Crónica de un cierre de campaña libertario en Córdoba

Me llamaron la atención todos los elementos que había en escena: robados, prestados, contradictorios. Una especie de punto de encuentro entre el mileísmo y el macrismo cordobés. Esto aún está en construcción, todavía hay una identidad muy difusa.

Por Santiago Siskindovich para Enfant Terrible

Fui al acto de cierre de Milei. Muchos puestos de chori y bebidas. Dos cuadras de la Yrigoyen, bastante llenas, lo que sería algo así como cuatro o cinco cuadras normales. No las dos millones de personas que algunos libertarios entusiastas dijeron que se habían concentrado, pero sí unos cuantos miles. Intenté acercarme al escenario antes de que empiece el acto, pero estábamos tan apretados que era imposible avanzar. Familias, parejas y grupitos con muchas banderas amarillas de LLA y argentinas. Y mis intentos de sortear a la gente, haciendo maniobras por calles laterales, me terminaron condenando a ver y escuchar todo bastante a medias desde el Buen Pastor.

Mi primera reflexión, es que había bastante gente. Mi segunda reflexión, que el público era muy variado. Diferentes edades (aunque un poco más de jóvenes), diferentes géneros (aunque un poco más de varones), diferentes sectores sociales. Había señoras chetas entusiasmadas ante la mención de Macri (“presidente Macri”, como dijo Milei a la usanza yanqui), pero la composición general era muy heterogénea y popular.

Seguir insistiendo con lo cheto o lo incel del público de Milei, es no entender de qué se trata este fenómeno.

Escuchamos unas cuantas veces en loop Panic Show de La Renga, hasta que arrancó el acto, en el que sólo hablaron Javier Milei y Patricia Bullrich, que fue muy ovacionada y funcionó como una especie de punto de encuentro entre el mileísmo y el macrismo cordobés. En el escenario además estaban Karina Milei, Ramiro Marra, Agustín Laje y Victoria Villarruel, que también tiene sus fans.

Foto: Juan Cristian Castro/Enfant Terrible

Los discursos no dijeron nada muy nuevo, sino que revisitaron los clásicos hits, que se iban mechando con cantos desde el público: Que esta es la elección más importante de los últimos 100 años (¡Libertad, libertad!), que hace 100 años éramos el país más rico del mundo y ahora no (¡Massa, basura, vos sos la dictadura!), que el problema es la casta (¡La casta tiene miedo!).

Cuando habló Patricia ensalzó a la figura de Milei y planteó la dicotomía entre cambio y continuidad, que ahora ya está integrado a la campaña de LLA. Los discursos fueron breves pero bien entonados, porque al final de cada frase vibrante había ovaciones y gritos de aprobación.

Mi tercera reflexión es que Milei fue muy hábil y logró canalizar en su persona y en sus propuestas todo el descontento que se viene amasando contra el gobierno, pero contra el estado de cosas general. Nunca puedo dejar de asombrarme, por el hecho de que un personaje tan extravagante haya podido ser depositario de tanta esperanza y desde tan variados sectores acerca de un futuro mejor.

Foto: Juan Cristian Castro/Enfant Terrible

Me llamaron la atención todos los elementos que había en escena (y esta es mi cuarta reflexión); elementos en muchos casos robados (como el uso de la canción de La Renga luego de que los músicos se hayan mostrado explícitamente en contra); muchos tomados prestados, como la serpiente negra en fondo amarilla de los libertarios yanquis, o la motosierra. Elementos contradictorios, como los cantos que arengan “Massa Basura, vos sos la dictadura”, cuando es una canción tradicionalmente entonada contra la Iglesia. O el discurso contra una casta que ya está más desdibujada que no sé qué y que ahora parece solamente aplicar al kirchnerismo, o a lo que no les gusta.

Y otros inexplicables, como difundir una foto de la Marcha del Orgullo de una semana antes como si fuera la noche del acto, para hacer pensar que la actividad era más grande de lo que realmente fue. Cosa que en este mundo de fake news y posverdad quizás no debería sorprenderme tanto.

La cosa terminó, la desconcentración fue bastante rápida y la gente todavía agitaba un poco, se comía un chori o se sacaba fotos posando con sus banderas.

Mi última reflexión es que esto está en construcción. Que todavía es algo muy contradictorio, con una identidad muy difusa y principios políticos muy poco claros, por lo menos en su dimensión más masiva. Y que ahí radica su potencial, porque las cosas pueden desvanecerse y perder relevancia si no logran llegar a estar a punto o a convertirse en la alternativa que se cree que es; o también, pueden crecer, cristalizarse y convertirse en algo cada vez más sólido y definitorio.

Foto de portada: Juan Cristian Castro/Enfant Terrible

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