Adrián Lakerman: “el humor es una forma de comunicación honesta” 

Mañana a las 21h, en Studio Theater, se estará presentando "Un Barco Llamado Loperman" de Adrián Lakerman y Charo López. Una obra espontánea, provocativa y graciosa. Previo al show, el guionista estuvo en contacto con Enfant para charlar acerca de los "límites" del humor; las diferencias entre la comedia y la solemnidad; y el objetivo de narrar una historia poco investigada: "la viveza criolla".

Para todo hay una fórmula, incluso para el éxito. De lo único que los humanos no pueden zafar es de elegir con qué si y con qué no reír. Las exigencias aplicadas al humor y a la comedía son parecidas a las demandas que se le solicita a ciertos géneros musicales como la cumbia, el cuarteto o el hip hop: entrar dentro de los cánones del arte. Sin embargo, cuando la risa aparece, lo grotesco irrumpe. Si alguien ríe, los demás giran para observar qué pasa.

Lo que habría que distinguir son las categorías que envuelven al terreno de lo insurrecto, es decir el chiste. Si bien todo forma parte del mismo mundo, la comedia es la teatralización de lo cotidiano, ya sea para satirizarlo de manera estereotipado o dramatizarlo en personajes con diferentes grados de profundidad. Lo que no puede olvidar la misma, es de buscar la identificación de lo bello, en lo absurdo.

En cambio, en el humor y en el chiste, la espontaneidad está presente desde el momento en que los sujetos ubican algo donde no debe ir. Un código grupal y al mismo tiempo universal. Para el psicoanálisis es una conversación desde lo inconsciente. En criollo: las desgracias pueden resultar graciosas si cada quien se permitiera reírse de las mismas.

En Argentina existe una relación directa con la comedia y el humor, empero es una historia muy poco explorada. Comediantes como Jorge Porcel, Juana Molina, Antonio Gasalla, Humberto Tortonese, Charo López o el invitado a participar de la nota, Adrián Lakerman, le dieron vida a personajes tan cercanos a la kiosquera del barrio, como al privilegiado contador que vive en un country y se queja de los cortes de ruta por “culpa de los delincuentes piqueteros”.

La “viveza criolla” que es parte de la cultura del país, sintetiza una parte de la basta idiosincrasia que caracteriza a las y los argentinos: hacer comedia de la tragedia. En los años 80's, por ejemplo, con el regreso de la democracia, también explotó la avidez y necesidad de hacer de la calle un teatro. Alguno de los mencionados artistas surgen de esa escuela. Otros más contemporáneos, aprendieron de ellas y ellos.

Uno de esos aprendices es Adrián, quien al notar que no había un camino trazado para conocer la herencia de personajes que surgieron de la necesidad y la urgencia de reír, elaboró el podcast Comedia. Guionista y productor, se interesó de qué se ríe el argentino, cuando no está pensando en la crisis. De eso también va su obra más reciente junto con Charo López: “Un Barco Llamado Loperman”, que se estará presentando mañana a las 21h, en Studio Theater.

Previo al show, el guionista estuvo en contacto con Enfant para charlar acerca de los “límites” del humor; las diferencias entre la comedia y la solemnidad; y el objetivo de narrar una historia poco investigada: “la viveza criolla”.

Fotografía: Nacho Luna para el libro "Cómo Pisar una Cáscara de Banana" de Adrián Lakerman.

Enfant Terrible: Quisiera arrancar preguntándote: ¿Cuándo te diste cuenta que encontraste tu timing y estilo de comedía? Y ¿Qué cosas de la vida cotidiana te hacen llorar de la risa?

Adrián Lakerman: No siento que tenga un timing o estilo para hacer comedia porque viste que soy joven en el uso de la actividad. Tengo más tiempo profundizando en la investigación en comedia. Trabaje más realizando guiones que actuando. Tampoco sé cuál es el timing. Te puedo decir que uno tiene cierto ritmo y eso puede ser, tengo un ritmo mucho más cansino, más calmo, más partener o más servidor de pie o de objeto de burla más que de protagonista de humor. Eso creo que puedo leerlo hoy en día, pero también es más dinámico porque se puede ser más protagonista en un lado y más servidor en otro.

En la vida me hace llorar de risa mis hijas, mis amigos, mis amigos del secundario. Hay un nivel de confianza en donde uno puede ser lo más parecido a uno mismo. Decir cualquier cosa porque aparece el humor, aparece lo honesto. El humor es una forma de comunicación honesta. Está todo ahí, lo bueno, lo malo y cuando tenés mucha confianza los chistes aparecen. La mejor forma de comunicación es a través del humor, es un modo de decir y está vinculado con el amor.

E.T: ¿Se puede considerar pecado la solemnidad cuando lo cotidiano ofrece posibilidades para la comicidad?

