Memorias que agitan Vientos del Sur

Villa El Libertador es uno de los barrios más grandes de la ciudad. El corso que alberga sus calles hace 19 años lo protagoniza una de las murgas con más integrantes de Córdoba. Pero no sólo los tamaños se destacan en la zona sur, también las historias, entre el territorio y la identidad, un Centro Cultural y una murga, Vientos del Sur.
Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

El primer festejo oficial del “Carnaval Popular Zona Sur” se hizo hace 19 años (en 2003) y siempre Villa El Libertador ha sido su sede. Además, si puede decirse de esta manera, “la sede de la sede” del corso es un centro cultural, un espacio popular, comunitario, autogestivo, cargado de mucha historia, pero sobre todo de memoria. Aquí se preparan lxs anfitrionxs de la fiesta, la murga verde y naranja Vientos del Sur, a sólo una cuadra de la plaza principal del barrio.

En medio de la vorágine organizativa está Miguel Gerez, quien integra la murga y activa en el centro, es uno de los adultos responsables de que todo salga bien en el carnaval, tiene mucho para contar pero poco tiempo.

A pesar del apuro, Miguel accede a compartir: “el carnaval popular de zona sur ha ido creciendo hasta alcanzar un rol protagónico muy importante en la agenda cultural del mismo barrio. Cuando uno se cruza con algún vecino por la calle, que por ahí no tiene nada que ver con el Centro Cultural o no está en la murga ni nada, te pregunta cuándo va a ser el carnaval, cuándo va a ser la quema del Momo; osea, se ha logrado meter en lo más profundo de las costumbres de nuestro barrio y para nosotros es súper importante porque nos excede como institución organizadora y sabemos que en algún momento, si por alguna razón extraña el Centro Cultural no organizara el carnaval, seguramente el barrio se organizaría por sí mismo y lo garantizaría”.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

Unas 20mil personas asisten al corso, que son entretenidas por al menos 1.300 artistas de 22 agrupaciones diferentes. A medida que lxs vecinxs se apropiaron del festival, el evento creció por sí solo. El sentido comunitario del barrio está a la vista y el carnaval lo condensa a su manera. “Esto es fruto del trabajo mancomunado con las otras organizaciones artísticas del barrio y otras organizaciones como movimientos sociales, escuelas, parroquia, centro vecinal y concejos barriales que en la ciudad de Córdoba funcionan hace un tiempo bastante largo”, describe Miguel.

Por otro lado, en una visión más general, Gerez destaca la articulación con el Estado, “como garante de algunas políticas públicas necesarias para el festejo del carnaval, en el caso de la Municipalidad de Córdoba con la Ordenanza 12.500 de 'Festejos Comunitarios de Carnaval', donde está en un marco legal que protege a la agrupación que organiza, a quienes asisten y sumado a algunas cuestiones básicas como contar con servicios de emergencias, seguridad, etcétera”.

El límite es el cielo, señor

Afuera del Centro Cultural de Villa El Libertador y bajo el sol caluroso de la siesta se encuentra el Momo, que si no se tratase del mismísimo rey del carnaval, podría ser un murguero más esperando su turno para que le pinten la cara. A su lado, Agustín, vecino y amigo del barrio, parece su guardián, esperando el momento de trasladarlo hasta la largada del corso. “Se hizo en unos 5 meses más o menos, cada cuál fue llegándose y le fue agregando cosas. Es muy grande ¿no? Estaba guardado adentro del centro cultural separado en tres partes”, cuenta.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

Adentro del centro comunitario, al menos 100 personas de todas las edades, aunque en su mayoría jóvenes y niñxs, hacen tres filas distintas para pintarse la cara: blanco en la base, verde y naranja los detalles. Ningún problema para sacar fotos, “la gente está acostumbrada” dice Lula, una de las murgueras que está pintando.

Este 2023 el espacio cumple 50 años. El punto de inicio es a principios de los 70's, cuando un grupo de cinco jóvenes artistas llegan al barrio para conformar el Grupo Teatro Uno, un conjunto teatral que luego amplió la cantidad de propuestas artísticas con la gente del barrio, para la gente del barrio y desde la gente del barrio, que terminó por mudarse al territorio, buscar un terreno y hacer actividades de financiación para construir el espacio físico que termina por fundarse en el año 1973.

