Laura es recordada como una persona alegre, solidaria y activa, querida por sus pares. Sobre esa alegría se monta el dolor de un crimen aún impune, que dejó ver la indiferencia del Estado y la sociedad para con les travestis-trans. Ayer se cumplieron seis años de su brutal asesinato y nuevamente su familia, vecines y organizaciones salieron a marchar para que se haga justicia, por ella y por todas las víctimas de la violencia sistemática sobre les cuerpes que escapan de la heteronorma cis-sexista. De este modo, a pesar de su muerte, Laura se convirtió en bandera y lejos de caer en el olvido se mantiene presente, ahora y siempre.