A.L: Estoy en contra de la dictadura del humor. La solemnidad es necesaria. Yo no quiero políticos graciosos, quiero que trabajen bien de políticos. Si hay que ser solemnes porque hubo no sé, un crimen o una inundación, hay que ser solemnes. Para mí el problema es cuando eso se confunde y se es solemne del humor, como ver a un humorista siendo solemne en sus redes sociales u humoristas gráficos que, para que uno piense los problemas de la universidad pública, te hace un tipo con un cartel que dice “apoyo la universidad pública”. Chúpame un huevo ¿Dónde está el misterio ahí? ¿Dónde está la búsqueda del pensamiento, la intelectualidad, todo el resto?

No me parece un pecado la solemnidad. Lo cotidiano también te ofrece posibilidades cómicas pero no todos consideramos la vida como algo cómico. Hay gente que no se ríe todo el tiempo. Yo estoy hinchando las bolas todo el tiempo, con el cajero, con mis hijas pero no es así en todos los casos. Hay gente que vive el humor de una manera, que es cuando va a ver a Moldavsky o al Negro Álvarez y fin, muere ahí. No está mal eso. Lo cotidiano nos ofrece comicidad pero no hay que recoger siempre los guantes. 

Charo López y Adrián Lakerman. Foto: Diego Martínez para Tiempo Argentino

E.T: Voy con una pregunta conocida pero que quizás, según el contexto y el paso del tiempo, la pensás de otra manera ¿Por qué a la comedia se le demanda límites mientras que a otros géneros capaz se les exige más, como al drama o al terror?

A.L: El gran problema del humor es que no se considera como hecho artístico. El humor es una cosa muy bastarda dentro del arte. Algunos dicen que es por su origen. En Grecia, por ejemplo, estaba el pensamiento Apolíneo y otro Dionisiaco. Apolíneo era la parte más dramática, más sería y lo Dionisiaco estaba más emparentado con el vino y la joda. El humor esta vinculado con lo bastardo, con el sexo, con la joda, con el desenfreno.

Para mí el problema es ese, porque si lo consideraran arte, no se le pediría limites. El arte se encarga de mostrar incorrecciones, experimentar, decir estupideces, probar cosas. El arte es el lugar donde está todo permitido, es un acuerdo tácito donde todos sabemos que estamos dentro del mundo de la ficción.

E.T: algo que me llama la atención es tu curiosidad por la historia no contada de que tenemos una cultura arraigada a hacer comedia con poco. Aún, en épocas jodidas como en los 70's y la revolución del teatro callejero a partir de los 80's ¿Por qué crees que se nos da fácil esa “viveza criolla”?

A.L: a mí me parece que no está solo pensado con el humor, tiene que ver con una idiosincrasia, como la canción de Ignacio Copani de que lo “atamo' todo con alambre”, es una bosta. No me gusta a mí, pero algo pasa ahí de como es nuestra forma de ser. Tal vez una sitcom no nos vuelve locos o no va a ser super popular eso, pero nos causa gracia Tinelli parando el 160. Es medio injusto porque también, Juan Carlos Mesa, hizo una carrera en tele con guiones completamente de hierro o Les Luthier tienen 100 años de carrera con guiones también muy finos. Así que no sé si hay una explicación a eso.

E.T: Alguna vez te pasó de que te vengan a agradecer post show por lo qué hacés ya sea tus producciones o en Loperman con Charo? Y ¿Cómo te llevas con que la gente te quiera por lo que hacés, más en estos tiempos?

A.L: Suele aparecer algo re lindo con el público que es el agradecimiento por las risas. A veces no es algo puntualmente mío, con la obra de teatro pasa mucho de que la gente lo pasa bien. También con las columnas en Gelatina o con el podcast. La gente es muy amorosa a la respuesta a la tarea. Es el agradecimiento por la curaduría, por traer una cosa nueva, algo que no se acordaba o algo que descubrió. Con los libros también. Con los podcast aparece algo más del “gracias por acompañar”. Eso es tremendo, es precioso.

Fotografía por Diego Martínez, durante el show de Un Barco Llamado Loperman.

E.T: me gustaría preguntarte lo que vos siempre preguntas ¿Para qué sirve el humor?

A.L: el humor sirve para nada y es lo más importante del mundo porque estamos en una época donde las cosas tienen que servir. Hacemos cosas para ganar guita, generar contenido, likes. Si bien en mi caso es un método de trabajo, el humor en general está hecho para hacer reír al otro, como un arma de nobleza absoluta. Nada más lindo que querer conmover al otro con una risa y eso es hermoso porque lo que querés es muy noble. No le pedís nada a cambio, disfrutas haciendo reír y eso es lo más lindo. Y nada, el humor sirve para hacer feliz como el amor. Uno no puede elegir de que se ríe, uno solamente se ríe y eso es algo medio único.

E.T: Por último, si fuera tu último chiste, ¿Cuál harías?

A.L: no sé cual sería el último chiste, pero siempre me acuerdo que la familia de mi abuelo decía que él no iba a los velorios de los amigos porque ellos no iban a ir al suyo. A mí me encanta ese chiste porque me parece tan bueno, tan negro, tan incorrecto. De un viejo polaco que era muy querido pero no sé si era gracioso especialmente. Me parece un chistaso.

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