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Amazonia sin ley

La Amazonia puede pensarse como una síntesis de la contienda política en Brasil entre Lula y Bolsonaro. Un territorio en disputa entre el extractivismo y la usurpación de tierras y el respeto por las naciones preexistentes, la diversidad y la defensa del ecosistema.

Por Márcio Santilli


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Traducción por Virginia Acha

Grupo Especializado de Fiscalización (GEF) de Ibama combatiendo la minería ilegal de oro en la Tierra Indígena Kayapó, en el Estado de Pará (PA), Brasil.

Cada vez es menos cierto decir que la ley de la selva es la que impera en la Amazonia. Así fue en otros tiempos. En el bosque tropical, la abundancia de vida y la intensidad de la lucha por la supervivencia tornan cada vez más evidente la presencia de la violencia. Esta violencia, sin embargo, no difiere, en esencia, de aquella dirigida por las sociedades que se consideran “civilizadas” hacia los migrantes y otras poblaciones de orígenes geográficos, culturales, políticos o sociales diversos. Aun así, asociamos la palabra “salvaje” con la práctica deliberada de la violencia. 

La arqueología contemporánea enseña que la acción humana siempre fue protagonista en la producción de la biodiversidad, desde que los seres humanos viven y dependen de ella. La ciencia ha demostrado que la Amazonia es, también, producto de esa vivencia, lo que pone en evidencia que la asociación entre selva y violencia - la noción de “salvajismo” - es más colonial que propiamente humana. Se trata más del fruto de una extrañeza, de una exterioridad. 

No hay duda de que la selva impuso y continúa imponiendo una fuerte resistencia al padrón ideal de ocupación colonial, fundado en su consumo mercantil y, al final, en la supresión de sus recursos. Si consideramos la persistencia de la violencia colonial contra la floresta, intensificada por el avance tecnológico, es sorprendente que estas todavía existan, aunque cada vez en menor proporción. En este proceso, lo más evidente es que el salvajismo, en el sentido de la violencia, es la propia deforestación. Y que la vida, en sentido amplio, depende de lo que queda de las florestas. 

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“¡Selva!”

La página del Ejército en Facebook enseña que el saludo “¡Selva!”, comúnmente usado entre los militares, tuvo origen en la frecuencia con la que los conductores de vehículos militares repetían ese grito para indicar su destino, en la entrada del Centro de Instrução de Guerra na Selva, de Manaus. Nunca hubo una guerra en la selva ni en Manaus. La indicación de los conductores era que su destino estaba más allá del enclave urbano. El saludo también va más allá, expresando la voluntad de afrontar las penurias de la selva. 

El Ejército se vale del poder legal de convocatoria, mucho más efectivo que el de las demás instituciones públicas, para garantizar alguna presencia del Estado en la región amazónica. Presencia de un Estado estructurado por fuera de la selva, o de la Amazonia, que no fue constituido a partir de las formas propias de organización de las poblaciones originarias. Aunque el censo de IBGE considera como esencialmente rurales al 85% de los municipios de la región, el poder político en los estados se articula a partir de 20 ciudades, donde vive la mitad de la población y la mayoría de los electores. La mayor parte del territorio y quienes viven en él están al margen de las estructuras y de las inversiones públicas. 

La presencia del Ejército viene siendo reforzada, y aporta recursos y beneficios en algunas regiones de frontera. También se ha incrementado el reclutamiento local de efectivos, incluso de indígenas. Sin embargo, la indulgencia de los gobiernos delante del extractivismo organizado de los recursos naturales y la sucesión de asesinatos en la Amazonia ponen de manifiesto la ineficacia de la presencia militar para contener el avance de la criminalidad (incluso en las regiones de frontera), así como para garantizar la paz y la seguridad de quienes la habitan. 

En los últimos años, valiéndose de la impunidad, tomó proporciones inéditas la organización de la apropiación fraudulenta de tierras públicas, la invasión de territorio indígena y de unidades de conservación, asociadas a la exploración extractivista e intensiva de los recursos minerales y forestales. La violencia es uno de sus resultados, así como el aumento de la deforestación cada año.

Operación contra minería en la Tierra Indígena Mundurucu (PA) | Felipe Werneck / Ibama

Investigaciones recientes de la Policía Federal sobre la minería extractivista en las tierras Yanomani (AM-RR), Munduruku y Kaiapó (PA), así como sobre los asesinatos recientes en el Vale do Javari (AM) del indigenista Bruno Pereira y del periodista Don Phillips, muestran el protagonismo del narcotráfico, que lava dinero y se vale de la logística de la producción extractivista, controlando la creciente extensión de la Amazonia.   

También están siendo investigadas las relaciones entre esos engranajes del crimen organizado con empresas formalmente constituidas, que legalizan la producción extractivista en las respectivas cadenas productivas, junto con políticos y gobernantes. Esas redes de intereses criminales permean las presiones, en el Congreso Nacional, por la legalización de la usurpación de tierras y de la extracción mineral en territorio indígena. Así como impregnan la agenda del presidente Bolsonaro, con visitas a las minas y la presencia de los involucrados en sus lives y otros actos oficiales. 

Lula (al)lá

Si las elecciones de octubre confirman la victoria de Lula, como indican las encuestas, será este el tamaño de la bronca: desmontar las redes de formación de milicias en la Amazonia. La situación requiere, como emergencia, el comando sobre las fuerzas de la inteligencia policial y militar. Como estrategia, impone priorizar inversiones en proyectos de las poblaciones amazónicas marginalizadas, que todavía garantizan lo que queda en pie de la floresta. 

Lula pretende nombrar a un civil para el Ministerio de Defensa, crear un ministerio para asuntos indígenas y una secretaría especial para orientar el desarrollo científico y tecnológico de la Amazonia. Ha reiterado varias veces que va a eliminar el extractivismo minero en tierras indígenas y retomar la política de reducción de la deforestación. Desarticular las pandillas extractivistas organizadas será una condición de viabilidad para su programa de gobierno. 

Cooperativa de Trabajo Enfant Terrible Limitada.
Urquiza 1740 7A, Córdoba.