Pensar el rock desde Cosquín: lucro, política y música en Córdoba for export

Entre el 18 y 19 de febrero tendrá lugar una nueva edición del festival Cosquín Rock. Su importancia en las últimas dos décadas es innegable y nunca está exenta de polémica. Invitamos a pensar el rock como una expresión cultural compleja, que moviliza emociones, arte, simbolismo, que expone el machismo, que interpela otras músicas, que también es negocio, lucro y cómo no, también es política.

“Me vine a ver un recital de rock and roll del país
Y miren toda la cacona que juntaron aquí
Será que pueden calentarnos el pavito aún más para gastarlo”
.

Mariposa Pontiac - Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

Foto: Cosquín Rock

El origen del festival 

Miguel Grimberg empieza el 4° prólogo de su libro Como vino la mano afirmando: “Algunos creen que el rock es “para siempre”, una ronda interminable del tipo legendario. Otros consideran que el rock “ya fue”, quemó todos sus cartuchos y se diluye en el tiempo. Pero lo que más importa no pasa por los vaticinios. Pues más allá de los estilos derivados de este género (…) y de las teorías que puedan fabricarse al respecto, en el alma de varias generaciones vibra un concierto supremo, inalterable: el rock nos hizo y nos hace bien”. Desde este punto de partida me interesa pensar el rock desde el Cosquín Rock, quizás su festival más importante en Argentina. 

Ya desde su nacimiento hay algo especial en el Cosquín Rock: realizo su primera edición en el año 2001. El año en el que se separó Patricio Rey y estalló la movilización popular del 19 y 20 de diciembre. Estas son piezas de un rompecabezas que nos permiten acercarnos a reconstruir aquella situación de tensiones e intensidades. 

El rock venía de un perfil centrado en la resistencia de los años 90s. Aquella “década infame” de neoliberalismo había hegemonizado la conciencia popular, pero como siempre, también se fueron creando barricadas de resistencia. Ejemplos de esto fueron las luchas de trabajadores y trabajadoras como la de les estatales en Jujuy o los primeros conflictos piqueteros. Gran parte del rock colaboró en la gestación  de esos procesos y se fue enriqueciendo con los mismos. El festival de las Madres de Plaza de Mayo de octubre del año 1997 es un caso emblemático de ese rock comprometido con causas populares.  

En este contexto, nace el primer Cosquín Rock con más de 10.000 personas asistentes, dos días de duración y bandas como  Divididos, Los Piojos, Las Pelotas y Bersuit Vergarabat. De esta forma, Córdoba recuperaba un lugar central en la escena nacional del rock gracias a este festival “nacido y forjado en las serranías cordobesas” como declara su página oficial.  

Piezas de un recorrido

Desde sus inicios el Cosquín Rock no ha parado de crecer y de ampliarse en varios sentidos. Sus festivales se han realizado ininterrumpidamente, con la única excepción del año 2021, debido a las medidas sanitarias a raíz de la pandemia del COVID-19. 

A lo largo de sus ediciones, el evento ha ido mutando. Cambió de sede, pasando de la tradicional Plaza Próspero Molina de Casquín a la Comuna de San Roque, luego a Santa María de Punilla; además desde 2017 su sello se fue replicando con eventos en diferentes ciudades por fuera de Argentina. También fue modificando su duración. Pasó de dos días a cinco en las ediciones del 2005 y 2006, para volver luego a su extensión original desde el año pasado y para este 2023. 

Uno de los cambios más relevantes ha sido el de los estilos musicales que se encuentran en las grillas. En un comienzo el festival era 100% destinado a artistas del rock. Luego fue ampliándose, sobre todo en los últimos años donde hubo apariciones de música electrónica, pop y expresiones del género urbano. En este sentido, en una entrevista de diciembre del año pasado, Palazzo declaró:

“Hoy entiendo que la palabra rock es un limitante para el nombre de nuestro festival (...) es un festival de música que tiene mucha cultura de rock”

Desde su primera edición, el festival ha ido creciendo hasta llegar a superar las 100.000 personas como en el año 2014. Según la página oficial del festival, la última edición  contó con más de 85.000, y se calcula que alrededor de 1.820.000 asistieron a lo largo de toda su historia. El dato de los baños es un reflejo del crecimiento del evento. Palazzo ha dicho que en la primera edición contaban con 15 baños, mientras que en las dos últimas hubo más de 300. Así como los baños, la cantidad de escenarios y de artistas presentes en la última entrega del festival reflejan su actual dimensión: nueve escenarios y más de 150 bandas participaron durante el 2022.

