Daniela Catrileo, poesía mapuche: kimün, lengua, wirin y feminismo.

En el marco del Encuentro Internacional:Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, Daniela Catrileo arribó desde Santiago de Chile y, entre diversas actividades, brindó el 28 de marzo un Taller de poesía mapuche de Ngulumapu en el Museo de Antropología, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidadesde la UNC.

 Daniela nos comparte tañi kimün (su sabiduría) mediante tañi wirin (su trazado) ka tañi nütram (y su conversación).
Por Mati Inti para Enfant Terrible.

Taller de poesía mapuche deNgulumapu. Museo de Antropología. 

Luego del taller con Daniela, en el que relacionó la lengua mapuche con la literatura, el canto y la poesía, con la historia del Ngulumapu, la política contemporánea y la reemergencia cultural, desde una postura critica a las ciencias sociales positivistas y su mirada epistemológica, pudimos intercambiar algunas palabras. Sentadxs lxs dos en las escaleras del museo, tayu lagmien (nuestra hermana) Daniela nos comparte tañi kimün (su sabiduría) mediante tañi wirin (su trazado) ka tañi nütram (y su conversación).

¿Cuál es tu lengua y cómo la describis? ¿Cuál es la importancia de las lenguas aborígenes para el territorio y la identidad de un determinado pueblo?

Mi lengua hoy es champurria (mixto, mezclado, heterogéneo), yo así la reconozco y la resignifico también; hablo algunas palabras en mapudungún y hablo otras en castellano, y otras en muchas otras formas de lengua, y también de resignificados que se les ha dado desde diferentes perspectivas territoriales, como marginales y todo lo que entra ahí, de los barrios. Esa es mi lengua, que ocupo ahora. Ha sido un trabajo largo poder hablar de este modo porque mi abuelo y mi padre, que son los hablantes de mapudungún, a mí no me traspasaron su lengua, y no me la traspasaron justamente para que yo no sufriera todo lo que ellos sufrieron, que está relacionado íntimamente con el racismo que se vivía en las escuelas, en Santiago, y en los barrios, sobre todo por pertenecer a pueblos originarios o por pertenecer en este caso al pueblo mapuche. Entonces mi papá dejó de hablar mapudungún, cuando fue adolescente llegó a vivir a Santiago y él nunca me enseñó a mí su lengua, y yo no supe hasta hace muy poco que él sabe un montón de palabras que no se le han olvidado, que están ahí latiendo, porque aprendió a hablar de esa forma. Entonces a veces hacemos ciertos juegos de memoria, que han sido muy bonitos también para empezar a revitalizar la lengua pero a partir de cosas cotidianas, como apuntarse partes del cuerpo, o hablar de ciertas cuestiones que quizás él ya tenía medias emborronadas por la memoria, la historia y por todos estos años que han trascurrido. Para mí, mi lengua materna es la champurria porque es la que he ido recuperado, pero me gustaría en algún momento llegar a poder revitalizar y recuperar mucho más el mapudungún. De todas formas creo que esa metamorfosis entre ambas, y todas las cosas que nos aportan también, hacen una impureza que es importante para pensar en una multiplicidad, porque creo que es justamente el problema, como cánones demasiados hegemónicos, tienden a homogeneizar todo y justamente es en las diferencias y es en la multiplicidad donde se da mayor la potencia. No es que reniegue del castellano, hay muchas palabras que me encantan pero siento que ese castellano,como llegó acá, se ha transformado totalmente, y ahí recojo unas palabras que dijo una ñaña ayer, el castellano ya no le pertenece a España sino que todos los pueblos la han resignificado y la hablan de la forma que quieren hablarlo hoy día. O sea ni siquiera yo hablo tu forma de hablar, y creo que eso es muy bello, ver cómo le vamos añadiendo también modismos, costumbres, etcétera.

¿Qué se pierde con la imposición de una lengua sobre otra?

