ArtiVIHsmo, entre lo lúdico y lo político

Enfant Terrible estuvo en Casa Micaela (Mariano Fragueiro 395) actual espacio de encuentro de Act-Up, un colectivo de artivistas seropositives y no positives, para conocer quienes son más allá de sus diagnósticos. Una muestra de las contradicciones de poner el cuerpo en escena y hacer visible la convivencia con el virus y tensionar -o no-, un contexto donde se desdibujen los estigmas sociales al afirmar que “no es necesario tener VIH para luchar juntes”.

Por: Agustina Chora
Fotos: Act-Up

“Es tiempo de dejar de contar muertas y comenzar a hablar también de nuestros goces y placeres”
(More).

"Un cuerpo nace y es nombrado, medido, pesado, regulado. Se le asigna un género según su genitalidad y se lo va significando a lo largo de su vida" describe Ann Millet, trabajador social transmasculino, al narrar cómo la medicina designa qué cuerpos son eficaces y cuáles no. Pero también va a decir que "un cuerpo carga con historias, aventuras, sentires y afectos que van siendo simbolizados en grupos de personas". 

Un cuerpo es mucho más que un individuo y abarca casi tanto como una colectividad, pero ¿qué pasa con aquellos cuerpos que son marcados por un diagnóstico? ¿Qué pasa cuando las miradas y las voces son interrumpidas por esos cuerpos que se hacen presentes en la escena pública, narrando a través del arte como herramienta política?

“Somos esto y mucho más. La potencia está ahí, en el cuerpo, donde se lleva la sangre” comentaba Hori, une de les artivistas no positive de Act-Up, para continuar diciendo: “poner el cuerpo trae repercusiones, los roces que te ponen a pensar, te redescubren, y presenciar cómo la grupalidad te transforma de otras maneras, es enriquecedor”.

"El arte le pertenece a la vida", sabía decir el escritor inglés Oscar Wilde. También lo sabía el grupo de jóvenes neoyorquinos que a finales de los 80’ decidió fundar ACT UP para exigir reconocimiento sobre sus derechos como personas seropositivas y hacer de sus cuerpos un medio de expresión artística. Casi cuarenta años después, la organización Act-Up Córdoba resignificó la propuesta para darle una identidad local, un sentido propio, entonces “¿qué es lo que se espera que un activismo seropositivo narre?” Se pregunta Pascual, integrante del colectivo; una posible respuesta podría ser la de Mora, cuando refiere que va siendo momento de “dejar de contar muertas para rescatar la potencia que hay como colectivo, a través del sexo, la sexualidad y los afectos”.

Eso mismo que les permitió organizarse y planificar una ley de avanzada, la Ley Nacional de Respuesta Integral al VIH, Hepatitis virales, otras Infecciones de Transmisión Sexual y Tuberculosis, es la misma potencia con la que nos encontramos al entrevistar a quienes conforman el grupo, buscando conocer la singularidad de cada une, las contradicciones propias, las que se comparten entre sí y la invitación de que no hace falta convivir con el virus para luchar juntes. Es la mirada puesta en el reconocimiento sobre los derechos para personas que conviven con VIH.

-En está trayectoría que hicieron, ¿cómo vivenciaron a nivel personal esta modificación de la ley pensada desde un modelo integral y con una perspectiva de derechos?

Gonza: En términos simbólicos no es que produjo un cambio en la inmediatez y los reclamos ya venían de antes, como la pensión no contributiva, sólo que ahora se le dió un marco legal. Sería interesante conocer los relatos de quienes se están empezando a jubilar producto de la ley y que acceden a ese régimen previsional especial, ahí sí puede haber un cambio más concreto.

¿En términos de derechos? Y, hace falta la implementación. Por ahora se implementó lo del régimen previsional y de la pensión, pero los tratos ante discriminación, formación o la E.S.I., que rige desde el 2006, todavía no se implementan. Las políticas públicas no cambiaron, siguieron haciendo lo mismo, bajar un informe, decir “venimos haciendo esto, bueno chau”. En lo público hay poco intercambio a cómo lo propone la ley en el apartado de monitoreo de políticas públicas; por eso pienso la ley como un piso de derechos y cómo eso nos permite empoderarnos. Fue una síntesis de años de reclamos, luchas y organización.

“El hecho de que haya sido tan poco visibilizada la aprobación de la ley por parte de los medios hegemónicos, influye que todavía no se conozca habiendo sido aprobada hace más de un año”.