Foto: Cosquín Rock

Más allá de los datos, el festival ha sido una máquina de generar momentos icónicos para el rock. Podemos, por ejemplo, recordar el reencuentro de David Lebón, Charly García y Pedro Aznar reviviendo a Serú Girán en el año 2013. Muchos sucesos de estos de las primeras ediciones se encuentran registrado en el libro Cosquín Rock del 2010 que publicó Palazzo junto al periodista Víctor Pintos. La presencia de importantes artistas internacionales y de casi todas las personalidades centrales del rock en Argentina (con excepción del Indio Solari y La Renga, tal vez) resalta la relevancia del evento.

¿Cosquín Rock? ¿Qué rock? 

A medida que el Cosquín Rock iba cambiando, también se iba consolidando en Argentina como una cita anual casi ineludible del rock. Ahora ¿de qué hablamos cuando hablamos de rock? Acá una mini definición, para luego, adentrarnos en algunas de las polémicas más relevantes que nos dejan estos años de festival. 

En un libro que publiqué en 2019 y que titulé Adonde nos lleva la vida. Sentires y pensares al mezclar rock, política y sociología comparto algunas reflexiones sobre su definición. El rock puede ser asumido como una expresión cultural compleja, no solo un género musical. Esta expresión cultural moviliza sentimientos, relaciones, simbolismos. Además, el rock no es una isla, siempre existe en determinado contexto socio-cultural. Lo que ha sucedido y sucede en sus ámbitos está plenamente atravesado por los vaivenes de la sociedad. Pensar el rock en Argentina implica intentar comprender de qué país estamos hablando. 

Hay que pensar el rock como un fenómeno cultural situado y en disputa. Esto nos debería servir para eludir visiones simplistas del estilo “el rock murió, se hizo careta” o “el rock es resistencia contra los poderes”. En el libro, Pensar Cromañon. Debates a la orilla de la muerte joven: rock, política y derechos humanos podemos encontrar  voces que abarcan estos sentidos. El sociólogo Pablo Alabarces dice que el rock ya no existe, ni sueña, ni es resistencia porque ya sólo lucra. Por su parte, Luciana Fiorda, historiadora y sobreviviente de Cromañon, afirma que el rock es un lugar para soñar, para expresar la rebeldía. En nuestro caso, entendemos que tal vez no sea solo una cosa, ni la otra. Quizás, sea un poco ambas. Tal vez las dos caracterizaciones conviven y están constantemente en tensión. 

Ahora, cómo bajar estas palabras a lo concreto y pensarlas en la experiencia particular del recorrido del Cosquín Rock. ¿Esto puede ayudar a pensar y entender el festival?

Un festival con problemas

Para comprender más en profundidad el festival es indispensable detenerse brevemente en la persona clave en su creación y desarrollo. ¿Quién es José Palazzo? 

“El hombre del Cosquín Rock” tiene 52 años. Es abogado y también se identifica como músico, productor y conductor de radio. En el año 2000 le llega una propuesta que le cambiará la vida. Mahárbiz, empresario que condujo el Festival Folclórico de Casquín por 39 años y socio de su padre, lo invitó a pensar la posibilidad de hacer un festival de rock en la mismísima Plaza Próspero Molina. Luego de negarse, de dudar fuertemente, -en teoría- por el entusiasmo de Divididos, terminó aceptando. Así le cedieron las autorizaciones para organizarlo junto a Héctor “Perro” Emaides. El 10 y 11 de febrero del año 2001 finalmente nació el evento. Palazzo quedaría indisolublemente asociado a este acontecimiento que se viene haciendo hace más de 20 años. 

Desde aquella jornada inaugural, Palazzo cuenta con una persona clave para la organización de este evento: Verónica “Vecky” Salerno. Persona que oficia de productora general del festival y garantiza su realización año tras año. Según el propio productor ella “es la única persona del equipo actual que está desde el principio. Tiene un conocimiento muy claro del evento y es el cerebro del festival.”. Gracias a esta relación él “puede descansar”, dedicarse a algunas tareas centrales y darse el lujo de tocar en vivo, como ha hecho con su banda. 

Además del Cosquín Rock, Palazzo organiza otros eventos destacados de la música en nuestro país. Por ejemplo, el recital que acaban de dar La Renga y Los Gardelitos en Mercedes, Provincia de Buenos Aires.  

