Hinchas de Talleres tiñen de azul y blanco el legado de Atilio López

A 50 años del asesinato de Atilio López, hinchas de Talleres pintaron un mural en su honor en barrio Jardín Espinosa. "El Negro", símbolo del movimiento obrero y ferviente hincha, fue asesinado por la Triple A en 1974. La obra reivindica su lucha y su amor por Talleres, levantando sus banderas y memoria.

El 16 de septiembre de 1974, el sindicalista, vicegobernador y ferviente hincha de Talleres, Atilio López, fue asesinado por la Triple A en un crimen que estremeció a la Argentina. Este lunes 16 de septiembre, 50 años después, su figura volvió a brillar en Córdoba, en un mural que lo inmortaliza en las paredes del barrio Jardín, a pocos metros del estadio del Matador. Sobre la calle Justiniano Posse 1149, esquina Pablo Belisle, el rostro del "Negro" López, como lo llamaban cariñosamente, mira hacia su barrio y hacia su equipo, como lo hacía cada fin de semana.

Un homenaje desde las calles y los corazones

El mural que ahora adorna las calles de Barrio Jardín es mucho más que una pintura. Es un símbolo de resistencia, una bandera que levanta las causas por las que Atilio López entregó su vida: la defensa de los derechos laborales, la justicia social y el amor por el club que lo acompañó hasta el final.

La intervención fue organizada por el grupo Pintadas Albiazules, junto con los espacios Amor Irreversible, Núcleo Centenario, Resistencia 1913 y Encuentro de Mujeres Albiazules. Para los hinchas de Talleres, el "Negro" Atilio no es solo una figura política, sino un ícono popular, un tipo que alentaba desde las gradas con la misma pasión con la que defendía a sus compañeros de trabajo.

La convocatoria fue clara: “Homenajeamos su lucha y su amor por Talleres. Reivindicamos sus banderas y levantamos la azul y blanca en su honor, por la defensa de los derechos, la historia y la pasión de Córdoba”. Un mensaje que sintetiza lo que Atilio significó para su tiempo y lo que su figura sigue representando para las generaciones actuales.

Foto: Gachi Martínez Ghirardi

Un líder sindical y un hincha de corazón

Atilio López nació en 1929 en el seno de una familia humilde de Córdoba. Como tantos otros de su generación, trabajó desde joven para ganarse la vida. Empezó como chofer de colectivos, pero muy pronto se convirtió en una de las figuras más destacadas del sindicalismo argentino. Fue secretario general de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y uno de los líderes más visibles del movimiento obrero en los años 60 y 70, un momento clave en la historia argentina marcado por luchas sociales, dictaduras y la reivindicación de derechos laborales.

Atilio fue una pieza central en el Cordobazo, la histórica rebelión de obreros y estudiantes que en 1969 desafió al régimen dictatorial de Juan Carlos Onganía. En las calles de Córdoba, Atilio, junto a otros líderes como Agustín Tosco, enfrentó la represión y alzó la voz por los derechos de los trabajadores. Este acto de resistencia consolidó su imagen como un líder comprometido con las luchas populares. Pero, más allá de su rol político, López tenía otra gran pasión: Talleres.

Atilio era de los que no se perdían un partido de la "T". Su amor por Talleres era parte de su identidad, un vínculo que lo conectaba profundamente con el barrio y la gente.

Con micrófono en mano, Atilio López; a su izquierda, Agustín Tosco.

Un asesinato que sacudió al país

En septiembre de 1974, Atilio López viajó a Buenos Aires por asuntos sindicales y políticos. Había participado en diversas reuniones clave para el movimiento obrero, pero decidió quedarse un día más en la ciudad para ver jugar a su Talleres contra River Plate. Pero lo que debía ser una noche más de fútbol se convirtió en tragedia.

Al término del partido, López fue secuestrado en la puerta del hotel donde se hospedaba. Lo interceptaron miembros de la siniestra Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), un grupo parapolicial liderado por José López Rega, ministro de Bienestar Social y hombre de confianza de Isabel Perón. Atilio López fue trasladado junto a su amigo y también sindicalista Juan José Varas. Al día siguiente, sus cuerpos aparecieron acribillados en un descampado a orillas de la Ruta 6, en Exaltación de la Cruz, provincia de Buenos Aires. Más de 130 disparos fueron el sello de la brutalidad del crimen.

Este asesinato fue parte de una ola de violencia que comenzó a gestarse en esos años, y que tenía como objetivo eliminar a los referentes del movimiento obrero y la izquierda. La Triple A había apuntado a Atilio López por su rol de líder sindical combativo y su cercanía con los sectores revolucionarios del peronismo.

La noticia de su muerte sacudió a Córdoba y a todo el país. No solo se había perdido a un dirigente que defendía con firmeza los derechos de los trabajadores, sino también a un hombre íntegro, comprometido con su gente y con sus ideales.

Foto: Gachi Martínez Ghirardi

Un legado de lucha y pasión

El legado de Atilio López no se limita al ámbito político o sindical. Para muchos, el "Negro" representa lo mejor del alma popular cordobesa: la mezcla de lucha, humildad, solidaridad y amor por el fútbol. Fue un hombre que, desde sus orígenes como chofer de colectivos, supo convertirse en un líder sin perder jamás el lazo con la gente común, con el hincha de a pie que sufre, lucha y sueña.

A 50 años de su asesinato, el mural en Barrio Jardín no es solo una obra de arte urbano. Es un recordatorio de que la memoria sigue viva, de que las causas por las que luchó Atilio siguen vigentes, y de que su amor por Talleres sigue latiendo fuerte en el corazón de Córdoba. Su rostro pintado en las paredes de Barrio Jardín es un homenaje a su lucha, pero también un mensaje claro: en Córdoba, ni los obreros ni los hinchas olvidan.

Comunicador popular. Vecino de Barrio Yapeyú. Me dedico a la fotografía, la redacción y a hacer muchas preguntas.

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