Se van perdiendo y se van ganando cosas. Lo que se gana es, en el fondo, un gesto político, porque se gana la resignificación que le dan los pueblos a ese lenguaje. No aceptar de todo el dominio y decir "ya, lo pesco, pesco estas herramientas, y las resignifico de otro modo". Por ejemplo, en mapudungún está la palabra caballo porque no había caballos antes de los colonos, entonces se le nombra kawellu, tiene un tono que cambia, o las ovejas, ufisha. Y creo que eso es muy bonito, reapropiarse de algo pero a la vez expropiárselo a los otros que vienen a dominar. Creo que justamente el problema, es lo que se pierde, esa heterogeneidad que existía antes, de esos encuentros lingüísticos entre pueblos, que existían y que sí podían convivir, no de un modo de dominación, ni tampoco de un modo genocida sobre otro pueblo, sino que a través de un encuentro. Lo que se pierde son todas aquellas cosas que ya no podemos nombrar,todo lo que quedó ahí y que ojalá vayamos pudiendo recuperarlas sabiendo que esa memoria, también emborronada, ha sido producto de esas violaciones y matanzas, no solamente corporales y de los territorios, sino que también de nuestras lenguas.

Esto nos contaron
de esto trataba la fábula del
origen               
Así quemaron las chozas                y los últimos maizales  
Pero la cosecha
nos hizo desenterrar el
orden de lo cotidiano
hasta volver al otro
lenguaje
  recogiendo savia como lenguas dispuestas al diluvio salvaje    
                    del mañana
Tüfa yu feypietew engün
Tüfachi dungu koni chi wünen piam mew               
Famngech lüpümngey tati ruka      
          ka ti afpun uwalwe
  Welu tayu trokiwkülen mew
rünganentufiyu pefaluwkenochi
dungu
yu wiñotuael kangelu dungun mew
  Kodaytulen kewün reke
adkünuwiyu feychi tripakochi awkan                        küpalechi antü mew

Daniela Catrileo en “GuerraFlorida - Rayülechi Malón” (2018)

¿Qué significa la literatura y qué rol cumple en la deuda histórica que tiene el estado argentino y chileno para con el pueblo mapuche?

Como justamente decía en el taller, la palabra le pertenece al pueblo mapuche; ha circulado y es un espacio de liberación, de política, y también de encuentro.Que nosotros recuperemos esa palabra significa no estar más callados. Por un lado, porque somos hijos e hijas de los abuelos, de los padres y de las madres, que sí estuvieron silenciados durante mucho tiempo, porque no se les permitía hablar, entonces nosotros somos los que no agachamos la cabeza y somos la generación que va buscando herramientas para poner la palabra ahí. Yo me acerqué a la literatura desde niña, uno porque era lo más barato que había, era gratis escribir, no necesitabas tener un piano por ejemplo, y la dos tiene que ver con que en las cosas que yo leía no veía las historias de la gente cercana, mis vecinos, vecinas, mi abuelita, mi familia más cercana no estaba en las historias que yo leía; hasta que empecé a leer otras cosas que dije "ya y esto", ponte tú la primera vez que leí a Pedro Lebemel, dije "pero esto está más cercano a toda mi vida y a toda mi historia que otro libro X".Entonces creo por ahí empecé a recuperar estas historia, como chiquitas, que estaban metidas por ahí, pero también para hacerse preguntas. Creo que es fundamental la literatura en cuanto nos acerca a otros, y en el espacio de lo mapuche, el arte en general, creo que nos sirve para dialogar con el otro, con lo chileno, con lo argentino, con los otros pueblos. La gente se acerca de un modo diferente al arte y desde ahí uno también va insistiendo de que el arte tiene que ser político en ese sentido. Es un gesto de encuentro, pero también de poder resignificar nuestra lucha, porque no nos vamos a cansar nunca de decir que estamos en un lugar donde nos están asesinando y cada día es sobrevivencia,y para nosotros estamos en el lugar de privilegio ese, que vivimos en las ciudades, pero muchas de las comunidades son azotadas constantemente por la policía y las empresas extractivistas. Entonces creo que la literatura es un espacio de liberación, pero también de gesto político, de decir aquí estamos, existimos, y estamos escribiendo nosotros nuestra historia, y ya no otros vienen a escribir por nosotros mismo.

