Orlando y el legado de Ramona en un rincón cubierto de tierra

El legado de Ramona Bustamante queda en la sangre y en la tierra de su hijo Orlando. En aquel rincón cordobés cubierto de tierra, el paraje Las Maravillas en Sebastián Elcano aún no vió morir la resistencia campesina que tiene como arma y como escudo la verdad, mientras que los Scaramuzza sólo tienen escrituras. “Yo tengo más años que las escrituras que tienen ellos, cuando él compró el campo yo ya estaba acá viviendo”, dice Orlando a Enfant Terrible, quien mantiene intactos los argumentos de su madre. El legado también es la lucha.

Luego de fallecer Ramona Bustamante* hace ya un año, ahora es su hijo Orlando de 66 años quien cuida las 150 hectáreas de campo familiar. El legado no es sólo tierra. Es también la historia de sus antepasados, de su madre, de su abuelo. También es la resistencia contra una familia de terratenientes que dicen ser dueños del lugar que ni conocen.

La potencia de Ramona y Orlando siempre ha radicado -entre otras cosas- en que siempre han dicho la verdad en torno al conflicto. Por su parte, los Scaramuzza, con ambiciones de instalar sus negocios agropecuarios en lo que queda de monte, -en medio de un desierto de chacras cada vez más extenso-, pisan gracias a justamente, sus negocios. Al decir de Orlando conversando con Enfant Terrible, "¡no tienen NADA!", tan sólo unas escrituras. La lógica colonizadora intacta.

“Yo quiero una audiencia con los Scaramuzza, no tengo miedo. Quiero hablar y enfrentar el problema de la tierra. Yo tengo más años que las escrituras que tienen ellos, cuando él compró el campo yo ya estaba acá viviendo”.

El paraje Las Maravillas en Sebastián Elcano donde vive Orlando y aún habita el espíritu de Ramona, tiene calles de tierra que en éstas épocas de sequía levantan mucha tierra por el viento, aún más por el desmonte. Las máquinas cosechadoras y camiones que entran y salen por la chacra del frente son muy pesadas, y hacen zanjas por donde tiene que pasar la moto de Orlando, así que cada tanto se le avería, o se pega algún golpe por la tierra floja que lo hace trastabillar.

En la casa, Orlando se la pasa barriendo para que las cosas no estén cubiertas de tierra para las visitas, porque como dice siempre, "uno puede ser pobre pero no sucio". Entonces así como cuidaba a Ramona antes que dejara de respirar, así sigue cuidando la casa. Ahora, “estoy solito con los animales, vivo de los animales, vendo animales”. Cualquiera que conoce a Orlando lo sabe; no tiene hijxs, pero tiene animales y los cuida con delicadeza, la forma de vivir del campesino es a partir del territorio, aunque cada vez es más difícil para él, dice que le duelen las rodillas.

A unos metros del rancho de Orlando está pieza de Ramona. Es de adobe, así que puede mantenerse caliente a pesar del frío que cala los huesos en invierno en aquel rincón cordobés. Allí ella tejía, siempre tejía, cocinaba, rezaba, dormía. Orlando comenta que aún está todo intacto, porque sabe que su madre es historia.

“Quiero mantener todo para que la gente venga acá, que quede como un museo”.

Otra cosa, comenta Orlando, es que quiere hacer un mapa, “un mapa de cómo van quedando las chacras, va quedando un desierto, porque acá antes había muchos vecinos, mucha gente alrededor”, una idea muy significativa en una provincia donde apenas subsiste entre el 2% y 1% de monte nativo, para mostrar cómo el monocultivo se afana todo, el monte, los animales, las historias, las memorias, las formas de vida campesinas, la tierra.

*Fotos: Ezequiel Luque para La Tinta

*Otras notas sobre Ramona Bustamante:
Ramona Bustamante vive en la resistencia campesina
Un año de la partida de Ramona: Las Maravillas la celebra (La Tinta)

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