En una entrevista publicada en el libro Tiempo anfibio. Las últimas tres décadas del Rock en Córdoba compilado por Carlos Rolando, el productor define al rock de la siguiente manera: “El rock es una actitud con la cual uno encara la vida. El rock es actitud, una forma de ser, una pasión por un determinado gusto musical, que más allá de que pase el tiempo y que vengan otras modas y que estas hagan dudar si el rock sigue vigente o no, al que le gusta el rock, al que es rockero, lo va a seguir siendo siempre.”

Para él, empresario musical, rock y negocios están fuertemente imbricados. Según sus propias palabras solo perdió plata en las ediciones 2005, 2006, 2012 y 2013. En el resto, el festival fue un éxito económico para su productora. 

Un último elemento que quizás nos ayude a comprender a este personaje: Palazzo ha admitido en diversas ocasiones que Dárgelos de Babasonicos lo denominó “cabezauro” en referencia a sus gustos y conocimientos musicales, pero podríamos pensarlo más en general, como alguien con ideas viejas, con concepciones que atrasan.

Algunas polémicas: género, rock y política

Recuperar algunas discusiones destacadas que se han dado a lo largo de la historia del festival puede ayudar a pensar en su carácter complejo. En este caso, nos vamos a detener brevemente en dos de las últimas polémicas: la cuestión de género y el “cupo femenino” y por último, el uso político del evento.  

Antes de entrar ambos debates, cabe aclarar que el festival estuvo atravesado constantemente por diferentes cuestionamientos. Por ejemplo, en relación a la participación de Callejeros en el año 2007. Poco después de dos años del incendio de Cromañon, la banda fue convocada al festival. Según Palazzo, algunas bandas como Catupecu Machu decidieron no tocar por este motivo. Se dieron muchos debates en los  medios de comunicación al respecto. Palazzo termino hablando de la “rialización” del tema (en referencia al conductor de programas de chimentos Jorge Rial), y se defendió de las acusaciones comentando que la gente pedía al grupo.

La polémica se reavivó en 2010 cuando Callejeros, que  estaba convocado para volver a tocar, fue reemplazado a último momento por Viejas Locas (que ya había tocado el día anterior). La situación contaba con un serio agravante: el baterista Eduardo Vázquez estaba detenido, sospechado de haber prendido fuego a su esposa, quien en ese momento se encontraba internada en grave estado. El final, fue el peor: Wanda Taddei murió a los pocos días, el 21 de febrero. Vázquez terminó siendo condenado a perpetua por el femicidio. 

Yendo a las últimas polémicas, en febrero del 2019, post edición del festival de ese año, el diario Los Andes le preguntó a Palazzo por el proyecto de “Ley de Cupo Femenino de Acceso de Artistas Mujeres a los Escenarios” que fuera presentado en 2018 en el Congreso. El productor respondió: "No hay suficientes mujeres con talento a la altura del Cosquín Rock" y que de salir la Ley, al listado de artistas “tendría que completarlo por cumplir ese cupo, pero no estarían a la altura del festival y tendría que dejar afuera a otro tipo de talentos”. 

Esto generó un escándalo y muchas artistas le contestaron de manera contundentemente. Celsa Mel Gowland  expresó: "Es una pena que se manifieste de esa manera. Con las chicas de Eruca Sativa llevamos a la conferencia de prensa una lista de 90 nombres de mujeres que tienen talento para estar arriba del escenario”. Frente a este tipo de reacciones, Palazzo intento responder diciendo que "respondí que me parece un desafío muy interesante el cupo femenino. Lejos estuve de querer hacer mención al talento de mujeres, siempre me referí a los números de bandas. Traté de explicarlo, pero a nadie le interesó".

Hoy la Ley de cupo en eventos musicales (Ley N°27.539) está vigente, pero no se cumple en todos los casos. Sabemos que frente a las desigualdades estructurales las leyes son fundamentales, pero no alcanzan. Romina Zanellato, en su libro Brilla la luz para ellas. Una historia de las mujeres en el rock argentino 1960 - 2020 afirma: “desde la destreza técnica, la música puede no ser distinta cuando la compone o ejecuta una mujer o feminidad, pero el punto de vista será determinante para tener otra sensibilidad interpretativa, porque parte con muchos menos privilegios. Lo que está claro es que la mujer, lesbiana, trans, no binarie o intersex tiene que atravesar un camino pantanoso  y desigual hasta encontrar su lugar”. Dato al respecto: la presencia de mujeres y diversidades que tanto enriquece los espectáculos está creciendo y parece adquirir una dinámica imparable.  

