Por Agostina Polischuk para Enfant Terrible

Que las derecha y ultraderecha internacionales se ensañen con los movimientos feministas, no es novedad. Tampoco lo es por parte del gobierno de Javier Milei, sino todo lo contrario. Desde la época electoral, La Libertad Avanza, apunta principalmente contra los feminismos porque han sabido visibilizar en sus demandas, no solo los distintos tipos de violencia de género, sino su estrecha vinculación con desigualdades de clase, de etnia y de nacionalidad. Se le suman, también, las causas ambientales, pueblos originarios, relacionadas a Derechos Humanos y justicia social. Demostraron, además, una capacidad de organización masiva, acapararon la agenda y propusieron leyes y formas de vincularse que cambiaron significativamente la vida de muchxs.

El modelo que propone Javier Milei, su séquito de liberales y las élites empresariales, van a contramano de las demandas y propuestas de estos sectores. Es por eso que construye discursivamente los cimientos para colocar a los feminismos como los enemigos sociales causantes de todos los males. Los intentos de proyectos en torno a la “renuncia de la paternidad” y la derogación del aborto; la negación de la violencia de género y la demonización de la ESI en sus discursos; así como el ataque a referentas de organizaciones populares, periodistas y artistas mujeres, son solo algunas de las operaciones en su contra. El gobierno se opone, ajusta y recorta un sistema de bienestar social que, aún imperfecto, llevó décadas construir y le da rienda suelta a los mercados para acumular cada vez más riqueza. Para ellos, la libertad siempre avanza. 

La construcción del enemigo necesario para el modelo de la libertad

El arco narrativo del modelo mileista, insiste en la corrupción sobre el financiamiento de las instituciones públicas y las vincula con el hambre de los sectores más pobres, como es el caso del INADI y su intento por cerrarlo. Pero, ¿cuál es el verdadero impacto de este tipo de herramientas en la comunidad? La mayoría de sus intervenciones están vinculadas a garantizar una mayor inclusión en el entorno laboral con respecto a las discapacidades, nacionalidades o la orientación sexual e identidades de género. De igual manera aborda el acceso a la salud y a la educación. También aporta significativamente en casos de gatillo fácil y crímenes de odio, ejemplo de ello fue el caso del travesticidio de Diana Sacayán.

En la exposición que dictó en el Foro Económico de Davos, en Suiza, definió al  feminismo como “una pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer”. Y explica su surgimiento de la siguiente manera: “Dado el estrepitoso fracaso de los modelos colectivistas y los innegables avances del mundo libre, los socialistas se vieron forzados a cambiar su agenda. Dejaron atrás la lucha de clases basada en el sistema económico para reemplazarla por otros supuestos conflictos sociales, igual de nocivos para la vida en comunidad y para el crecimiento económico”. Por si fuera poco, culpó a las organizaciones ambientales de infundir una falsa crisis climática y de alguna manera lo asoció con una disputa biológica de los sexos.

Milei da vuelta los conceptos, invierte responsabilidades y manipula brutalmente la historia y el sentido de realidad. Sus discursos no solo refuerzan prejuicios que podrían derivar en una violencia física, sino que lo que dice es completamente falso. Su relato es recurrente, lineal y no distingue audiencia. El ejemplo más reciente, es durante un evento en el colegio secundario Cardenal Copello -en el cual cursó su primaria y secundaria-. En el escenario lo acompañó su hermana y Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei y estudiantes destacadxs de la institución. De traje y detrás del atril de madera, se coloca los anteojos y casi sin despegar su mirada del papel, les habla durante más de una hora sobre el “lavado de cerebro de la educación pública”, de “los asesinos de pañuelo verde” y del aborto como un “homicidio agravado por el vínculo”. 

Sin salirse de su guion habitual, retomó sus críticas al comunismo y a los “zurditos”, un calificativo que implementó para burlarse de dos adolescentes que se desmayaron durante el acto. ¿No es la imagen del principal mandatario de la Argentina que dicta un discurso como tal en pleno acto escolar, el máximo ejemplo de adoctrinamiento que podemos presenciar?, ¿O solo aplica para feministas, docentes y referentes de organizaciones sociales?

En este sentido “prohíbe” el lenguaje inclusivo en la Administración Pública Nacional y apuntan a la perspectiva de género como su próximo objetivo: “Es un debate que no vamos a dar porque consideramos que todo lo referido a la perspectiva de género lo han utilizado también como negocio de la política”, expresó el vocero presidencial, Manuel Adorni. Como si pudiese borrar de un decretazo una forma de nombrar, de ver y de analizar el mundo. Son medidas que no tienen nada que ver con el ajuste y el proceso inflacionario que azota los bolsillos de las mayorías. Pero sí tiene que ver con la fabricación del paradigma libertario que parte de un individualismo extremo y que colisiona con la ética feminista del cuidado. ¿A qué nos referimos con esto? Que lo colectivo es necesario para el desarrollo individual y la autonomía de las personas, y que la igualdad ante la ley sólo es posible si hay un piso de igualdad de derechos.

“La centralidad del 8M tiene que estar en el hambre”

"Quizás el problema es que la espuma está siendo necesaria para algunos”, contestó Lali Espósito en un móvil sobre los ataques que recibió por parte del presidente cuestionando su profesionalidad, éxito y acusándola de “vivir” del Estado. Una espuma efervescente que tape los platos que no pueden llenar los comedores comunitarios por los recortes que sufren por parte del ministerio de “Capital Humano”, a cargo de Sandra Pettovello, la misma que daría contención a “los caídos” como consecuencia de las medidas tomadas. Espuma que rompa el hervor de sus tuiteros para asestar los golpes simbólicos necesarios y erosionar, aún más, el tejido social de la democracia.

En medio de una estrategia planificada de recesión, inflación y ajuste, el gobierno interrumpió el reparto de mercadería para los comedores populares. Una omisión inédita. Según el último informe de la UCA, de diciembre a enero la pobreza se incrementó casi un diez por ciento, pasó del 49,5% al 57%. Un aumento que tendrá su impacto en los sectores feminizados, que ya en el 2023 representó un 64% de la población de menores ingresos.

Hoy, la urgencia pasa por la emergencia alimentaria, de ahí se desprende el modelo de producción, de desarrollo y todo lo demás. En esta sintonía se expresó Georgina Orellano, titular de AMMAR: “La centralidad del 8M tiene que estar en el hambre”. También agregó la necesidad de “Mirar a esas compañeras que no tenemos trabajo registrado ni jubilación. Si queremos que sea popular, que la agenda sea lo que está en el centro y en el centro está el hambre, está la precariedad, está en trabajo informal, están los trabajos y las trabajadoras no reconocidas”, concluyó Orellano.

No implica, sin embargo, regalarles las disputas en torno al INADI, la perspectiva de género, el lenguaje inclusivo, la ESI, el aborto legal, las políticas para prevenir y erradicar la violencia de género. Los feminismos somos teoría y práctica, tenemos demandas pero también una agenda propositiva construida de manera plural y transversal que disputa el modelo actual desde una política del cuidado. Podemos y debemos discutirlo todo: este 8 de marzo y en los días que siguen, en las calles, en las redes, en las aulas, en los barrios y en todas partes.