Chile: El Apruebo gana en las calles y el Rechazo en las encuestas ¿Quién gana en las urnas?

Los actos de cierre de campaña y la movilización en las calles son el fuerte del Apruebo, mientras los fríos números y el gran financiamiento son trinchera de Rechazo. En el medio hay incertidumbre. Por primera vez el voto obligatorio llevará a 15 millones de personas a votar en Chile el próximo 4 de septiembre. Lo cuenta Ezequiel Peressini desde Santiago, para Enfant Terrible

Por Ezequiel Peressini para Enfant Terrible desde Santiago de Chile


Santiago de Chile. Son las 15 horas del jueves 1 de septiembre. Último día de campaña de cara al plebiscito de salida. En centro de la ciudad, la icónica Avenida Alameda comienza a nutrirse de personas que con banderas y carteles que llegan con entusiasmo y anhelo de cambio al acto del Apruebo. Cuatro generaciones movilizadas. Llegan los adultos mayores, que no olvidan la persecución, la tortura y la represión de Pinochet y que cada 30 de agosto – el día del detenido desaparecido -  llenan la plaza frente a La Moneda de carteles con los rostros de los desaparecidos en dictadura y en democracia. Llegan sus hijos, que vivieron las falsas promesas de la transición y los 30 años de mentiras. Llegan sus nietos, los del Pingüinazo del 2006 y la rebelión estudiantil del 2011. Los del Estallido del 2019. La cuarta generación parece invisible pero está. Son los que vendrán, los niños, niñas y niñes. El futuro y al mismo tiempo el presente. 

Pasadas las 18 horas comienza el acto con una performance teatral que retrata el plebiscito del 88 donde triunfó el NO, marcando el final del gobierno de Pinochet y el llamado a elecciones generales. Por los parlantes, los clásicos de Los Prisioneros y el “baile de los que sobran” es coreado por decenas de miles de personas.  La “chela a luca”, el autóctono “terremoto” y el “sanguche de potito” sirve de alfombra gastronómica y culinaria para miles de jóvenes trabajadores que se amontonan en el centro de Santiago para aportar al triunfo del Apruebo.

Ocho de la noche. Desde el escenario, hasta el Centro Cultural Gabriela Mistral – unas tres cuadras bien largas y anchas de doble vía - no cabe un alfiler. Las faldas del Cerro Santa Lucia, sirven de tribuna para que las familias se puedan instalar con mayor comodidad y, a pesar de que sus puertas de acceso están cerradas, la parte superior está copada si permiso por quienes acumulan experiencias en saltar rejas y molinetes de Metro. 

La movilización sigue creciendo y se extiende varias cuadras hacia poniente, rumbo a la Plaza Dignidad. En ese espacio la comodidad permitía la actuación de "les chinchineres” -"les" porque según cuentan por Santiago, ahora participan mujeres, antes del ascenso feminista, era cosa de puros hombres”- que marchan tocando sus bombos, colocados en sus espaldas y sus platillos conectados por una cuerda a los pies. Las murgas de la Barra del Colo Colo y la U de Chile truenan con sus vientos y bombos el canto popular de las balas que nos tiraron van a volver” y un rapero del popular barrio de La Pintana cambia sus versos por cervezas, publicaciones y fanzines. No estamos todos, faltan los presos” es un canto unánime. Un clamor popular canta con una sola voz al grito de ¡el que no salta es Pinochet!.

La derecha del rechazo afirma que toda esa gente fue al acto por que le gusta “vacilar” y “carretear". Sin embargo, el festival fue mucho más que un festival y lo masivo de la concurrencia demuestra que el centro gravitacional del acto, al igual que el de todo proceso político desde el Estallido, no está encima del escenario sino abajo. El medio millón de personas que son "como bombas pequeñitas", expresan en las calles que las brasas del estallido social y sus demandas siguen encendidas, aunque hoy un poco menos brillantes, por la blanca cobertura de las cenizas que coloreó el maratón de elecciones pactadas por el Acuerdo por Paz del 15 de noviembre del 2019.

