FLÚO: Una resolución poética de la lucha social

Por Ignacio Bisignano

No estamos habituadxs a disfrutar de producciones locales que versen sobre temáticas de ciencia ficción, y menos aún que desarrollen un escenario de corte apocalíptico. Las propuestas audiovisuales nacionales suelen apostar a la trama de lo cotidiano, se afianzan en aquel costado del día a día que parece esconder un halo de riqueza. Sin embargo, FLÚO se presenta como una serie web filmada y producida en Córdoba que no teme en mostrarnos nuestro entorno local atravesado por un apocalipsis: una bomba fulminante caerá sobre la capital cordobesa de modo inminente. A partir de recursos fílmicos inteligentes, monólogos atrapantes, y actuaciones destacadas, el director Nadir medina logra componer en 19 episodios breves, una trama auténtica y sólida. Es de destacar como a partir de una pequeña gama de recursos, la propuesta nos ofrece una producción sumamente lograda que sorprende a cualquier espectador que la descubra. Gran parte del mérito de alcanzar tan elevado nivel a partir de lo escaso recae en Ignacio Tamagno, autor de un texto rico y complejo que da lugar a detallados análisis y numerosas reflexiones. No sería del todo justo pasar por alto el hecho de que los personajes de FLÚO fueron interpretados por actores provenientes del teatro independiente cordobés. En ese sentido llama la atención la fluidez actoral de Florencia Moresi, Hernán Sevilla y Cristóbal López Baena, ya que se desenvuelven con naturalidad y fortaleza en un terreno ajeno y distante al campo teatral.

Tenemos ante nosotrxs una serie web de producción local que decide mostrar un colapso mundial enfocando la trama en Córdoba. Si, nuestra ciudad, esa que transitamos todos los días, aparece víctima de la catástrofe y la desolación. En tiempos pandémicos donde sufrimos un aislamiento angustiante las referencias con la coyuntura se vuelven obvias y necesarias, pero ¿Qué más esconde este extraño experimento audiovisual que ofrece gran disfrute y merece un adecuado detenimiento?

I

FLÚO cuenta con el monólogo como herramienta central debido a que estructura y condiciona el transcurrir de las escenas. Cada capítulo consiste en el despliegue de la palabra ininterrumpida de alguno de los dos personajes centrales de la trama: Nicolás (Cristóbal López Baena) o Marco Aurelio (Hernán Sevilla). El uso de la cámara acrecienta la hegemonía del monologo, ya que suele optar por primeros planos que no solo magnifican el único personaje del encuadre sino que a la vez asfixia todo aquello que quede por fuera de su centralidad. Los planos elegidos suelen simular el mero uso de una cámara corriente sin intención estética. Sin embargo, en cada episodio, podremos encontrar como la mirada artística se manifiesta de modo sigiloso y sutil. Si unx presta atención al desarrollo total de la serie, podrá notar que a pesar de la similitud, cada episodio consigue una identidad propia y diferencial. Pequeños detalles tales como el cromatismo del encuadre, los leves desenfoques del plano o el serpenteo de una imagen que por momentos se muestra pixelada, configuran un creativo modo de combinar tanto el naturalismo de una grabación “casera” como la identidad aportada por el matiz estético aplicado.

Si bien la propuesta unipersonal de la serie provoca que los personajes no mantengan ningún diálogo en el plano narrativo, es posible identificar una dialéctica rítmica entre episodio y episodio. El lenguaje de FLÚO se aprecia a partir del ritmo dinámico que ofrecen la disímil tensión que expresan Nicolás y Marco Aurelio: los episodios protagonizados por Nicolás manifiestan la incertidumbre y la desesperación de encontrarse inmerso en el caos de un presente apocalíptico; los episodios protagonizados por Marco Aurelio transmiten la certeza y control de alguien que cree mirar el desastre desde afuera. Si en un capítulo la atmosfera se encuentra embebida de desesperación e incertidumbre, en otro se entroniza un ambiente calmo y estático. En esta tensión dialéctica se despliega el ritmo de la serie, que decide mostrar el clima de la desolación apocalíptica desde ambos costados: la agitación de la desesperanza y la tranquilidad de la mirada cínica.

