El eventro trendrá lugar en la Av. Marcelo T. de Alvear al 835, este viernes 9 de agosto, a partir de las 22 horas, con entradas a $5000, con posibilidad de 2 por $9000 y 4 por $16000. Se adquieren transfiriendo al alias "maizena.ar" (cuenta de Tobías Gencarelli).

"El motín es una revuelta multitudinaria contra el orden establecido. Una alteración del sentido impuesto, que rompe la pasividad de lo que se repite día a día sin pensar", advierten sus protagonistas.

Pez Volcán será testigo del despliegue artístico de dos bandas de rock independiente cordobés que hace dos meses trabajan en un proyecto cultural llamado “Motín”.

Será la fecha más ambiciosa en la vida de casi veinte músicos y músicas reunidos con el fin de "hacerle vivir a la gente una experiencia inmersiva con visuales, escenografía, música y mucho más".

"Maizena" es una banda nacida en 2021, conformada por 9 artístas, de los cuáles 5 son hermanes. Se caracterizan, según ellos mismos, por ser "una puesta musical, teatral y visual en la que el sentimiento de cotidianidad y simpleza, de movimiento y acción común se vuelven poesía". Reciéntemente lanzaron su disco "Muchas cosas tiradas", disponible en Spotify

"Irmanas" es una banda conformada por seis músicas mujeres, nacida en el año 2022, "con muchas cosas por decir y canciones atravesadas por el dolor, el amor, el feminismo, el miedo y la fuerza", expresan. Acualmente se encuentran masterizando su primer disco, compuesto por 11 canciones propias cultivadas en dos años de encuentro.

Ambas conjuntos ensayan en la "Casa Mutante", un espacio de producción cultural que nuclea a distintas bandas y artístitas de la cultura local, ubicada en Barrio Jardín.

Enfant Terrible dialogó con sus integrantes en la previa de su presentación.

Hago un motín, ¿luego existo?

"¿Qué hacen estos chicos?" se pregunta una vecina de Barrio Jardín al ver ingresar a un hogar, a una docena de jóvenes que llevan grandes cajas en sus manos manchadas con pintura negra. Luego, estos mismos chicos y chicas salen afuera, toman un helado en la vereda, y más tarde vuelven a entrar, de a tandas, y con telas, tijeras, tachos de pintura y guitarras, lo que despierta la curiosidad de más vecinos.

La misma escena se repite jueves y sábados: helado en la vereda, pibes con manos pintadas entrando a una casa grandes cajas que, ahora son blancas con dibujos en negro.

"Algo está pasando", dice Marta, vecina de Barrio Jardín. "Están preparando algo grande parece", responde Susana, también vecina.

Puertas adentro, hay un mundo aparte. O mejor escrito: una ciudad dentro de la ciudad. Al menos eso dejan entrever los integrantes de Maizena e Irmanas que se encuentran en el patio de la "Casa Mutante", un hogar familiar que luego de la pandemia se convirtió en un espacio cultural donde se mezclan las artes, los deseos y el rock.

La propiedad es de la familia Gencarelli, compuesta en su mayoría por jóvenes dedicados a la música, la producción artística y los eventos culturales.

Bajo una gran enredadera de hojas violetas, vestuaristas, artistas visuales, músicos, productores se abocan a una misma tarea: armar lo que denominaron como "motín". Nadie sobresale, ni tiene de por sí la conducción de la construcción conceptualni el diseño escenográfico, de lo que a simple vista es una ciudad hecha con cartón y dos colores: blanco y negro, día y noche, vida y muerte. Las cajas ahora toman forma de edificios en cuyos interiores desbordan las vidas encapsuladas de dibujos atrapados en pequeñas ventanas de departamentos.

"Esta es la ciudad que queremos, no la que deseriamos, pero es la ciudad que habitamos, en la que queremos un motin", comenta Catalina, integrante de Irmanas, al señalar el gran armado.

Enfant Terrible (E.T): ¿Cómo surje la idea de motín? ¿Qué es lo que quieren reflejar?

Candelaria Gencarelli (C.G) - Directora artística del proyecto: "Estábamos trabajando en la Mutante que queremos que sea una Asociación Civil, pero todas y todos en proyectos separados, lo que hacía que la producción nos costara mucho. Y surgió una necesidad de juntarnos entre todos y hacer algo colectivo y organizado. Y también como respuesta a una situación económica jodida.

En ese sentido, nos interpela mucho el presente y necesitabamos tener algún rato para conversar, encontrarnos, y charlar sobre qué podemos hacer para ayudar a transformar la realidad en la que vivimos. Primero nos urgió un recital entre las dos bandas, pero luego coincidíamos que no queríamos que sea eso lo que se comunique. Teníamos ganas de compartir un proceso de trabajo y una forma de estar en el mundo. De ahí la idea de motín. Es como la acción desorganizada, en donde se encuentra una forma para transformar las cosas. Porque el motín desorganiza y encausa, es una acción a veces violenta, pero es para subvertir un orden también violento y establecido.

E.T: ¿Cuál sería ese "orden establecido" en la cultura o en la música?

C.G: Como bandas decidimos que musicalmente también se tiene que ir en contra de las propias lógicas y construcciones establecidas en la escena local. Y de cómo disputamos esas formas porque estamos todo el tiempo produciendo junto a otros artistas y se impone una narrativa de que solo importa quienes estén arriba del escenario, pero abajo hay fotógrafos, vestuaristas, diseñadores, etc. Entonces dijimos: encontremos una forma de trabajar entre todas y todos.

E.T: ¿Y qué lógica propone un "motín" más allá de lo arístico?

C.G: Un motín es formar una comunidad, estar y hacer con otros, en conjunto. Eso es una certeza, vivir, sostener la vida y generar una vida gozante, es siempre con otros. Es vivir en dignidad.

E.T: ¿Creen que esa necesidad de comunidad y subversión frente a" lo establecido" va más allá de ustedes?

C.G: Si, siento que la pandemia nos dejó a las personas como encerradas en un sentir para adentro y creo que eso hace que en general estemos más quietas y que la interacción social a veces sea más difícil. Lo que siento que se traslada con más fuerza a las generaciones más chicas. Pareciera que estamos metidas adentro de nuestra propia forma de narrar las cosas y no nos podemos mezclar.

Entonces la idea también del motín es que todos aquellos que quieran salir de la pasividad no importa cuál sea su edad ni su traje ni su procedencia, puedan hacerlo. Hay una necesidad de organizarnos y de transmitir el saber entre las generaciones que es importante ahora sobre todo para la política.

E.T: ¿Cuáles son las caracteristicas del "orden establecido" bajo el actual gobierno de Javier Milei?

C.G: Hay dos ataques del gobierno de Milei muy claros: uno a la cultura popular y otro a la dimensión de lo cultural, es decir, a la estructura que sostiene las prácticas culturales. A la cultura popular porque son todas las formas en esa vida de un pueblo que se construye con otros. Ahí hay un ataque directo a la vida de las personas.

La mercantilización de los procesos culturales y la instalación de redes imperiales de distribución cultural nacional e internacional rompen las redes de origen local. Esto es lo que está pasando ahora. Y eso es lo que tenemos que disputar.

Activar las redes locales y sostener la producción de contenidos culturales que puedan estar buenos y sean respetuosos de nuestras identidades, es más importante que solo sostener lo que tenemos. Porque las reglas de la competitividad están cambiando y para mal y nosotros tenemos que poder hacer cultura con lo nuestro, evitando la destrucción de lo comunitario.