Una movilización contra la aritmética electoral

- Todos prometen todo y nunca cumplen. Con esta constitución o con la nueva, todos seguirán robando. Lo que yo quiero es que me devuelvan la plata de las AFP, como hizo Piñera con el retiro del 10%, que a mí me sirvió mucho.

Un trabajador empobrecido busca en el acto, motivos para votar Apruebo. En una rueda casi socrática, una muchedumbre busca convencerlo con volantes y el texto de la nueva constitución.

- Yo no sé leer bien, no entiendo, por eso estoy acá, explíquenme, insiste.

Finalmente, preocupado por tomar “la micro” hacia su casa, el trabajador se retiró pensativo. Esta pequeña escena cotidiana parece explicar, aunque sea un poco, el mecanismo por el cual la campaña del rechazo logra capitalizar el descontento social, la apatía, la despolitización y la desmovilización de una franja de la sociedad, que no necesariamente es orgánica de la derecha, ni de su núcleo más duro.

- No entiendo a los políticos, repetía sin parar aquel hombre de regreso a su casa.

Este es el resultado de una millonaria inversión destinada a una agresiva campaña de mentiras y falsedades en redes sociales centradas en encontrar chivos expiatorios que sean responsables de todas las crisis. Según informó NYC -Prensa, en base a datos del Servicio Electoral (Servel), el rechazo utilizó más de 2.000 millones de pesos chilenos -casi 2,3 millones de dólares- hasta el 31 de agosto. Gran parte de ese financiamiento provino de las donaciones de los grandes grupos empresarios como la familia Ossandón, la familia Cúneo dueña de Falabella y Tottus, ex ministros de Piñera como Félix de Vicente o Carlos Momberg Bórquez, accionista de Colum.

A pocos días del plebiscito, la derecha y el rechazo ganan en las encuestas, aunque pierden en las calles. Los últimas sondeos le dan una ventaja del 10% al Rechazo sobre el Apruebo. Este ha sido uno de los elementos más contradictorios del proceso. En el plebiscito de entrada que se realizó durante el 2020, un 80% votó por una nueva constitución redactada por una convención sin participación del Congreso. Casi dos años después, las encuestas y el clima político han acortado esa brecha hasta darlo vuelta, o bien, hasta alcanzar el empate técnico. Esa es la paradoja casi inexplicable.

A pesar de que las encuestas pronostiquen el triunfo del Rechazo, su acto de cierre en el Cerro San Cristóbal, juntó solo unas 500 personas.“Cuatro gatos locos” dijeron algunos dirigentes del partido derechista Renovación Nacional. Lo escuálido – o “intimo” como lo denominaron los diarios del día siguiente - de la convocatoria no pudo ser ocultado por los organizadores. La imagen de las transmisiones televisivas, pasadas las ocho de la noche, mostraban el anfiteatro Pablo Neruda barrido en soledad por el personal de limpieza.

Así, las encuestas dicen una cosa y las calles de Santiago dicen otra, pero la realidad es una y se resolverá en las urnas. ¿Cómo lo hará? Marta Lagos es especialista en encuestas, ácida usuaria de Twitter y referencia en consultas internacionales, su prestigio por haber caracterizado correctamente algunos procesos electorales la transforman en una eminencia. El 2 de septiembre publicó una importante reflexión de desanuda un poco las contradicciones para pensar la aritmética electoral:

Acto del Rechazo

“Las últimas encuestas que circulan privadamente le dan una diferencia de 10 puntos porcentuales de ventaja al rechazo en torno al 55% versus 45% del apruebo. Ayer el cierre de campaña en Santiago el apruebo reúne 500.000 personas mientras el rechazo 500 personas. Eso augura sin duda una ventaja importante del Apruebo en el Gran Santiago, al igual que sucedió en la 2a vuelta de la elección presidencial. Esa ventaja es la que determinará la distancia entre las dos opciones a nivel del país el domingo 4/S.”

En la misma línea que Marta, (aunque tal vez sin saberlo), una joven mujer esperaba encontrarse con sus compañeras de trabajo en el acto del Apruebo, cosa que parecía imposible en medio de un mar de gente y los nodos de internet móvil totalmente saturados. Mientras aguardaba, conversamos aprovechando la avidez por el debate que siempre se formaba una ronda.

