“Este espacio era mío, yo me lo gané”, fotolibro sobre un universitario en prisión

“Este espacio era mío, yo me lo gané”, es una etnografía que problematiza la vida de un estudiante en prisión, Ramón, quien estuvo 11 preso en la cárcel de San Martín, donde pudo comenzar y terminar su carrera como abogado.

-¿Cómo alguien que está privado de libertad consigue concentración, buena presencia y fundamentalmente llegar a tiempo a cada clase y examen?
-Con mucho sacrificio y haciendo uso de algunas cualidades sobrenaturales, –Ramón se ríe y acota– como hacerse invisible.

El próximo 25 de junio a las 18 horas en el Museo de Antropologías, se presentará “Este espacio era mío, yo me lo gané”, foto-libro producido desde el propio Museo, entre Nahuel Blázquez, Ayelén Koopmann y Ramón Martínez. El material problematiza cómo se lleva una vida universitaria en un contexto particular como es la ex cárcel de San Martín, ex sitio de tortura y exterminio durante la última dictadura, luego cárcel y epicentro del motín más recordado en esta provincia, actual sitio oficial de memoria.

Sin embargo, la narrativa no se limita al mundo intramuros, ya que también indaga sobre las marcas del punitivismo carcelero, más allá de los garrotes y las rejas, donde la libertad también está moldeada por el castigo social que recae sobre las personas que estuvieron privadas de su libertad. La Facultad de Derecho que lo transformó en un “preso ejemplar”, es la misma en la que los alumnos juntaron firmas y peticionaron a las autoridades para no compartir clases presenciales con personas detenidas.

“Su presencia nos permite mirar la universidad, ya que en el encierro comenzó y terminó su carrera de abogado, lo que posibilita entender los efectos extendidos de la prisión e iluminar aspectos significativos de la organización del castigo", explican.

Foto: gentileza

“Mirar la cárcel”

El trabajo se llevó a cabo entre los años 2022 y 2024 y “permite entrar y salir tantas veces como sea posible del entramado turbulento entre universidad y cárcel”, señalan Nahuel y Ayelén. La perspectiva elegida para narrar los hechos es la de Ramón (nombre ficticio), una persona que estuvo 20 años detenida, de los cuales 11 años fue en San Martín, donde comenzó a estudiar.

“Con él caminamos por la prisión y los pasillos de la Facultad de Derecho. En este foto-libro lo veremos salir esposado en el camión de traslado, hasta llegar con custodios a la elegante Casa de Trejo para dar un examen, vistiendo zapatos, camisa y un saco que arrastra en su espalda las pisadas de borcegos penitenciarios”, señalan.

El relato del protagonista principal, afirman Nahuel y Ayelén, “nos enseña a mirar sabiendo que nunca se ve lo suficiente”. Ese empuje por "aprender a mirar" es lo que los lleva a entender las formas de narrar las "líneas de vida" de una persona privada de su libertad que se convierte en abogado no reconocido por el Colegio de Abogados, por lo que nunca pudo ejercer libremente.

“La representación que buscamos construir de la prisión y de las personas que la transitan no es denunciatoria, no pretende exponer miserabilismos, como tampoco enfatizar las arbitrariedades cometidas. Se trata de observar líneas de vidas en condiciones de encierro con el objetivo de encontrar nuevos significados. Ramón nos invita a mirar más lejos y poder observar los intersticios donde también se gestan espacios de resistencia y felicidad”, enfatizan en la presentación.

Foto: gentileza

Según Claudia Cesaroni, abogada, ex directora adjunta de la Oficina para América Latina de la Asociación para la Prevención de la Tortura durante el 2010 y 2011 y prologuista del foto-libro, "el terrorismo de Estado, antes y después del golpe del 24 de marzo de 1976, está presente en el relato y el recorrido de Ramón".

“Las fotos, el recorrido y las preguntas que hacen quienes acompañan a Ramón, develan otras realidades comunes al mundo del encierro: el valor del estudio, más como insistencia personal -y en ocasiones colectiva- que como oferta del sistema, para que se cumpla aquel objetivo que, al menos como declaración de principios, tiene la cárcel: favorecer la reinserción de las personas presas. Ramón muestra, al relatar en detalle cada hora de estudio, cada traslado a la facultad, cada examen rendido, el cúmulo de obstáculos con los que debió enfrentarse para, al fin, obtener su título de Abogado. A pesar de la cárcel, no gracias a ella, logró al fin reinsertarse”, escribe Claudia.

Foto de portada: gentileza

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