La última entrega del Cosquín Rock se vio envuelta en otra serie de debates a partir de la presencia de Patricia Bullrich en el festival. 

La presidenta del PRO se paseó por lugares de privilegio del predio en un claro gesto electoral, considerando que esta referenta de la derecha está intentando posicionarse como precandidata a presidenta para las elecciones de este 2023. Fue incluso recibida por Palazzo, y se dejó trascender que mantuvieron una reunión. Posteriormente Bulrich publicó un mensaje en redes: "¡Qué impresionante vivir desde adentro el Cosquín Rock! Un festival que convoca a las mejores bandas. Me llevo todo el cariño de los jóvenes que vinieron a verlo, de Ushuaia a La Quiaca. ¡Gracias por este recibimiento!". 

El acontecimiento causó revuelo y fue ampliamente repudiado, a pesar de que en la página oficial del festival se afirma: “Cosquín Rock emerge año a año con más fuerza, manteniendo intacta esa esencia y personalidad que conquista a nuevos públicos y reúne hasta las más distantes ideologías.”. La pregunta sería: ¿En cualquier caso es buena la reunión de las más distantes ideologías? ¿Al fascismo también se le quiere acoger? ¿Cuál sería el límite?

Desde Enfant Terrible, en ese momento publicamos: “Si ya no está en Cosquín: ¿En qué festival habita el rock argentino?”. Una pregunta “en caliente”, en un momento en donde era importante posicionarse, denunciar, no naturalizar la presencia de una figura de esas características. Pasado algún tiempo, la distancia permite pensar desde otras perspectivas el asunto. 

La relación entre el rock y la política es larga y tiene elementos contradictorios como puede leerse en el libro Rockpolitik de Juan Ignacio Provéndola. Pensemos que Palito Ortega fue uno de los precursores del género en el país, en la relación de artistas con Menem o en bandas como La Beriso que se opusieron a cantos contra Macri. Quizás el rock sea un espacio de disputa y quienes amamos al rock debamos dar esa batalla pensando, charlando, replanteando aspectos y aportando a que vaya mejorando. 

El Cosquín Rock que se viene

El festival tiene un largo recorrido, no exento de problemas y debates. En unos días, se llevará a cabo una nueva edición. El 18 y 19 de febrero, en Santa María de Punilla volverá a producirse ese encuentro que moviliza a decenas de miles de personas. En la grilla del primer día se destacan artistas como No te va a gustar, Trueno, Divididos, Skay y Lila Dwons. En el segundo, Fito Paez, Babasonicos, Ciro y los persas, Catriel y Paco Amoroso y Dillom por mencionar solo algunos ejemplos. En la parte baja de la grilla aparecen más mujeres y diversidades. Quien las quiera escuchar posiblemente deba ir desde temprano.    

El Cosquín Rock volverá a ser, probablemente, uno de los grandes eventos musicales del año. Tras su edición en el Valle de Punilla, el festival se replicará en varios países. Esto se debe a que su nombre ya es una marca de exportación. Desde 2017 se realizan eventos en ciudades por fuera de Argentina con el mismo sello. Hasta el momento se realizaron ediciones en  México, Perú, Colombia, Bolivia, Chile, Uruguay, Paraguay, USA, España y Costa Rica. 

A partir de esta multiplicación surge otra pregunta: ¿Cuánto puede replicarse un festival sin perder su esencia? El filósofo Walter Benjamin planteaba que toda obra de arte es única, y que al reproducirse pierde su aura, es decir, eso que la hace irrepetible, fruto de la creación en un determinado contexto. Si bien pensaba sobre el cine y el resto de la industria artístico-cultural de la modernidad, quizás también nos pueda servir para pensar este evento que no para de reproducirse. Tal vez, cada festival sea un hecho en sí mismo y por eso, sigua siendo extraordinario y continué convocando masivamente sin perder ese aura.   

Sea como fuere, el Cosquín Rock volverá este año y seguramente será para el disfrute de la gran mayoría de las personas que se hagan presentes. Quizá en este tipo de festivales tengamos el desafío de mantener el espíritu crítico mientras los disfrutamos. Que así sea. Y que sea rock.   

Sociólogo. Doctorando en antropología. Investigando sobre "rock, sociología y política" y "estudios del trabajo", centralmente en relación a la economía popular. Militante popular.

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