- Ellos van ganando en las encuestas. Nosotros nos jugamos a ganar por abajo con los votos jóvenes que ingresan al padrón con el nuevo voto obligatorio. Tenemos que dar la pelea en todos lados. Yo voy a ser apoderada (fiscal) en las Condes (barrio “cuico” o cheto donde la derecha siempre gana). Esto se lo vamos a ganar aunque sea por un voto

Los militantes del Apruebo, saben bien que la política no es aritmética y han dejado todo en la calle para dar vuelta la tendencia marcada por las encuestas. Es que en esta elección el voto es obligatorio y con inscripción automática, lo que elevó el padrón a más de 15 millones de electores incrementando la participación de jóvenes y reduciendo la participación de adultos mayores. Ganar en los barrios populares de Santiago, arrastrar a los y las jóvenes que se incluyen en el padrón por primera vez y conquistar una participación masiva que supere las 8,4 millones de personas que votaron en la última elección presidencial es la estrategia que miles tomaron como propia de manera intuitiva.

La crisis económica, los pactos y el ruido nutren la incertidumbre 

Pero nadie sabe qué puede pasar el domingo y cómo responderán las masas en las mesas de votación. Cuando la realidad entra en la coctelera electoral y se sacude, el resultado siempre es incierto, como lo fue en las últimas elecciones de Perú, Colombia o las últimas presidenciales en las que Boric derrotó e Kast en la segunda vuelta. Lo que prima es la incertidumbre, porque nadie puede predecir el comportamiento del padrón electoral y porque le plebiscito es mucho más que una elección presidencial. La volatilidad de los votos no pueden trasladarse de un candidato a otro, nadie es dueño de ellos. Los partidos políticos son estructuras avinagradas que no dirigen cabalmente y están en rotunda crisis de descomposición. La crisis económica y política, que a pesar de una relativa estabilización por las expectativas que el gobierno de Boric, sigue latente y mete ruido en la campaña nublando los escenarios posibles trasformando a los pronósticos en mensajes oraculares.

Desde que comenzó la campaña pasaron cosas. Muchas cosas. Hechos que parecerían aislados, pero que al juntarse en medio de la campaña electoral, se combinan peligrosamente aportando a la polarización y la confusión. 

La crisis económica está golpeando a las familias liquidando el aumento de salario mínimo de las y los trabajadores con una inflación superior al 10% anual, algo no visto en décadas. Los bonos y ayudas económicas que el gobierno ha bridado con el plan “Chile Apoya” se esfumaron rápidamente, no alcanzan. El PBI se contrae y todos los economistas auguran una inminente recesión que achica el colchón económico del “neoliberalismo”. En este escenario, Boric postergó para después del plebiscito la reforma tributaria que viene pactando con los empresarios, y busca un acuerdo para reducir la jornada laboral de manera gradual a 40 horas semanales en cinco años a cambio de renegociar el pago de las horas extras como parte de una reforma laboral.

El miércoles 10 de agosto el gobierno y sus aliados firmaron un nuevo pacto que fue presentado con bombos y platillos. En él se incluyen una serie de “las mejoras y aclaraciones” – o sea: reformas - al texto aprobado por la convención, entre los que se encuentran la garantía de la no eliminación de las AFP, la restitución del Estado de Emergencia (algo así como el Estado de Sitio), limitar la plurinacionalidad y la autonomía en territorios indígenas cuidando el territorio de las empresas forestales, entre otros aspectos.

