Encuentro, Memoria y cuidado colectivo

Hoy juega Argentina vs Polonia en su última fecha de la fase del grupo C, un partido clave para la Scaloneta y millones de argentinas y argentinos. Y queríamos hablar de eso, pero no. No porque seamos menos fanáticos, incluso: ¡Queremos la copa y a Messi feliz! Pero ayer, las calles de la ciudad de Córdoba, volvieron a ser sede de la bronca organizada, de la tristeza transformada en lucha, de la opresión que se transmuta en alegría y libertad. Y así pasó la Marcha de la Gorra en su edición número 16, con una consigna clara: “Ocupar las calles, ¡libres o nada!”.

Por Julio Pereyra para Enfant Terrible

¡Ganen o mueran! ¡Ganen o morimos! Parecen decir las editoriales y los comentarios que detrás de una falsa sutilidad buscan esconder el exitismo que al fútbol le exigen, casi casi, desde su origen, y al que a las pibas y a los pibes de los barrios empobrecidos también se les exhorta. La meritocracia que rodea las sociedades, penetra cada rincón de nuestra humanidad: “si sos pobre y no llegás, es porque no querés”, “pobre es el que quiere”, “el que quiere puede”, entre los tantos comentarios que rodean a quienes son el último eslabón de una cadena que no para de oprimir.

Por el 20 de noviembre de 2007 las calles de Córdoba capital comenzaban a teñirse de colores e identidades, que empezaron a darle forma a un movimiento que hoy lleva ya más de una década, y que bajo la consigna “¿Por qué tu gorra sí y la mía no?” comenzaba a decir basta. Basta a los abusos policiales, basta a las detenciones arbitrarias, a los asesinatos en manos de las Fuerzas de Seguridad y las tantas prácticas violentas y represivas que ejercen las fuerzas policiales que son parte del Estado. Poco a poco, a lo largo y ancho de estos años, la Marcha de la Gorra se ha convertido en un movimiento que se renueva constantemente y se convierte en hoguera para todas esas violencias y en un hogar para las alegrías de todos los sectores populares.

Dieciseis veces: libres o nada

La convocatoria a copar las calles fue para el día de ayer a las 18 hs en Colón y General Paz, una esquina que tiene magia y hace de punto de encuentro de miles de luchas. A esa hora la temperatura era alta, las nubes y algunas gotas tímidas buscaban frenar el calor que igual iba a llegar al centro de la ciudad. Muchos vienen en transporte público, algunas otras juntaron los mangos para poder pagar un bondi y salir del barrio juntas. El calor, vuelve al bondi un horno. A puro bombo, cantos y abrazos empiezan a copar esa esquina quienes fueron protagonistas del día. Las viseras no ocultan esas miradas qué, habiendo tachado los días del calendario esperando esta fecha, se vuelven cómplices de otras que buscan ver el fruto de está lucha colectiva.

Las zapas de lona, los tacos, y sus pasos van dejando su huella a lo largo de la Colón y sus intersecciones. Se hacen sentir. Los flecos de los trajes murgueros bailan al ritmo de algún bombo. Resuenan con el platillo. “Fuera la yuta que meten al barrio, le tira a los pibes y les mata los sueños”, dice una pancarta por ahí. Y ¡booooom! suena nuevamente el choque del mazo ante el parche del bombo.

Al frente de la movilización el rostro y las voces de las familiares, y los figurones que recuerdan a cada uno de los pibes que fue víctima de la represión estatal. Paola Guaiman, madre de Braian Guaiman, un chico asesinado el 2 de mayo de 2015 a sus 17 años, decía lo siguiente:

“Marcho para seguir escrachando al policía que mató a mi hijo, Julio Roberto Pereyra, y a la Fiscal Liliana Copello por la complicidad desde el poder judicial”.

Paola continúa dando pelea a un sistema que no hace más que sentenciar a los pibes como Pimpollo, su hijo. Nos cuenta que “la marcha de la gorra para mí significa mucho, en estos siete años aprendí muchas cosas y el acompañamiento de personas que no te sueltan la mano, que están ahí cuando las necesitas. Esta es la marcha de los negritos”.

En este recorrido de ya 16 años, la MDLG, busca “construir la propia libertad que se nos niega día a día” y “así, se vuelve un espacio de lucha, pero también de encuentro, de memoria y de cuidado colectivo, como expresaron desde la organización. Nació con el fin de que los pibes de la periferia pudieran llegar al centro sin ser estigmatizados ni violentados y hoy, es el epicentro de la lucha antirrepresiva a nivel país. Ciudades como: Neuquén, Paraná, CABA, Mar del Plata y San Juan, son algunas de las que han sumado sus movilizaciones a lo largo de estos años, e incluso algunas este año lograron movilizarse por primera vez luego de un gran esfuerzo territorial para que esto suceda.

La peregrinación de cientos, miles de personas concluyó en Olmos y Bv. Gúzman, frente a la Legislatura de la Provincia. Lugar donde desde hace algunos años los espera un escenario de intervenciones para que los allegados puedan participar, escuchen los distintos relatos de familiares atravesados por el mismo avasallamiento de sus derechos y vuelvan a fundirse en abrazos e intercambios de sentires.

Entonado por distintas voces, el documento en común hace alusión a sus vallas, el Panal, el presupuesto destinado a balas, patrulleros y uniformes que el gobernador Juan Schiaretti invierte cada año y entre sus reclamos urgentes, se escucha: “Sus ministerios de cotillón y sus tribunales de cartón, solventados con la sangre de nuestros pibes. Sus rejas, sus cámaras y sus leyes que garantizan su terror y crueldad. Es por ello que exigimos el desmantelamiento del aparato represivo”

El sabor que dejó esta nueva edición de la Marcha de la Gorra en Córdoba es que las calles son del pueblo, aunque la Legislatura diga lo contrario.

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