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Susy Shock: “Estamos en una crisis de la dirigencia general y la LGBTIQ+ no está exenta”
Susy Shock llega a Córdoba en formato trío junto a Caro Bonillo y Andrea Bazán. Durante el fin de semana presentarán un ciclo de shows acústicos, donde harán un repaso de sus álbumes anteriores “Traviarca” (2018) o "Buena Vida y Poca Vergüenza" (2014), y un adelanto del nuevo álbum “Revuelo Sur” que tiene fecha de estreno para octubre en el teatro Margarita Xirgu, Buenos Aires.
El arte puede ser tanto el reflejo de la realidad, como así también la posibilidad de contar una historia que devendrá en algo desconocido. El artista, a su vez, es consecuencia de las creaciones que proyecta sobre el lienzo, en la letra de una canción, una poema o una actuación.
Para quien hace las veces de artista, éste toma la realidad como un espacio de juego, un laboratorio para expresar lo que pasa por su cuerpo y proyectarlo hacia el exterior; así, todo espacio público se transforma en escenario y quienes se dedican al teatro independiente lo comprendieron a ultranza en los años 80’s, después de casi ocho años de dictadura.
Para la travesti, performer, cantante y artista Susy Shock, su vida nació en esos teatros de los años 80’s. Allí, encontró la voz marica que después se transformaría en canto y en grito de resistencia de derechos.
Hoy, la actriz y cantante transudaca llega a Córdoba en formato trío junto a Caro Bonillo y Andrea Bazán, presentando "Traviarcas Íntimas". Un ciclo de shows acústicos, donde harán un repaso de sus álbumes anteriores “Traviarca” (2018) o "Buena Vida y Poca Vergüenza" (2014), y presentarán un adelanto del nuevo álbum “Revuelo Sur” que tiene fecha de estreno para octubre en el teatro Margarita Xirgu, Buenos Aires.
Se estarán presentando hoy viernes a las 20:30hrs, en La Sidrería Cultural, mañana sábado a las 21hrs en Platz y el domingo 7 a las 20hrs en Otilia.
Enfant Terrible estuvo en diálogo con la poeta, conversando sobre la importancia de los afectos como parte constitutiva de la vida, el folclore y el teatro como actos políticos de resistencia, así como la necesidad de pensar otra realidad no hetero-cis-sexual como parte de la reivindicación del derecho a ser un monstruo.
“A mí el teatro me dio un lugar, un lugar de poder. Por eso tengo tanta valoración por el arte y el teatro en particular, porque te pasa por el cuerpo, te pasa por la voz y hay un reconocimiento y un cuidado de ese cuerpo y de esa voz que después lo traslado a todos los rincones de mi vida”, comenta al momento de presentarse.
Enfant Terrible (ET): ¿Quién es Susy Shock?
Susy Shock (SS): Como si se pudiera responder en una sola pregunta. Me gusta contestar a esto como contesta Marlene Wayar, “vamos siendo”, somos un gerundio. Tengo cincuenta y cinco años y esa es la única certeza numérica que tengo. Una va haciendo un caminito hasta que le toca pasar a otro plano. La propia aventura de algo que tengo para proponerle al mundo y lo que el propio mundo me ha dejado o no ser.
Soy ese primer abrazo de Nelly y el Benicho -sus padres- que yo rescato en tantos lados. Obreros que hicieron el acto hermoso de abrazar y una va comprendiendo con el tiempo que es un ser abrazado. Después entrás a tu propia comunidad y te das con esa primera rotura, de que no nos abrazan quienes nos tendrían que abrazar.
Yo soy Susy porque tuve eso y también otros tantos abrazos que trato de tener siempre a mano para honrar y agradecer. Creo que es uno de los posicionamientos que tengo frente al mundo sobre las generaciones que vienen, de las juventudes ni hablar. Nosotras que hemos sido abrazadas, tenemos ese enorme gesto corporizado en lo que somos, de no ir rotas por este mundo y tenemos la obligación de ir abrazando el mundo que viene.
E.T: Venís a presentar “Traviarcas Íntimas” junto con Caro Bonillo y Andrea Bazán: ¿Te consideras activista, artista, artivista o haces política desde el arte?
SS: Todo eso, un poco y depende del contexto. A veces hay que priorizar una parte sobre la otra. Creo que esencialmente soy una artista, soy un ser político porque todas las personas lo somos, pero a veces lo político comanda un poco más que lo artístico y yo trato, como artista, que lo artístico guione lo político, porque lo político es tan burocratizado que tiene muy poco vuelo, tiene mirada corta. A la realidad me remito, a quienes nos gobiernan me remito y a los modos de sostener estas cuestiones políticas que nos gobiernan, porque somos la sociedad que con nuestro voto le damos representatividad.
El arte, en todo caso debería, ser ese agitador, ese movilizador y se nota que estamos lejos, muy lejos de todos los hechos creativos que como seres tenemos per se. Venimos a jugar, a jugar para aprender, sabiendo que no hay cosa más sería que jugar. En el medio dogmatizamos eso, lo disciplinamos, lo encuadramos en cosas que son muy pequeñas y no nos sirven más que para ser estos seres que vienen a producir para que alguien se llene de plata y destruya el planeta.
