“¿Por qué bautizaste a tu hija si no crees en Dios?” me preguntó un compañero de trabajo sumándose a una larga lista de personas que me habían hecho la misma pregunta, en ocasiones hasta en modo desafiante e inquisidor. Una reflexión sobre el Estado Laico, el derecho a la libertad religiosa y la Apostasía como herramienta de contraofensiva a las campañas antiderechos de las iglesias.
Por Lucho Pajon para Enfant Terrible
Así
como a nivel país la comunidad católica de mi familia es
mayoritaria (el único futuro apóstata soy yo) y es muy difícil
oponerse a los mandatos de la tradición. Hace 4 años acepté la
ceremonia de primer sacramento, que se llevó a cabo en la parroquia
de mi ciudad, con profundo respeto, sin dejar de lado la inquietud
por estos temas cuya trascendencia ya podía vislumbrar. Lo viví con
emoción paternal aún con la plena conciencia de que transitamos
tiempos de desmitificación, de alejamiento de la religión, tiempos
de victoria de la ciencia sobre la creencia, el triunfo de la razón.
Pero explicar esto en un break laboral (por lo demás demasiado
breve) hubiese sido inconveniente y casi imposible de comprender en
detalle para mis interlocutores. Incluso para mí.
La predominancia eminentemente cuantitativa del culto católico ha sido la columna vertebral del poder que ostenta la Iglesia y que ha utilizado para influir en decisiones políticas, económicas, sanitarias, etc. El ataque al laicismo se lleva a cabo levantando las banderas de la representatividad dado que se considera católica a toda persona bautizada, oponiéndose sistemáticamente y con firmeza a todos los avances sociales a lo largo de la historia: divorcio, matrimonio igualitario, educación sexual, por citar algunos ejemplos.
En esa misma línea la iglesia católica se opuso al proyecto de Ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (I.V.E) desde la primera vez que se presentó allá por 2007. Sin embargo durante el debate en 2018 es cuando esta ofensiva recibe una respuesta más contundente por parte de los colectivos militantes y queda expuesta en todas sus contradicciones. Así es que el colectivo Apostasía Colectiva se transforma en líder de la tan necesaria contraofensiva. Apostatar es básicamente la supresión de los datos personales de los registros de bautismo, para lo cual es necesario enviar una carta informando la decisión de dejar de pertenecer.
Si bien actualmente no hay cifras publicadas ni datos estadísticos certeros sobre los resultados de la campaña, los grupos se multiplican a lo largo y a lo ancho del país realizando convocatorias cada vez más numerosas. Otro signo claro de que esta campaña camina progresivamente con más seguridad, es la aparición de alguna respuesta desde los altos mandos eclesiásticos: trabas burocráticas, presiones e intimidaciones a los solicitantes para hacerlos desistir de la apostasía entre otras. En ese sentido el juez vicario del Tribunal Eclesiástico afirmó que “el bautismo es un hecho concreto y real que no se puede eliminar, como el haber nacido en la Argentina”. Abogados y especialistas en Derecho Constitucional aseguran que estas declaraciones y acciones violan claramente la ley 25.326 de Protección de Datos Personales.
Para aquellos que deseen iniciar el trámite de apostasía la Coalición Argentina por un Estado Laico, en su página web www.apostasia.com.ar, ofrece una guía detallada con los pasos a seguir, además de facilitar un modelo de epístola para enviar a la diócesis correspondiente por correo postal. Asimismo invita a formar parte del grupo para obtener información de sus actividades y vías de comunicación: [email protected]
Dar
esta batalla no es ir en contra de las creencias de nadie (la
libertad de culto está garantizada en la Carta Magna) sino que
significa bregar para que aquellas no obstaculicen ni atenten contra
las mejoras en la calidad de vida (salud, derechos civiles,
educativos, etc) de ningún individuo sin distinciones étnicas,
religiosas ni de ninguna otra índole.
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