medicalizando cada vez más, no se ponen recursos, no hay despliegue de la atención pública de salud mental en la comunidad".

De hecho, fue en plena pandemia y 'Fase 1' de aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) cuando el ministro de Salud de la provincia, Diego Cardozo, ordenó tapar las intervenciones artísticas (y terapéuticas) que coloreaban los muros del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial ubicado en B° Juniors. Una pequeña muestra de "compromiso" de la gestión oficialista con la salud mental.

A la vez, continúa compartiendo Martín: "se dieron estos discursos mediáticos sobre "la pandemia de las enfermedades mentales", casi como un latiguillo de la oposición política a las medidas sanitarias del Gobierno Nacional, patologizando todas las situaciones, emociones, al duelo, el dolor y lo que como sociedad pasamos y seguimos pasando. Pensando la pandemia como un tiempo de anormalidad que afecta a las personas, cuando en realidad, estemos o no estemos en pandemia, la situación económica, lo cultural, la política, todo afecta en el plano de la salud mental. Entonces ahora, como estamos en otra situación, esos discursos dejan de estar presentes y volvemos a los discursos más tradicionales de ataques a la Ley".

Batallar, en las calles y en los medios

Como todos los años, los medios de comunicación hegemónicos -pertenecientes a los grupos concentrados de nuestro país- llevan a cabo ataques mediáticos contra la LNSM, promoviendo la desinformación sobre las propuestas de la normativa, como la creación de mecanismos sustitutivos de atención al manicomio, ya que este último imposibilita el vínculo con la comunidad, dificultado la sostenibilidad del trabajo, los proyectos de vida y separa a las personas de sus entornos afectivos más cercanos. Este proceso de progresiva sustitución se conoce por 'desmanicomialización'.

Esta disputa en términos mediáticos, que apuntan a la construcción de sentidos sobre la salud mental, lleva a preguntarse: Si un amplio colectivo de organizaciones pelea por la 'dignidad' en los términos que propone la MDSM, entonces ¿por qué pelean los sectores opositores? Sobre esto Martín comenta:

"Lo que sostienen son privilegios, que son para pocos y tiene que ver con una hegemonía epistemológica, pero también intereses económicos".

"La hegemonía médico-psiquiátrica del campo de la salud mental -continúa Martín- es defendida no por los médicos psiquiatras en general, sino, por sectores de ese gremio que son propietarios de clínicas privadas, algunas muy grandes, y tienen intereses para que poder sostener negocios asociados al acceso a la salud".

No hay movimientos sin tensiones

La creciente lucha por la desmanicomialización se reproduce no sólo en Córdoba y Argentina, sino también en Latinoamérica y el mundo entero. Si bien la MDSM sucede una vez al año, la lucha por la transformación del modelo manicomial se sostiene los 365 días, traspolándose a distintos ámbitos de la vida a través de múltiples modalidades: "Durante el año hay un montón de organizaciones que trabajan en distintos planos, desde la más específica en la transformación del sistema de atención, otras planteando la transformación cultural y las representaciones sociales; otro en el plano jurídico para que se respeten los derechos de las personas usuarias, su personalidad y su capacidad jurídica para la toma de decisiones, otras que hacen trabajos jurídicos y litigios en los propios centros monovalentes", continúa explicando Martín.

A su vez, lo central de este movimiento apunta a que las personas con discapacidad psicosocial y usuarias de los servicios: "sean quienes cada vez más se expresen por sí mismas en cuanto a sus vidas como también públicamente en esta lucha. Esto genera un movimiento muy interesante a nivel comunicacional y político, pero también muchas barreras para que las personas se expresen, mientras que los sectores que mantienen los ataques a la ley tiene sus voceros articulados de otra manera. Centralizan las voces, ejercen el poder de la representación médica como poseedora del saber para poder emitir estos discursos y hacen uso de eso, llegan con mucha facilidad a los medios nacionales, se articulan con grupos antiderechos, con la oposición política, entonces son funcionales y tienen más posibilidad de acceder e incidir en la opinión pública y el sentido común".

La festividad nacida del dolor

Así describe Martín al 'sello distintivo' de la MDSM, ya que si bien nace como respuesta política y social ante la vulneración de derechos, las expresiones combativas figuran a través del arte, la alegría, los colores. Lo que dice, lo dice "con una multiplicidad de lenguajes que no pasan sólo por el lenguaje verbal y de esa manera permite y favorece la expresión de muchas más personas que no necesariamente se expresan con facilidad esta manera verbal".

De hecho, este año el afiche de la Marcha que cada año se elabora, ya no estuvo centralizado en una comisión de comunicación, sino que se realizó una invitación a elaborar un afiche colectivo donde los distintos espacios, grupos u organizaciones, pudieron producir su versión de esta 8va edición, que año a año siempre trae nuevas propuestas para participar desde estas modalidades creativas.

Fotos: Colectivo de la Marcha por el Derecho a la Salud Mental de Córdoba.

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