Pero a los pocos años, entrado el gobierno de facto y la dictadura cívico-eclesiástico-militar, todo tipo de actividades en el centro fueron prohibidas. El techo del lugar fue destruido, un mensaje amenazador que se reforzó con la desaparición de Jorge Romero, Mirta C. Britos y Oscar Ruarte, quienes están siendo buscados hasta el día de hoy. Durante esos años, el techo del centro pasó a ser el cielo y las estrellas su compañía, la destrucción del lugar no significó su olvido.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

Carlos Torres es vecino del barrio y es el más longevo de Vientos del Sur, pero en su actitud no se nota. Va por el corso arrojando papel picado y saludando a los niños, entregándoles caramelos e incitándoles al festejo. Camina al frente, sonriente, picaresco, con su adultez se burla de la juventud. Carlos también formó parte de Teatro Uno como alumno de Mirta Britos y Oscar Ruarte, quienes son madre y padre de Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos, la primera nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo. Torres describió los años del teatro como “gloriosos, de emoción, de participación”.

“Cuando vino el momento del golpe, me recuerdo en la tristeza de verme solo en el espacio, escuchando a la Negra Sosa y los Quilapayún. Después, con el regreso de la democracia nos costó recuperar el lugar porque había una persona que se lo apropió. Tuvo distintas etapas importantes, cuando se hizo el primer techo con los fundadores y luego, cuando se retomó el espacio, hubo que reconstruirlo”, contó.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

Con la caída del régimen y el regreso de un gobierno democrático también comenzó un nuevo ciclo en el barrio, con una serie de intentos de recuperar el centro, siendo recién a comienzos de los 2.000 cuando adquirió personería jurídica como Asociación Civil. Todo este camino para Carlos significa “identidad, luchar para poder hacer y disfrutar cultura”.

“También es un sinónimo de lucha y alegría a la vez, porque en los comienzos era por el agua, actualmente son las otras necesidades de los vecinos, pero siempre con el ánimo a pesar de no contar con recursos por parte del Estado, terminamos haciendo un evento tan multitudinario donde terminan desfilando mil cien personas de diferentes agrupaciones por las calles del barrio”.

Para Carlos, lo transversal a la lucha es la identidad y eso atraviesa desde la educación hasta la alimentación, por eso destaca las ollas populares que hicieron en el Centro durante la pandemia. También, como todos, tiene mucho para contar pero poco tiempo, lo toman de la mano para seguir bailando y celebrando la fiesta popular.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

La murga que te parió

Como una síntesis de la historia, la memoria y la lucha, surge Vientos del Sur, que hoy cuenta con 120 integrantes, títeres gigantes, cinco banderas, malabares con fuego, vientos, percusión, baile para niños y jóvenes, abarcando edades desde los más chicos que tienen desde 3/4 años hasta personas de 70. Fue luego de un contexto de crisis post 2001, cuando la rivalidad típica entre barriadas estaba a flor de piel y nació la propuesta de tender otros lazos, junto con distintos procesos de recuperación de la identidad. En su momento albergó a distintos barrios como Comercial, Villa El Libertador, Posta de Vargas, Santa Rosa, Ampliación Cabildo, que a su vez fueron creciendo y conformando sus propios espacios.

Foto: Lautaro Palacios/Enfant Terrible

Así como algunos vieron nacer la murga, otros fueron paridos por ella. Es el caso de Alan Mansilla, uno de los más jóvenes del elenco, con quien surge una conversación muy sintética que refleja la vitalidad mutua entre un espacio personal, que es a la vez colectivo:

-Vos sos uno de los más jóvenes de la murga, ¿No?
-Si, y de los que hace más está organizando el corso
-¿Hace cuánto estás?
-Hace 17 años
-¿Y cuántos años tenés?
-18

Casi psicólogo de la Universidad Nacional de Córdoba. Escribo y reniego. A veces hago fotos pero, no soy fotógrafo.

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