Enfant entrevistó a Juana Gallardo, bajista del duo Dum Chica, de cara a su presentación en Sala Formosa el viernes 8 a partir de las 20h. La nota explora sobre la construcción del canon del artista, la transformación del rock y la trayectoria de un dúo que explora y disfruta lo que le sucede a velocidad super, premium, ultra.
En el imaginario social al rock se lo identifica con las tachas, camperas de cuero y jeans apretados. Una demostración de rudeza, irreverencia, rebeldía y agite. Al mismo tiempo, también fue y es un movimiento histórico, político, cultural y social con una impronta marcada.
Eso que se exportó de lo anglosajón en tanto producto comercializable, trajo consigo, aunque no lo pretendiera, un germen no encasillable en el género o en la identidad y fue una ética propia con una estética que marca tiempos de época, dando la posibilidad de encauzar la rebeldía y la soledad para hacer piso en la pertenencia de algo más que simplemente hacerse “rico y famoso”.
Para llegar allí, la obra es el respaldo que encarna las sensaciones que atraviesa la sociedad en un contexto determinado. Durante una entrevista Charly le pregunta a Jorge Lanata ‘¿Vos pensas que yo soy un artista?’ A lo que el periodista responde: ‘No sé, yo creo que hiciste grandes cosas y que después te empezaste a copiar a vos mismo y te das cuenta’. A lo que el artista remató: ‘Para mí que sos un pelotudo, pero bien, como los que salen en televisión’.
Ante el slogan de defensores y detractores convencidos de que el “rock murió”, se podría citar la frase de “Such a Witch”, single promoción de “Super, Premium, Ultra” (segundo álbum de estudio de Dum Chica), “todos en el club son muy blanditos, hablan de sus estilos y sus dulces cariñitos”. El contexto cambia, pero las bases y condiciones se mantienen intactas, el rock sigue siendo un espacio de resistencia contracultural.
Enfant le realizó una entrevista a la profesora de piano y “chanta” del bajo en Dum Chica, Juana Gallardo, quien comentó que el rock para ella, “es un quilombo”. El dúo conformado con Lucila Storino en voz, se creó en 2021 post aislamiento social de Covid-19. Saliendo con no más de cinco canciones compuestas en sus casas, un bajo, una pandereta y las ansias de arrasar en los escenarios.
“Con respecto a la frase de que el rock ha muerto, me parece una boludez porque nunca murió. El rock y el punk son medio un estilo de vida, después de tantos años y tantos íconos y figuras, va más allá del género musical. Hay gente que tiene mucho rock, tiene mucho punk y es medio “yo vivo así” y hay gente que no es música y es mucho más rockera que quienes tocan en un escenario”, expresa Juana.
Es en la contracultura donde se arroba el rock su propia esencia. Dum Chica sale a tocar en los escenarios de Capital Federal antes de sacar un álbum. Tocan instrumentos para los que no se formaron, pero que sí conocen. Así como Juana tocó gran parte de su vida el piano y se compone con el bajo, Lucila llegó al canto después de hacer danza y teatro casi toda su vida.
En esa conformación, el vaso comunicante fue "contar historias que les pasan a todos, no hablar de nuestras vidas”, acuerdan. Su intención era que lo que le llegue al público sea la sensualidad, la irreverencia y la perspicacia del agite popular como acto político. Esa impronta marcada del “hazlo tu mismo” que el punk trae dentro de su raíz histórica, les posibilitó que sin tener un álbum lanzado, el público ya se sepa sus canciones.
“Nosotras queríamos tocar. En lo personal, re tenía ganas de tocar en vivo. Más en ese momento del post encierro de conocer gente, bandas. Probamos, vimos que funcionaba, los temas pedían ser grabados, la gente nos decía ‘che tienen que grabar algo’. Fue una linda experiencia. No me arrepiento de haber arrancado tocando. De hecho fue una gran forma de darme cuenta que con Lucila funcionamos re bien juntas”, cuenta la bajista.