II

Las referencias a Córdoba son constantes: “Barrio Juniors”, “FAMAF”, “Arturo m. Bas y Laprida”. Parece deliberada la intención de que no olvidemos que la catástrofe ha aterrizado en la capital cordobesa. Resulta imprescindible digerir el hecho de que el apocalipsis también puede formar parte de nuestro territorio. Las filmaciones donde se muestran visibles las calles vacías de una Córdoba desolada, generan un sentimiento extraño, nostálgico y terrible. Es que lo que atemoriza no es el vacío, sino el recuerdo de lo que estuvo, la añoranza del transitar cotidiano que se ve derrumbado. Es digno de destacar que esa nostalgia que transmite centralmente Nicolás, no refiere a un pasado feliz y querido, sino más bien a un estado de violencia: la serie insiste tenazmente en el sufrimiento del conflicto social, en el necesario escenario de tensión que representan los centros urbanos, en el carácter decadente de la modernidad. De hecho, es posible interpretar el desarrollo de la trama en base a dos ideas centrales. Por un lado la presencia ineludible del conflicto social, de la lucha de clases. Por otro lado, la fantasía de una corta y rápida disolución de ese mismo conflicto: la bomba que caerá sobre Córdoba amenaza con destruir todo vestigio humano sin dejar rastros. La esperada explosión corrosiva aspira a una disolución rápida y eficaz de la injusticia propia de la historia ¿Qué vendrá después de que todo se haya difuminado?

III

La bomba enuncia la resignación ante el poder, es la muestra ostensible de la derrota histórica que sufren lxs subordinadxs, lxs oprimidxs, lxs explotadxs. FLÚO entiende a la historia como el reflejo del sometimiento, como la muestra de un progreso destinado a la injusticia y la desigualdad. El reconocimiento de la derrota histórica se traduce en la esperanza de una disolución concisa y veloz, que reniega de la persistente humillación que expresa la decadencia moderna. Es por ello que FLÚO no escoge la disputa, sino el reinicio. Es preciso barajar y dar de nuevo, recrear desde cero, aniquilar el acontecer histórico en un abrir y cerrar de ojos, o como expresa Nicolás: “Rebobinar al principio, caminar para atrás. Colón no descenderá de su barco, las hogueras de la edad media se apagaran”. Por ello es que el anhelo de justicia que expresa FLÚO no responde solamente a un horizonte de expectativas futuros, sino a la redención de los ultrajes sufridos en el pasado. Tal como expresa Walter Benjamin, cada generación actual es responsable de las generaciones futuras y del destino inmerecido que sufrieron generaciones pasadas, la orientación hacia el futuro tiene la tarea de satisfacer las expectativas del pasado a través de un shock, o como dice el propio Benjamin, a través de una imagen dialéctica capaz de detener el tiempo. Ahora bien, si la resignación ante el cambio del motor de la historia se resignifica hacia un borramiento de la misma ¿Qué mundo nos queda? ¿Qué universo se hace presente si se deshace la memoria de la injusta lucha social?

IV

FLÚO reconoce el conflicto social y expone una salida poética: una vuelta a la naturaleza. Lo natural se opone aquí a la necesaria lucha que impone el progreso humano. Ante la incapacidad de intervenir en el curso de la historia es necesario suprimirlo y comenzar de nuevo. Por ello FLÚO insiste tanto en el fin de la historia, pero no como aquel estado futuro que expresa las condiciones materiales del presente, sino como corte abrupto de cualquier precedente y condicionante. El futuro anhelando no es tanto una consecuencia del presente sino un inicio nuevo sin memoria. FLÚO expresa el deseo de una naturaleza renovada que no solo elimine el barro de la historia sino que redima las atrocidades sufridas contra lxs subordinadxs. Como expresa Micaela “un mundo sin colonizadores, sin machirulos, sin presidentes, sin pederastas, sin esclavitud, sin FMI”. La bomba representa la implosión originaria que inspiro el inicio cósmico de los mitos, la destrucción masiva implica la instauración de lo originario, de lo no dañado por la historia humana. “Al golpear la piedra se creó la productividad, el fuego nuevo y con ello el conflicto, el asesinato, la sangre, la venganza” afirma Marco Aurelio y es por ello que es necesario otro fuego originario, un fuego azul que disipe el sufrimiento y presente una naturaleza informe, no golpeada, no limitada, no violentada por la piedra iniciática que domesticó el hombre de las cavernas.

Sabemos que Hegel fue aquel que divulgo la noción del fin de la historia. También es sabido que ese fin de la historia responde al deseo hegeliano de detener el tiempo en el momento de la dominación burguesa: la fascinación de aquella clase dominante precipito una clausura anticipada del fin del conflicto. FLÚO es una serie que también enuncia el fin de la historia, pero no como fascinación de la clase dominante, sino más bien como odio de la misma. La solidaridad con aquellxs que sufrieron y sufrirán el ultraje y la dominación motoriza el anhelo de un reinicio. FLÚO es la exacerbación de ese sentimiento de resignación, es el deseo de redimir todos los males de la historia humana en un instante, es la llama que enciende una revolución que parece imposible, pero que despierta a la vez nuestro deseo de repensar otro corte de lo sensible y modificar lo establecido.

Link de la serie: https://vos.lavoz.com.ar/tv/una-bomba-sobre-cordoba-mira-aca-la-serie-web-fluo-una-historia-de-ciencia-ficcion

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