Conversatorio de Poetas Mapuches.Instituto de Culturas Aborígenes. 27/03

¿Cómo es la articulación entre raza y género? ¿La lucha feminista es antiracista?

Creo que es fundamental, creo que si el mundo y el movimiento feminista no se reconoce como antirracista no sirve de mucho, sino que sigue imponiendo agendas universalistas que no son de estos territorios de partida. Tampoco de forma, creo que muchas veces peca de ser demasiado paternalista con otros pueblos, que tienen historias de liberación mucho antes, entonces me pregunto también cuánto del movimiento feminista está escuchando esos pueblos y sus propias historias de liberación, para recoger esas epistemologías, esos kimün, para poder renovarlos y desde ahí quizás aprender. No estoy diciendo que no se lea todo lo que venga de afuera, sino que también empezar a ser más críticos con el propio pensamiento. Muchas veces la gente se enoja, sobre todo las chicas, cuando una les dice "oye, pero estás super blanqueada", y me dice "yo no soy blanca, soy de acá", no, pero tu pensamiento es sumamente blanco, ¿dónde está la epistemología familiar de tu territorio, de las villas, de todas la gente que ha construido pensamiento y poder político, desde estas periferias?. No es así como de un día para el otro deja de leer a la Simone de Beauvoir, pero hay un montón de otras mujeres importantes e interesantes que quizás están mucho más cercana a ella, y ahí resignifico mucho la palabra y la sabiduría de Gladys Tzul por ejemplo, de AuraCumes, de Ochy Curiel, de Yuderkys Espinosa, y del pueblo mapuche también, a Isabel Cañete, a Margarita Calfio, a Millaray Painemal. Hay muchas mujeres importantes que están haciendo cosas, solamente que no tienen la misma visibilidad que si tienen los espacios hegemónicos del feminismo. Y no es necesario también que todas se reconozcan feministas, porque hay epistemologías que muchas veces se van a ver desde una perspectiva muy occidental, y hay otras formas también de llamar desde los mismos pueblos. Creo que eso es una lucha que tiene que ser así, reconocerse desde su clase, desde su raza, porque de esa forma hemos sido llamadas y un poco apartadas, creo que también se va a dar esto mucho más durante estos tiempos, y ese debate que renace una y otra vez con el feminismo, como si retrocediéramos en vez de avanzar, porque se vuelven a dar los mismos debates. Creo que la lucha es de los pueblos, y debemos aprender de aquellos pueblos, para ver también como enfrentamos como comunidades lo que nos está sucediendo, porque con espacios separados no vamos a pretender una lucha que tiene que ser, y darle la partida a estos otros que están haciendo lo que quieren. Yo creo en la articulación de los pueblos, creo en la articulación de los movimientos sociales, y creo que es justamente por ahí que tenemos que empezar a avanzar para luchar todos en conjunto; y eso no quiere decir que uno vea siempre las cosas en binario, de que haya espacios necesarios de mujeres, o espacios necesarios de las disidencias sexuales, sin embargo creo que  tenemos que  articularlos, no avanzar por formas separadas.No sé en qué momento el movimiento mapuche de estos sectores, porque quizás por ahí ya nosotras hemos tensionado un poco más, se va a reunir en realidad con los otros movimientos, pero no para interpelarlos, sino que escucharles las demandas que tienen, y aprender de la experiencia del luchas, creo que eso es fundamental.  Sobre todo Argentina que parece que fuera todo super blanco pero no, hay que verse también un poco más los cuerpos y empezar a descubrir que en las periferias hay muchos otros conocimientos que son necesarios de reivindicar.

Por Mati Inti para Enfant Terrible

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