SS: El folclore que pasa por el cuerpo “son canciones que construyen un paisaje”, supo decirme Ferni De Gyldenfeldt, ¿cuál es tu relación con el folclore?
SS: Soy hija de madre tucumana y padre pampeano, es algo que siempre sonó junto con el sabor de la comida que comía. El folclore es el aire en el que te instalás o te instala tu modo, tu lugar y cuando cuento que primero empezó por el cuerpo, es porque primero empecé bailando.
En la adolescencia apareció el teatro y con el teatro apareció la voz, la voz marica primero, para luego ser la voz trava. Y fue necesario que apareciera con un discurso propio, porque ese folclore no tenía un discurso de cómo yo amo, desamo o miro el mundo a través de una zamba. Fue mi generación la que tuvo que hacer eso, contarlo en voz propia. Ahí nos convertimos en cantautoras, compositoras, dramaturgas porque había que abonar en ese desierto.
Foto: Sebastián Freire
E.T: De la danza al teatro independiente y del teatro al canto en escena, ¿qué significó en tu vida haber transitado en la misma época que Batato Barea? ¿Qué fue ese regreso de la democracia y el hambre de comerse la libertad?
SS:Tenía catorce años cuando regresó la democracia, mi adolescencia fue ese regreso. Soy de la generación del Nunca Más. Ahí tenes otro gerundio, no es “ese mismo año”, fueron “esos años”, esa época. Volvieron quienes se habían ido, le pusimos palabras a las cosas que no estaban nombradas, una democracia nuevita que dolía y que era constantemente amenazada. Ese mismo momento el arte estalla con esas ganas enormes de libertad. Primero fui espectadora de Batato, Urdapilleta y del viejo Rojas cuando no estaba arreglado todavía, era todo descascarado y a la gorra, me tocó mamar eso, entender que por ahí era. Divertirme, pensar, revelarse junto con la música fue un momento muy poderoso. Más allá de los resultados políticos y económicos venideros de un país que aún sigue buscando cuál fue ese encuentro cultural revelador.
Soy de la generación que empezó a bailar la música en los boliches en castellano, semejante cambio cultural. Ahora es común escuchar Soda o Charly pero eso era algo que no sucedía, bailar y disfrutar nuestro idioma. El goce de nuestro propio idioma, todos estos cambios culturales se empezaron a dar ahí y soy el resultado de muchas de esas cosas que me enamoraron.
Después hubo otros momentos de pruebas, de acción en los 90’s que comenzaron a ser mal vistas, parecido a lo de ahora. De repente ese despertar produjo un quiebre “eso está mal, ahora hay que juntar guita, hacerse millonario, modernizar el país”. Es cierto que habían cosas que estaban mal con respecto a los servicios, pero había una campaña con todo lo que era “ser un país”, con nuestros trenes, nuestros servicios. Fue un discurso que comenzó a suceder.
Hay una resistencia también que sucede a partir de los derechos humanos. No es casual que nosotras y de la generación anterior como la de Lohana y Nadia se pararon frente a esos relatos de violencia y empezaron a discutir para ser parte de esa mesa chica en la que se decidían los derechos.
E.T: El término travesti es una categoría médico-jurídica latinoamericana, por tanto hay una doble potencia allí, ¿cómo fue ese proceso de resignificación en tu experiencia?
SS: Quiero ser justa con esas ancestras. Una ha heredado un trabajo hecho. Mi generación tuvo más allanado el ser sujetos políticos protagonistas. A mi me pasaron la palabra travesti como algo ya hermoso, había un empoderamiento que te hacía sentir que estaba bueno y que podías pertenecer porque había algo que estaba discutiendo el todo. Ni en Europa ni en Estados Unidos tienen ese empoderamiento de lo travesti. Ese empoderamiento sigue siendo incómodo y quiero pararme desde esa incomodidad porque es una época donde hay que abonar lo que viene y poner nosotras los temas que se tengan que discutir y desde qué lado. Yo no quiero seguir abonando un mundo binario que nos trajo todos estos fracasos, que nos trajo hasta el punto, quizás, de la eclosión del planeta.
Entonces, volver a animarnos a escuchar esos ecos que hemos sido antes de la conquista hetero-winka-patriarcal que trajo la heterosexualidad obligatoria y anuló tantísimas posibilidades de expresión que nuestros pueblos tenían y donde nosotras éramos nombradas de formas poéticas, bellísimas y ahí, junto con ese nombrarnos, salían formas de ser parte de esas comunidades. Tenemos que ir hacía esa descolonización para encontrar algo que abra las puertas de una posibilidad de tener futuro, porque como vienen las cosas y bajo estas lógicas de capitalismo extremo que nos ha traído a esté fracaso, no hay futuro. En ese punto, yo quiero políticamente sostener lo trava como una idea a pensar el futuro y la posibilidad de tener una herencia.