‘Supersónico’
Luego de producir el álbum grabado en vivo llamado ‘Dum’ en febrero de 2023, las artistas volvieron a la carga en septiembre de esté año con el lanzamiento de “Super, Premium, Ultra”, producido en estudios Panda: la usina de la historia del rock y de artistas independientes. Según Juana se podía sentir la mística de los artistas que grabaron allí. Otro que sintió algo similar, fue el bajista de Los Gardelitos e Intoxicados, Jorge Rossi, quien relató que con el Pity se dieron cuenta que en las escaleras que dan al comedor hay un descanso que no supieron “si por una cuestión cuántica, física o mística, duerme un acople que quedó ahí. Si haces totalmente silencio, escuchas un zumbido hermoso, que es como un fantasma”.
A diferencia del primer álbum, “Super, Premium, Ultra” potencia la visceralidad y la inmersión sonora de la estridencia del bajo que, al estar grabado de manera superpuesta, crea una atmósfera envolvente donde el golpe seco de la batería y la voz rasposa y embriagante de la cantante, hacen del álbum una secuencia que va del frenesí incesante a lo agridulce de la quietud. Lo único que se mantiene constante es la estática de no saber bien cuando termina de explotar todo.
El álbum se mueve a la velocidad urgente del "todo ya". Capricho rebelde de ser capaz de prender fuego todo con tal de saciar la curiosidad de probar lo nuevo como en "Supersónico". A la par que los matices de la tranquilidad estática y la ternura del primer tema “Ra” y “El del Mar” -canción que cierra el álbum-, demuestran que más allá de la ironía y la parodia de “Such a Witch” o “El Hit”, buscan comunicar una sensación cotidiana desde el arte.
La tribu de mi calle
Considerar al rock como espacio de resistencia, fue a partir de las redes que se produjeron alrededor de personas que no toleraron la degradación de sus derechos y el abuso de poder. Ya en los años 70’s en una carta abierta, Luis Alberto Spinetta escribió: “el que recibe debe comprender definitivamente que los proyectos en materia de rock argentino nacen de un instinto. El rock es instinto de vivir y en ese descaro y en ese compromiso: si se habla de muerte se habla de muerte, si se habla de vivir, vida”.
Si todo está guardado en la memoria es porque existe una historia que precede a los nuevos actores que tienen la posibilidad de escribir su relato en la cultura. En el entramado de transmitir una sensación a través de una obra; el sentido de pertenencia del público que la recepta y el mantener una esencia genuina, están los artistas que buscan reflejar el contexto.
“Tengo entendido que quienes vienen a vernos tienen una línea ideológica parecida a la nuestra y es difícil llegar a otro público, pero cuando tocamos en festivales más grandes y no sabemos quién va a estar, buscamos plantar bandera. No nos caracterizamos por ser una banda mega contestataria y política hoy en día porque las letras no hablan de actualidad” reflexiona Juana.
Asimismo, la potencia está en lo que el oyente hace de la música que enuncia la artista. Estar a favor de la justicia social, no es sinónimo de compromiso político como así tampoco dejar que la obra se comunique por sí sola, significa “no decir nada”. Bien lo expresó semanas atrás Lula Bertoldi a Enfant, “no decir nada, es también estar tomando posición, el artista no es ajeno a la política”.
Podría sonar exagerado decir que el rock es un espacio de resistencia y de igual manera, Dum Chica y tantas otras bandas que surgieron del under en el 2021, continúan demostrando que en la búsqueda y en la exploración, ese significante que todos creen muerto, continúa vigente.
“Capaz somos under porque no somos mainstream todavía, pero en algún momento me encantaría que más gente escuche mi música, me encanta. No por una cuestión de guita o de fama sino porque es lisérgico que algo que haces vos le guste a los demás, lo compartan, paguen guita para venir a verte, me parece una locura”, concluye Juana.
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