Doris: En lo personal es medianamente reciente, hace dos años empecé a hacerlo público y a poner el cuerpo en escena, pasar de comerme el viaje, de intentar procesarlo yo sola, a encontrarme con personas con VIH. Quienes venimos activando notamos un cambió más integral, antes el virus era visto sólo desde lo médico, algo a atender y listo, hasta que el estigma de las situaciones más de tristeza comenzaron a aparecer y eso nos invitó a pensarlo desde otro lugar. Aún así, me cruzo con personas que con esto de ser visibles se te acercan, te pones a charlar y te das con que siguen sosteniendo este discurso más biomédico de “VIH = muerte = SIDA”.

Gonza: Otra cosa que pensaba es que sí me dí cuenta que el activismo previo, el durante y el posterior, tuvo cierta repercusión en otras organizaciones sociales que comenzaron a escuchar, visibilizar y a decir “hay un activismo seropositivo”. Lo relacionaba con las faltantes de medicamentos en el 2019, cuando hicimos un corte en el Rawson, éramos diez o doce. Con el proceso de la ley hubo otra recepción y dijeron: “mira les pibis conquistaron una ley, ni más ni menos”, lo que hizo parar en otro lado a les activistas sacando comunicados como en las marchas del Ni Una Menos, donde mencionan a la nueva ley, o que sea consigna en la Marcha del Orgullo después de insistir durante tanto tiempo para que se nos escuche.

More: En los contextos más urbanos y en las grandes ciudades sí pudo haber tenido un impacto más simbólico, pero en otros territorios más alejados puede que haya cierto tabú para hablar, muchas de mis amistades que viven en Río IV vienen a buscar la medicación acá, porque no quieren que nadie les vea entrando en los dispensarios y hospitales.

“Las veces que quisimos discutir sobre estos temas nadie tomó esa posta, será que yo tengo una mirada más pesimista o qué, pero hace falta más tiempo para ver cuales son los efectos concretos de la aprobación de la ley, no sólo sobre nuestras vidas, sino también en los debates que se puedan dar en la sociedad”.

-Al respecto de la pensión, ¿Cuáles son las facilidades de acceso actuales y como era antes?

Gonza: Antes hacía falta un certificado médico oficial (C.M.O.) que se tramitaba en muy pocos lugares. Cuando salió la resolución durante el gobierno de Macri hubo algunos hospitales que te lo reconocían, pero en la mayoría te decían que no “porque no era discapacidad” y había que testificar un 76% de incapacidad laboral, lo cuál te terminaba perjudicando porque ANSES no quería comenzar el trámite. Ahora con la ley lo tramitás al toque, no hace falta certificado porque se entrecruzan los datos de historias clínicas digitales, firmas una declaración jurada donde ANSES ingresa los datos al Ministerio de Salud y lo tramitás solamente con el DNI.

“Otra modificación fue en lo laboral porque antes tenías que estar desempleade para acceder o no estar registrade y ahora sí podés estarlo, pero sin que el ingreso supere al mínimo vital y móvil, o sea menor a ochenta mil pesos”.

Hacerse visibles les permitió, entre otras cosas, la apertura a vincularse y dialogar con otras personas que se acercaron a compartir sus experiencias y dar ese reconocimiento al sentirse acompañades, por ejemplo, Hori comenta que desde que comenzó a estar en Act-Up se dió cuenta que convive con dos personas positivas y que no lo sabía: “es muy necesario abrir y generar esos espacios para el diálogo y el encuentro, hacer un efecto de eco, de reverberación y de cuidado”, concluye.

Por su parte, Gonza contextualiza y comparte que más allá del reconocimiento, se torna cada vez más complejo pensarse colectivamente debido a un contexto económico cada vez más jodido, sumado a las responsabilidades que tiene une de por sí, como los estudios y el trabajo. Se problematiza a sí misme de que no todes militan de la misma manera, o no deciden hacer visible su diagnóstico debido a las complejidades de convivir con el VIH en otras ciudades que no sean ser Córdoba, Rosario o Buenos Aires, por lo que tiene muy en cuenta que “cada experiencia y vivencia es única”.. Pone como ejemplo un amigo suyo de Tucumán que le supo decir: “sí, porque vos vivís en una gran ciudad y podés hacerlo, pero si acá decís que tenes VIH, quedas marcado”.

Al respecto también nos comparte: “Siempre es lindo ver cómo alguien recibe contención y acompañamiento, es lo lindo de pensarse colectivamente. Te pone a pensar en el campo biomédico, donde a veces el infectólogo no te da la contención que andas necesitando y poder charlarlo con alguien que también lo vive, es lo que más se agradece”.

“A mí me hubiese gustado cuando me dieron los resultados del diagnóstico, saber qué era cuando leía CD-4, carga viral, y preguntarme si esos números estaban bien. Creo que eso es algo que potencia el activismo, reconocer que es un trabajo no pago y el Estado tiene que estar presente asesorando, acompañando y conteniendo a quienes acompañan esos procesos”.