E.T: Buena vida, poca vergüenza y la gesta del nombre propio, ¿qué significa poder nombrarse y reconocerse en la palabra de lxs otrxs?
SS: El “yo soy”. El texto “Monstruo Mío”, era mi propio ser que quería enunciarse, no tanto para que me miren y me quieran, porque a mi me quiso quien me tenía que querer. No tuve que pararme en el escenario y buscar ese afecto porque mi papá y mi mamá no me quisieron. El mundo heterosexual se confunde bastante porque piensa que todas sufrimos y yo les digo salgan a la calle, a las esquinas, a las cárceles, ahí van a encontrar a esas artistas que acá no están porque primero no las quisieron. Porque a mi me quisieron es que tuve la posibilidad de tener aventuras, como cualquier ser que tiene esa posibilidad. Por eso encontré en la síntesis “Susy Shock, artista trans sudaca”, el titular desde donde yo voy a pensar esté mundo.
E.T: En la estética de lo feo se explica sobre la complementariedad de lo bello en lo feo, y viceversa. Vos hablás de reivindicar el derecho a ser un monstruo, ¿en qué momento empezamos a querer ser normales?
SS: Cuando vos querés que te quieran, porque necesitas que te quieran, aceptas lo que sea. En nombre del amor si tenes que bancarlo o tenés que llenar el vacío de la forma más pedorra, lo vas a aceptar y eso también pasa con el mundo. Queremos que nos acepten en los términos que nos da el mundo y ese es el error.
Los vínculos son como ellos tienen vínculos. Cuando digo “ellos”, me refiero al régimen heterosexual. No me lo inventé yo, vayan y lean. No es si a un nene le gusta a una nena, eso es nimio. Hablo de un régimen que discute, ningunea, mata y disciplina todo aquello que no es heterosexual. Nosotras salimos a pedirles permiso, a querer parecernos. Digo nosotras para ser un poco buenas con nuestra dirigencia, que son las que han hecho ese trabajo. Estamos en una crisis de la dirigencia general y la LGBTIQ+ no está exenta porque también nos han traído a todos estos fracasos.
¿En qué momento nos burocratizamos? ¿En qué momento perdimos la rebeldía ahora que hace poco se cumplieron 55 años de la revuelta de Stonewall? ¿En qué momento dejamos la insatisfacción para querer parecernos a ellos? ¿Correr desesperadamente para sentarnos en sus mesas, copiar sus modos y comer sus comidas? ¿En qué momento?
Ahí es donde tenemos que llamarnos a la reflexión desde lo trava. Eso roto por algo es incómodo para ese “parecer” y para ese entrar a “su mundo”, hasta Macri inauguró una casa trans. No se si podría inaugurar una casa trava porque en lo trava, en lo torta, en lo puto, está esa papa que quema en las manos. Hay algo de esa insurgencia que sigue sucediendo en esas palabras y ojalá que lo sea para siempre.
Hay que insistir en que eso roto nos pertenece, en eso rompedor en todo caso, que es no ser ellos. Porque también le vamos a hacer bien a ellos, a quienes se correspondan y tengan el aprendizaje y la capacidad de entender de que hay otro mundo posible, más amoroso. Es lo hermoso que ha tenido la última revolución que ha conocido el mundo que fueron los transfeminismos y es desde donde tiene que salir lo nuevo para la reconstrucción de todo esto.
E.T: En una entrevista dijiste “nosotras nunca hemos tenido la posibilidad de tener el poder como para decir que hemos destruido este planeta”. ¿Crees que es hora de un “traviarcado”?
SS: Hay una frase que a mi me marcó mucho en la adolescencia: “hay cosas que no voy a ver pero vale el trabajo para que suceda”. Yo creo en eso, que sí, hay que ir hacía lo no dicho, capaz que termina siendo otra cosa pero todo lo anterior ya fracasó. Lo que no fracasó en este planeta es la capacidad de soñar.
Esta democracia es jovencita, y ya se han probado un montón de fórmulas, casi todas iguales. ¿Por qué no podemos probar otras? Vamos a construir sueños en plural, nuevos. Esta hora cronológica del planeta lo está requiriendo con urgencia, porque sino no hay más chance, hay que salir a buscar algo nuevo. Tenemos que estar a la altura para poder soñarlo porque es en lo que estamos fallando. Ojalá que el arte alumbre, encienda las chispas de lo nuevo que hasta vos y yo desconocemos, porque también venimos de ahí, de lo conocido y yo quiero sorprenderme. Capaz que estás generaciones nuevas así como dicen “no quiero ser ustedes” tengan la posibilidad de abrir las puertas para algo nuevo que es el futuro. Andá a saber, ojalá.
¿Hasta dónde las élites revolucionarias estuvieron dispuestas, exigidas por las circunstancias, a modificar las jerarquías sociales y plasmar un igualitarismo difundido a partir de la retórica revolucionaria?
¿Qué se discute cuando se habla de una EPEC como posible Sociedad Anónima? ¿En dónde se pone el foco del tema energético frente a la actual coyuntura? ¿Qué nos dicen la historia y la experiencia de otras SA?