Veeyam, el productor under de la industria nacional
Previo a la presentación de Kamada el próximo viernes a las 20h en Sala Formosa, Enfant entrevistó al productor y guitarrista, Veeyam. Conversamos sobre la producción, la industria y el movimiento del hip hop y el rock dentro de la cultura argentina.
El productor musical es una especie de brujo o científico que mezcla de manera fina todo lo necesario para la maquetación final, en este caso, de un álbum. Los tipos de productores no tienen que ver tanto con el género en sí, o no solo con él, sino también con los intereses económicos que se negocian con la disquera para la que trabajan o están a cargo.
Las disputas legales respecto a la autoría de la composición, distribución, promoción y recaudación que puede dejar el lanzamiento de un álbum, fue mutando junto con el avance tecnológico, económico y cultural desde mediados de los años 70’s en adelante. En aquel entonces los acuerdos eran más “directos” y no estaban tercerizados, aunque la diferencia de ganancias entre sello-artista era abismal, quedándose el 85% el sello y el 15% restante la banda o cantante.
Durante los años 90 y, con ello, la llegada de la World Wide Web, las disqueras entraron en crisis debido a la distribución ilegal de música en plataformas de libre acceso —las denominadas “P2P”—, como Napster, lo que representó una caída del 75% de los ingresos ante la escasa demanda de discos físicos.
Ante esto, la estrategia que encontraron los sellos discográficos desde principios de los años 2000 fue aliarse con plataformas On Demand como Youtube, Spotify, Soundcloud e ITunes. Lograron un trato para quedarse con la totalidad de los derechos de la obra, incluyendo los ingresos de las entradas de los recitales y los álbumes vendidos. De esta manera, las disqueras se quedarían con el 70% de los ingresos, las plataformas con el 20% y el resto se repartiría entre productores, artistas, editores, managers, etc.
El artista, muchas veces por desconocimiento, firma un acuerdo que es un pagaré según la extensión del contrato. Donde él mismo queda pegado a una deuda que va resarciendo con lo que recauda de las giras, los lanzamientos (que son por plazo de tiempo), el merchandising (que lanza por dentro de la marca o por cuenta propia), y el contenido que pueda generar por fuera del sello.
Estos datos sugieren que la industria musical, con su extensa red de difusión de medios, es un negocio por demás lucrativo, a expensas del artista. Un ejemplo de ello es el informe sobre música latina de fin de año de la Recording Industry Association of America (RIAA). Allí se observó que los ingresos totales aumentaron de 1.100 millones de dólaresen 2022 a 1.400 millones en 2023. La cuota de música latina en el mercado general subió de 7,3% en 2021 a 7,9% en 2023 . De esto, se estima que el 98% de ingresos (1.300 millones de dólares) provienen de plataformas online, como las ya mencionadas.
Sin embargo, mientras la industria produce, empaqueta y distribuye hits en masa, como si de una cadena de comida rápida se tratase, por otro lado hay una camada de artistas y productores que, aún esperando poder vivir de lo que producen, pretenden transmitir los valores que la cultura del hip hop y el rock les legaron.
“Me considero un artesano porque es alguien que con sus manos logra una alquimia. De tener diferentes ingredientes y transformar eso en algo bello, por darle una definición. Muchas veces con la guitarra o con el sintetizador intenté hacerlo. El artista no es solo el que lleva el nombre de la canción, sino el resto no sé que estamos haciendo”, comenta el productor y beatmaker Veeyam.
Fotografía por: Arian Valentín (@arianchito)/ Veeyam en el estudio
“No reniego, riego info”
Veeyam entiende el “gaming” y de igual forma decide apostar por la producción artesanal. Sabe lo que le gusta a las masas y podría hacerlo también, pero hay algo en él que lo empuja a cuidar los valores que se transmiten más allá de las ganancias de la industria. Protege a los “suyos” como éstos de él. Hijo de la “vieja escuela”, heredó lo analógico del rock y aprendió que en el hip hop, él mismo podía armar su laboratorio, sin necesidad de algo más que una consola y una computadora.
“Creo que viene directamente del amor a la música, del amor a escuchar música y el entrar un poco más en la obra. Siempre me pasó, hasta el día de hoy. En ese análisis uno empieza a conocer. Yo sin un propósito de por sí, comencé a prestar atención a los sonidos, onda: ‘este tambor suena de tal manera’. Ese es el inicio de la producción, conocer más allá de la obra. Hay que escuchar a los grandes maestros. Fue llevarlo de manera innata sin querer queriendo”, reflexiona el productor.
Su acercamiento y pasaje del rock al hip hop, es parecido al de Rick Rubín, -salvando distancias y culturas-. Ambos se encontraron con un universo amplísimo donde no era ya una banda, sino un Dj realizando breaks para mover a los B-Boying; al mismo tiempo que grafiteros pintaban paredes; el MC animaba y como quien dice, “bajaba línea”, contando lo que sucedía en los barrios bajos del Bronx o del Gran Buenos Aires. Todo ese multiverso para un productor puede significar un patio de juegos.
“Yo desde mi interior trato de despojarme de eso de que a los raperos se los define como ‘raperos’ y después tenés a los ‘cantantes’. Yo trato de no diferenciar porque el rapero es un artista que pone la voz en el micrófono y muchas veces está cantando y otras veces los rockeros también rapean”, cuenta Veeyam.
