Idas y vueltas de un municipio vaciado por el macrismo

Por Maximiliano Gallo para Enfant Terrible

El 2019 fue un año muy especial. Ya se que esto no tiene mucho sentido decirlo desde este 2020 de pandemia mundial, aislamiento social e interminables reuniones de Zoom. Pero si le metemos un poco de perspectiva histórica a nuestra visión, efectivamente el 2019 fue un año muy especial.

Cuando arrancó el 2019 parecía imposible seguir respirando ante el asfixiante gobierno de Mauricio Macri que recortaba derechos, perjudicaba a los trabajadores, endeudaba y permitía la fuga de divisas. Pero lo terminamos sintiendo en la cara la hermosa brisa de un cambio de época que se anunciaba más inclusiva e igualitaria.

Acá en Olavarría, este lugar desde el que escribo, en el medio del territorio bonaerense los aires ya no son tan buenos aires. Sobre la segunda mitad del 2019 el gobierno municipal que avizoraba la derrota de la Alianza Cambiemos a nivel nacional y provincial empezó a incrementar sus gastos “por encima de sus posibilidades”, como nos decía Mauricio Macri. Los recursos del municipio se destinaron fundamentalmente en la campaña electoral, con el objetivo de retener la intendencia. Y lo lograron.

Los propósitos se cumplieron: el Intendente Ezequiel Galli renovó su mandato y el déficit se fue a más de 350 millones de pesos. A pesar de ser esta una ciudad “rica” que cuenta con impuesto extraordinario del 3% a la explotación de canteras. Y por acá las canteras se explotan y mucho; tanto que llenan de cemento la mitad de los caminos de la argentina y rajan las paredes de las casas de las localidades cercanas.

Como en todo municipio de la Provincia de Buenos Aires es el Honorable Concejo Deliberante el que debe realizar cada año una sesión especial para dar tratamiento a la rendición de cuentas del Poder Ejecutivo del periodo anterior. Como en ningún municipio de la Provincia de Buenos Aires esa sesión terminó sin que se discutiera lo actuado en 2019 y con la fuga de todos los concejales y concejalas del oficialismo ante una votación adversa. Y, como furgón de cola de ese trencito, el mismísimo Presidente del Concejo Deliberante Bruno Cenizo se fue corriendo mientras se ponía el saco por el pasillo, porque acá las mañanas son muy frías.

Antes de la histórica fuga, hubo idas y vueltas. Mil maniobras con el objetivo de lograr la tan ansiada mayoría oficialista que aprobara el déficit sin rendir cuentas. El gobierno local apeló a todo, dentro y fuera del recinto del Concejo Deliberante, pero sin dudas lo más cuestionable fue el impúdico ejercicio de la violencia machista por parte del Intendente Galli y sus seguidores. Una serie de nefastas frases dejaron al descubierto la misoginia reinante en el oficialismo, destacándose entre ellas la pronunciada por el propio jefe comunal: “hoy está de moda acusar a los hombres de violentos”. Típico de machirulo.

“Para muestra, un botón” escuché decir muchas veces. Por eso creo que lo que sucede en esta ciudad del interior bonaerense, es en menor escala lo mismo que tuvo que vivir la Argentina toda durante la pesadilla Neoliberal del gobierno Macrista: los campeones mundiales del diálogo y el consenso que no se bancan discutir con la verdad y de cara a la sociedad; los defensores de la república y que no respetan debatir dentro del ámbito de las instituciones de la democracia; los que se llenan la boca con acusaciones de violencia y terminan ejerciéndola contra quien sea que los cuestione. Los que vinieron a decirnos que debemos madurar como sociedad y no vivir por encima de nuestras posibilidades, y nos terminan dejando un déficit de millones de pesos. 354.650.773,27 pesos exactamente.