-Nuestras vivencias están atravesadas por esa contradicción de a veces no poder más, y sin embargo está esa revitalización de quienes acompañamos y nos acompañaron, ¿cómo lo vivencian ustedes?

Doris: Sí, igual en el acompañar hay ciertos costos porque ta' mortal, te revitaliza, pero me pregunto: ¿qué onda nosotras que venimos acompañando? El impacto de la vivencia es tan profundo que muchas veces en lo personal te desgasta, a nivel físico y mental, al punto de decir: “bueno pará un poquito”. Entre nosotras nos cuestionamos esto de: ¿todo el tiempo tenemos que hablar de VIH? A mí me deja picando porque me atraviesa, pero también sé que no soy mi diagnóstico y ahí, en esas intensidades que se van acumulando, pienso: ¿qué hacemos cuando ya no revitaliza? ¿Lo podemos hacer solas? ¿La salida es colectiva? Súper romántica la propuesta, ¿cómo hacemos para cuidarnos entre nosotras?

“Otra cosa es cuando se pasa de acompañar procesos a ser un extractivismo informativo sobre VIH”.

More: En su momento, con un grupo de amantes que vivimos con VIH, se nos había ocurrido militarlo a través de orgías, pensando situaciones de cuando te dan el diagnóstico y se te quita la posibilidad de hablar con autoridad sobre el sexo, la sexualidad y el autocuidado, porque fuimos y somos la prueba viviente de que “no supimos hacerlo bien”. Casi siempre que teníamos que contarles a nuestros papás, o hacernos los chequeos médicos, había algo en el lenguaje corporal que te hacían sentirlo y después no se hablaba de sexo, o lo contabas con culpa, y así surgió Tertulias, este grupo de orgías donde después de coger pedíamos comida y sacábamos a propósito las preguntas porque había algo que nos envolvía en esa discusión, sin que la culpa nos esté juzgando y nos recomendabamos como detectar diferentes I.T.S., porque una que chupo varios culos, algo sabe.

“Me pregunto si hay algo del goce y del placer que podamos decir y que haga que las otras personas tengan un punto de encuentro, más allá de estar contando cuántas somos las muertas. La estrategía de 'no hace falta vivir con VIH para luchar juntes', a mí me parece potente, al igual que hablar del sexo y no tanto de medicación, porque si no hablamos de sexo desde lo real, siempre nos va a faltar esa potencia”.

-Lo que viene girando alrededor de la entrevista es la puesta del cuerpo en escena, ¿cómo fue que surgió la propuesta de hacer artivismo? ¿Cuál fue la impronta qué le dieron ustedes?

Doris: Act-Up ya traía esa impronta, pero entre nosotras decidimos pensar cómo darle una identidad local. El otro día leímos un poema que decía: “si me queres coger, cogeme vichosa, si me querés, quereme vichosa”, eso ya es acercar mi cuerpo a la escena y acercar el VIH desde otro lado está bueno, porque siempre se habla de medicación, tratamiento, etc. Y lo artístico nos invita a jugar con eso también, invita a sentirlo al traer la dinámica de lo público, te permite interpelar a les demás.

Hori: Si, la potencia está ahí, en el cuerpo, donde se lleva la sangre. Como grupo y colectivo darnos esa mirada de que somos un completo cuerpo al ponerlo en la presencialidad, el desafío está en cómo mantenernos en el tiempo, pensar estrategias para renovar las propuestas, sabiendo que hoy estamos y mañana no sé, es necesario ir mutando. Lo interesante es esa combinación entre lo lúdico y lo político que resignifica totalmente al espacio de militancia. Poner el cuerpo trae repercusiones, los roces que te ponen a pensar, te redescubren y presenciar como la grupalidad te transforma de otras maneras, es enriquecedor.

Pascual: Ahí está el reverso de, ¿Qué es lo que se espera que un activismo seropositivo narre? Frente a ese registro a lo que va aconteciendo en la corporalidad, atravesado por el diagnóstico y el estigma, hay un reverso posible donde se vivencia el cuerpo de otra manera, donde pasa el roce, el contacto, el registro, esa energía que te retroalimenta en esa puesta en escena, quizás no desde el reconocimiento, sino de un ojo que te mira en otros términos. Lo que hace que ese hecho deje de pertenecernos para pasar a ser de quién lo vé y lo interpreta, es necesario visibilizar pero sabiendo que no somos solo un diagnóstico.

Agustina, me dicen Chora. Profesora y licenciada en psicología (UNC). Escribo y después veo que onda.

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