El objetivo del Gobierno que se suma al “aprobar para reformar” busca tranquilizar a los grandes empresarios garantizando la gobernabilidad y la inversión extranjera. Este pacto metió fricción dentro del comando del Apruebo y diversas organizaciones. En tono crítico, el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT) publicó una declaración que corrió como reguero de pólvora entre os grupos de WhatsApp:

“Este acuerdo genera malestar y desazón en los movimientos sociales. Sucumbir a las presiones de la derecha conservadora, favorece sólo al sistema político y podría ser un anticipo de otras acciones de estos herederos de la ex Concertación, con miras a alcanzar los dos tercios requeridos para impulsar después reformas a la constitución  desde el Congreso. Los aspectos incluidos en el acuerdo nos parecen irrelevantes, innecesarios, y fuera de lugar ya que surgen como respuesta a la presión de la derecha, sin prever su repercusión en el conjunto de los pueblos y movimientos sociales”. 

Estos pactos, sumado a relevantes hechos políticos que han tensado la realidad política y social del país. La detención del dirigente mapuche de la CAM, Héctor Llaitul y el sostenimiento del Estado de Excepción y militarización en el Wallmapu ha preocupado al pueblo nación mapuche. La destitución del jefe de inteligencia encargado de la macro zona sur por estar relacionado con el negocio ilegal de la madera mete más leña al fuego en las cuestionadas fuerzas represivas.

El escándalo generado por la performance en el que el grupo disidente “Las indetectables” se pasó literalmente “por la raja” la bandera chilena desembocó en la criminalización por parte del Gobierno y los dirigentes del Comando del Apruebo. La campaña se calentó y la agresividad fue en aumento en los últimos días. Durante una movilización, un ciclista del Apruebo fue atropellado por un carro a caballo conducido por un huaso (gaucho) que participaba en un acto patrio en apoyo al Rechazo. El diputado del Partido Republicano de Kast, De la Carrera, agredió a las piñas a un diputado del Partido radical y el hermano del presidente Boric recibió una paliza frente a la universidad donde trabaja. 

Todos estos hechos, en este escenario de crispación, alta polarización, idas y venidas mezcladas con las negociaciones en curso, han generado enorme confusión en el pueblo, una confusión que trasforma en impredecible lo que inevitablemente se resolverá el 4 de septiembre.

¿Qué pasará el domingo?

¿Quién ganará el domingo? ¿Qué sucederá con las energías del estallido social que busca un cambio cuando se mezclen en la coctelera del proceso electoral junto con los afiebrados derechistas reaccionarios y los confundidos? ¿Qué sucederá cuando los indecisos se decidan? ¿Cómo se expresarán los que nuca fueron escuchados? ¿Los jóvenes votarán por obligación o serán ganados por la apatía? No lo sabremos hasta la tarde del domingo.

Lo que sí sabemos es que Chile despertó, y aunque quieran dormirlo a palos y represión o al ritmo de los cantos de sirenas de tibias reformas, hasta el momento no lo han logrado.

La mujer que se prepara para fiscalizar el voto del Apruebo en Las Condes lo tiene claro:

- Este plebiscito no es de salida, es de entrada. Se usa el leguaje para construir realidad. Si ganamos en el plebiscito, no salimos, entramos en un nuevo proceso

El domingo se escribirá un nuevo capítulo de la larga pelea por terminar con la cosntitucion de Pinochet. De seguro no será el último. Si gana el Rechazo como dicen las encuestas, las calles exigirán una nueva Asamblea Constituyente, en el nuevo escenario donde la derecha buscara transformar el triunfo electoral en un triunfo político, que no es lo mismo. Si gana el apruebo, como marcan las calles, se abrirán nuevos horizontes por materializar cada uno de los derechos escritos en la nueva constitución y todos las demandas exigidas en el estallido social que aun aguardan ser resueltas. 

En las calles se cantan “Aprobar, aprobar, otra forma de luchar”, aunque décadas de luchas no entren en las urnas. Los del rechazo, que décadas anteriores sostuvieron la dictadura, ahora acuden a las urnas para seguir cuidando sus privilegios con la vacía consigna de “La weá esta mala y punto. Rechazo”. 

¿Podrá el sentir popular dar vuelta 10 puntos de diferencia en las encuestas? ¿Las encuestas podrán dar vuelta el sentir popular? El 4 de septiembre puede pasar cualquier cosa, menos empatar.

Somos el equipo de redacción de Enfant Terrible: el resultado de millones de años de evolución aglutinados en este irreverente existir.

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