La sencillez para comunicar, en parte su trayectoria, y en parte la historia del hip hop, tiene tanto que ver con su faceta como ex conductor del programa DAMN! junto a Pluzito y Tata, como con formar parte de la historia del rap en Argentina. Siendo el rap un producto comercializable a todo el mundo. De igual forma, su inversión al producto bruto interno de artistas del under, lo mantiene en ese intersticio entre el anonimato y el estrellato.
“Parte del amor hacia la música. Trato de devolverle en pequeñas partes todo lo que me dio y lo que me genera escuchar una buena canción. Creo que es importante eso, darle buen alimento a la canción. Que no sea una canción que se apresura, que no tiene espíritu, que no tiene vida, que sea un ‘vaya y pase’, que sea hambre de hoy pero al otro día ya te olvidaste. Olvidémonos de los sonidos que estan de moda, tracks de referencia, olvidémonos de todo eso: ¿Qué es lo que queres decir? ¿Qué canción querés crear?”, reflexiona Veeyam.
Fotografía: Gaspar Bochaka (@gaspar.bochaka)/ Kelo y Saje (Kamada) en Club Paraguay
“Están haciendo money en una sitcom”
La producción musical dentro de la industria es un vaivén entre: el mito construido alrededor de los pocos llegan al mainstream por “talento innato” y quienes llevan un proyecto independiente con trabajos poco remunerados dentro de la informalidad, para poder costear la maquetación y ulterior lanzamiento del álbum.
Esto para el investigador del Conicet, Guillermo Quina, tiene que ver con la cultura del “emprendurismo”, que lleva a los artistas independientes a la carga simbólica del trabajo artístico creativo, el cual -aún cuando se realiza en condiciones de inestabilidad, precariedad y mal pago-, representa para quien lo hace “una oportunidad de libre expresión incluso con un dejo de romanticismo en relación con el lugar imaginario del artista que lo compensa”.
De esta manera el artista queda inmerso en la disyuntiva entre resistir a los embates de la explotación laboral para sustentar su propia producción, y la mercantilización en masa de canciones “pegadas”. “Lo sé, lo sé, es grosero que no se nos dé el consuelo de dos sueldos de seis ceros pero bueno espero zen”, canta Kelo de Kamada en Sitcom.
En esas trifulcas, Veeyam busca reflotar otros modos de producir y comercializar la música, más artesanalmente. Quizás con la pretensión de transmitir los principios del hip hop y del Thug Life.
“A los chicos les tengo principalmente un respeto y una admiración total. Son dos poetas de este siglo que corremos, muy únicos, especiales, de esos que no se encuentran y que tienen un carácter y una identidad extremadamente marcada, te diría que como muy pocos artistas dentro del rap nacional. Con un público muy fiel a lo que siempre vinieron haciendo, que los quieren mucho, como si te dijera: un ecosistema íntegro”, destaca el productor de Plagas.
Fotografía: Gaspar Bochaka/ Kelo (Kamada) en Club Paraguay
La guitarra y el hip hop como bandera
La búsqueda y la inquietud de lo que la música tiene para comunicar como política de la vida cotidiana, es una lectura que Veeyam supo interpretar dentro del amplio espectro que el rock y el hip hop tienen, más allá de ser géneros musicales de altísimo rendimiento para la industria, que supo transformar a estos movimientos en una estética simplista.
Así, por ejemplo, el hip hop como movimiento de masas que promueve la transformación cultural, es similar a lo que DeSousa Santos, propone como cultura, al decir: “tiene que ver, ante todo, con la arquitectura cognitiva y con la estructura de la sensibilidad de los humanos”. Es decir, la manera en que construimos el sentido de lo que somos y de lo que nos vincula.
En la herencia del propio movimiento, el hip hop resguarda, justamente, la transmisión de la experiencia como conocimiento válido; el cuidado de los afectos al generar sentido de pertenencia y comunidad, y el arte como posibilidad sublimatoria para problemáticas como la violencia policial, el racismo, la desigualdad de género, entre otros.
“Uno confía en lo que trae, en su camino, en su visión, en lo que el corazón dicta. Estar en paz con eso es muy difícil y es todo un trabajo que nos puede tocar a cualquiera de nosotros tener que hacerlo y siento que esa es mi verdad dentro del hip hop. Siento que tiene mucho de eso, de enorgullecerse de lo que sos y tratar con mucha dignidad, enaltecerlo y sacarlo adelante. Seas un beatmaker, un rapero, un productor, un B-Boy, un Dj, cualquiera de sus ramificaciones. Sacarla adelante, mostrarla y regarla con ese calor, ese cariño, ese amor y que todos los días tengas flores más bellas, por así decirlo”, concluye Veeyam.
Fotografía de portada por: Arian Valentín/ Veeyam y Julo (baterista de Kamada) en el estudio
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Con aval de Milei, las FF.AA firmaron un acuerdo militar para que las tropas yanquis realicen entrenamientos en la Patagonia y Tierra del Fuego, lo que consolida la presencia extranjera del principal socio de Gran Bretaña en el sur de la patria. Enfant dialogó con Leonardo Del Grosso, periodista neuquino e integrante de la Multisectorial Contra la Base Yanqui en Neuquén.
Ayer se cumplió la 50° Ronda de los miércoles. Casi un año desde que las y los jubilados comenzaron a reunirse en la Plaza San Martín. Lo que en un principio fue el encuentro por el descontento de los recortes previsionales, terminó por aunar a casi gran parte de la población afectada por las políticas de ajuste del Gobierno Nacional.
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