Práctica animal es un híbrido entre la experiencia personal y los roles sociales, las posiciones de poder y las desigualdades de género de la cultura patriarcal. Una reconstrucción autoerótica de que todo lo “natural”, no es más que la performance de los juegos de seducción.
La exploración a la que invita Solange el sábado 24, en el Sindicato de Maravillas, a partir de las 10:30h, es un viaje inmersivo de 4h, en donde el objetivo es desarmar las prácticas de poder para fundirse en lo lúdico de la estimulación corporal, individual y colectiva. Una herramienta de defensa, una técnica de cuidado.
“La conexión, capital erótico y combate, son sustento para la confianza, el erotismo y el juego. Conectar con el capital erótico que no está a disposición de un otro”, describe Solange.
Formada en artes escénicas y como coach de artistas, Coero Borga indaga alrededor de la sinestesia y del capital erótico. Cuatro años pasaron desde que encontró en práctica animal un método de exploración teórico y práctico de como las diversas maneras de estimular el cuerpo afectan a nuestra salud física y mental.
Acompañar procesos de duelo, de pérdidas, de resignificar sensaciones desagradables como el asco luego de atravesar un abuso, son tensiones que se ponen en juego en la grupalidad de movimiento warrior erótico.
“Surge como una posibilidad de darle nombre y sacar afuera aquello que sucede puertas adentro, hacia un encuentro grupal. Estos elementos están presentes en la práctica, sobre todo en el último año que atravesé una depresión bastante fuerte, lo que me permitió agarrarme de algo. Si bien es un entrenamiento, me gusta hacer hincapié en que sirve como herramienta de autorregulación para la vida diaria”, relata Solange.
El taller tendrá una valor entre 10 a 20 mil pesos. Según las posibilidades económicas de los participantes es el monto a pagar. Además del encuentro, el público podrá acceder a tres clases grabadas para adentrarse en la práctica animal. La satisfacción, el deseo, el placer y el reconocimiento de sí mismos, es la puerta de entrada.
“Nuestros movimientos se vuelven más distintivos, personales. Al tener tiempo se abre la posibilidad de explorar porque no nos está corriendo nadie. Me gusta que sientan que pueden hacer lo que no se imaginaron hacer y llevarlo a la acción”, concluye Coero Borga