El teatro como una fiesta prolongada

Un nuevo concepto de formato teatral y una salida diferente y disruptiva que fusiona el teatro con la nueva cocina urbana. Obras de 15 minutos montadas en salas de 15 m2, para un máximo de 15 personas. Microteatro nace en Madrid y es furor en España, Estados Unidos, México y Perú. "Bajas a tomar algo y subís a tomar teatro".

Por Nacho Bisignano para Enfant Terrible

La propuesta es simple y clara: obras de 15 minutos, para 15 personas en 15 metros cuadrados. Se ofrecen entre 6 y 9 microobras por noche y el espectador puede elegir cualquiera de las tres funciones que cada una de estas habilita. Cada mes la oferta de obras se define en base a diferentes temáticas, tales como el amor, el dinero o el sexo. La renovación constante de la grilla va de la mano de una sobrada cantidad y diversidad de nuevas propuestas teatrales que aceptan el hermoso desafío de componer una obra con premisas  poco habituales.

El proyecto encabezado por Marcelo Arbach y Agustín Bazán se denomina Microteatro y su desembarco en Córdoba exhibe una frescura notable. Si bien el formato surge en España y ya cuenta con su versión en Buenos Aires, la adaptación en nuestra ciudad se despliega con el encanto de lo propio. No es solo el carácter escénico breve lo que despierta interés, sino también la cantidad y diversidad de obras desplegadas en una misma jornada y en un mismo sitio. El resultado es gratificante e inspirador. Cada propuesta por sí sola logra superar con creces la desafiante tarea de construir un producto teatral en un tiempo escaso. De hecho, esos límites iniciales logran transformarse en marcos virtuosos que permiten explorar y descubrir interesantes alternativas artísticas. Cada vez que ingresamos a una de las 6 salas disponibles percibimos la bienvenida a un microcosmos capaz de inyectar dosis intensas de buen teatro. Sin embargo, la riqueza de Microteatro no reside centralmente en el nivel de cada obra en su autonomía, sino más bien en la comunión de las obras como un todo.

Sería una torpeza asistir a una única función teniendo la posibilidad de disfrutar en una misma noche de variadas propuestas artísticas. El ejercicio de entrar a una microobra, salir y volver a ingresar a otra, permite un deleite que pocas veces podemos encontrar. Al ir hacia el conjunto de salas que oferta el espacio de Microteatro resulta tentador y recomendable asistir a 4 o 5 obras en una misma noche. En este caso, lo que aparentaba ser acotado se manifiesta como abierto y libre. Las diversas combinaciones que despierta el abanico de obras ofertadas conducen a una experiencia total. Lo virtuoso no se encuentra tanto en el disfrute de cada obra en sí, como en el juego de nexos e intercambios que el espectador realiza en la multiplicidad de propuestas que observa. Cada microobra se ve resignificada y enriquecida en el dialogo cooperativo con las demás. La misma distribución arquitectónica en el que Microteatro se desarrolla contribuye para que ese caldo de interacciones se concrete eficazmente. La disposición de la sala de espera como bar de tragos al aire libre permite consolidar un sitio dispuesto como instancia de intercambio y conversación. Esa espacialidad abierta no solo contrasta acertadamente con las reducidas y acogedoras salas, sino que a la vez funciona como “plaza pública”. El intervalo entre obra y obra se desenvuelve en una suerte de ágora en la cual se cruzan los testigos de los diversos productos artísticos que acaban de finalizar. Los actores, directores y espectadores de cada microobra se entremezclan en un patio que habilita la comunicación e incentiva una “ronda más teatro”. En Microteatro el interludio, antes de ser una mera espera, es un elemento constitutivo de la experiencia que se busca promover. No se trata de asistir a una sala, ver una obra e irse. Lo interesante reside en animarse a transitar una larga noche colmada de teatro, comentarios y maridajes.

La excepcionalidad de Microteatro no solo se expresa en el formato sino también en la localización. Es interesante la apuesta de llevar un fenómeno teatral de estas características al Cerro de las Rosas, una zona geográfica que cuenta con escasos espacios culturales de ese estilo (puede nombrarse a Teatro La llave y Alquimia Teatro) y se muestra notablemente alejado de los barrios con mayor actividad en lo que respecta al teatro (B° Alta Córdoba, B° Alberdi y zona centro). Esta descentralización no solo da lugar a la aparición de un público nuevo que quizás no acostumbra a ver teatro, sino que también permite pensar una mayor expansión y homogenización del arte y la cultura en toda la ciudad. El intento de consolidar el Cerro como un barrio proclive a propuestas artísticas novedosas funciona como puntapié para imaginar otros barrios como núcleos potentes de creación, producción y difusión artística. Si el origen griego del teatro nos habla de un ritual popular y masivo ¿Por qué no concebir la actividad teatral cordobesa como un fenómeno de masas que cuente con una distribución descentralizada y democrática? Es en esta clave que considero a  Microteatro como un fenómeno abierto que permite pensar distintas formas en las cuales se podría configurar la actividad cultural en Córdoba. Quizás sea posible recuperar la tradición del teatro como una fiesta prolongada, en la cual el público transite distintas salas en un mismo fin de semana e incluso en una misma noche del mismo modo que Microteatro alimenta. Por otro lado, el encanto que genera la circulación de saberes, experiencias y personas de aquella ágora de interludios entusiasma a la hora de pensar nuevos vínculos e integraciones en el circuito teatral cordobés.

En la actualidad las más de 35 salas de teatro desperdigadas por la ciudad no se reducen a una mera oferta de funciones, sino que implican un fenómeno cultural de mayor complejidad y riqueza que representan un lugar de encuentro y pertenencia tanto para los grupos que trabajan y sostienen el espacio como para muchxs asistentes frecuentes. Es importante destacar la potencia creadora de los teatros como centros de producción artística en el que no solo se dan obras de teatro, sino que se transmiten experiencias y saberes a través de clases, charlas, actividades barriales, eventos culturales. Al igual que sucede con Microteatro, dicha circulación cultural siempre se ve fortalecida en la sinergia y comunicación entre diversas salas, obras y experiencias. Microteatro es por ello una ventana para repensar y esparcir la escena artística local, ya que desde un comienzo entendió que asistir al teatro no es solo ir ver una obra, es más bien una experiencia integral que habilita incontables posibilidades de intercambio.

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