“Cuando llegué, estuve viviendo en Buenos Aires, pero la idiosincrasia de la gente de la Capital me pareció demasiado chocante. Yo soy un muchacho de Belo Horizonte, que geográficamente es muy parecido a Córdoba porque allí nos encontramos en el centro, como acá”.

Arrancó en la calle (ritual en el que aún perdura) y se le fueron acercando personajes locales que le ofrecieron tocar. Así comenzó a conocer músicos de la ciudad, girando por lugares como Club Paraguay o Casa Babylon, hasta llegar a Cosquín Rock.

Su vínculo con el rock nacional nació incluso antes de llegar al país, pero reconoce que estando acá lo volvió loco. “El rock nacional me voló la peluca. A Charly lo empecé a escuchar en Belo Horizonte y cuando llegué a Buenos Aires, dije ‘wow…'”, recuerda.

Además, recuerda cómo se sintió cuando escuchó a Luis Alberto Spinetta, a Pappo o a Sumo: “Es muy complicado para el sudamericano agarrar una guitarra eléctrica y ser original en ese instrumento. Hoy en día es una música mundial, pero no nos podemos olvidar de dónde salió. Es muy difícil para los sudacas, muy pocos lo han logrado. Cuando vi a Charly dándonos clase, pensé: 'Es posible ser estrella de rock en Sudamérica, ¡madre!'. Se me voló la peluca de acá hasta la China”.

Fotos: Juan Cristian Castro