Algo que capaz nunca te viste venir: los medios de comunicación y las redes sociales pueden causar síntomas propios de un trastorno de estrés post traumático. La razón: el consumo sistemático de tópicos que implican traumas colectivos.
Este no es el primer estudio de Thompson. En enero de este año se publicó otro artículo que establecía una relación entre consumir la cobertura mediática del Huracán Irma y la presencia de síntomas de estrés post-traumático (EPT). La media en tiempo de exposición mediática al tema era de 8 horas, distribuido en medios de comunicación, portales de noticias online y redes sociales.Una inferencia interesante se encuentra relacionada a otro estudio: la relación que juega el consumo de redes sociales en el desarrollo de estados de estrés, particularmente el efecto nocivo del rumor durante eventos traumáticos en redes como Facebook, Twitter, Reddit, entre otros.
El estrés no es algo menor. En personas con síntomas de trastorno de estrés post-traumático (TEPT) se observa una menor salud física, una menor calidad de vida, el desarrollo de depresión y ansiedad e inclusive un aumento de conflictos familiares.
El problema es que, retomando lo planteado por Rebecca Thompson, todo esto parece ser un comportamiento sumamente normal(izado): cuando algo malo pasa, queremos saber qué es lo que está pasando para formular un mejor modo de responder ante eso. La cuestión es que tiene el efecto contrario.
Esto permite mirar bajo otra óptica la influencia que muchas veces pueden tener los medios de comunicación y las redes sociales. Específicamente, pone énfasis en los posibles efectos que generan las coberturas sistemáticas sobre tópicos concretos, que pueden evocar cierto grado de violencia simbólica o material, y sus consecuencias en términos de relaciones sociales y comunitarias.
Aún más lejos, hace pensar en la operación biopolítica de la que se dotan ciertos medios de comunicación -o las clásicas operaciones de trolls en Internet- para establecer ‘estados comunes’ que hacen reventar el indignómetro, construcciones artificiales que edifican estados anímicos que responden más a una operación que a un simple efecto fortuito. Sí, ya saben de qué medios estoy hablando.
Tal vez ese es el problema por el cual los medios de comunicación y las redes sociales son en este momento el campo de disputa de la política tanto argentina como global: sus efectos son concretos y a su vez complejos de regular sin caer en una sistematización estatal de la censura -lo que no quita que opere en otros términos-.
Esto nos lleva hasta el debate ético respecto al rol que juegan los medios de comunicación y las redes sociales, pero también a la toma de conciencia de que ciertas instancias que parecen funcionar tanto por acuerdos con el Estado como por fuera del mismo. Hoy los medios y las redes sociales pueden herir de muerte la candidatura de ciertos proyectos o elevar a alturas mesiánicas a otros. Sí, ya saben de quién hablo.
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