Reflexiones en torno a la razón punitiva

El interés por debatir, dialogar y reflexionar sobre el punitivismo se hace cada vez más necesario, y también más visible. En esta oportunidad charlamos con María Pía López, quien tiene recorrido en el tema. En el marco de la actividad formativa "Interrupciones: senti-pensar el cuerpo y las opresiones desde una perspectiva feminista interseccional", organizada por la Secretaría de Cultura y Medios y el Programa de Políticas de Género de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

GH (Guillermina Huarte): En primer lugar me parece muy valioso que un espacio de formación universitaria preste lugar a una reflexión en torno a la razón punitiva ¿qué les movilizó a incluir este tema?


MP (María Pia): El ciclo lo propuso Mariela Bernárdez, responsable del Programa de políticas de género de la Universidad Nacional de General Sarmiento, a partir de ciertas cuestiones que nos venían preocupando, en especial la expansión de una lógica de punición, de la centralidad de la denuncia como gestión de los conflictos y el desplazamiento consecuente a esos procesos de la agencia propia o de la apelación a redes horizontales para pedir la intervención institucional. Pensamos que había que problematizar esas cuestiones, abrir perspectivas que salgan de la lógica víctima-victimario, para pensar un poco más. 


GH: Reiteraron varias veces que les sorprendió el nivel de convocatoria  de las charlas, ¿pensás que estamos en un momento de reflexión sobre la razón punitiva? Si es así, ¿Por qué pensás que se da en este momento?  

MP: Creo que hay una inquietud, en muchas personas, respecto de evitar que el potencial emancipatorio y libertario de los feminismos quede encerrado en ciertos atajos. Uno de ellos es, sin dudas, el punitivismo. Incluso cuando nos decimos y nos queremos antipunitivistas muchas veces no logramos salir del escenario en el que el castigo es la lógica predominante. Reabrir la cuestión implica desplegar la crítica hacia los núcleos centrales de esa lógica y a la vez la imaginación política para pensar otras imágenes de sociedad y de vida en común. Todo eso es parte de la fuerza de los feminismos, que es una fuerza querellante, polémica, fundadora y reflexiva

GH: El momento que más auge tuvieron las prácticas del escrache, o las denuncias públicas, o acciones ligadas al punitivismo, fueron cuando el neoliberalismo se profundizó en nuestro país (con cuatro años de macrismo), que claramente no es sólo lo económico, sino también social y subjetivo ¿Ves una relación en ese acontecimiento? No quiero decir que es lo que motivó estas maneras de abordaje, o reducirla a eso, pero quizá influyó, ¿no? ¿vos lo ves así?


MP:
El neoliberalismo pone de relieve y profundiza la idea del individuo solitario, meritocrático (si sos pobre es porque no haces los esfuerzos suficientes), responsable de sí. No es un sujeto de derechos sino de responsabilidad y culpa. Puede, siempre, ser castigado. A lo sumo, puede considerarse una víctima de la desdicha social o de una catástrofe económica y ser asistido. En ese paradigma, los conflictos se individualizan y el daño exige un castigo (esto es lo que trabaja muy bien Moira Pérez). En nuestro país, el gobierno neoliberal más brutal coexistió con la expansión inédita de las movilizaciones feministas que por un lado significaron la confrontación más contundente y real al neoliberalismo, al poner en juego otras ideas de sujeto y de vínculos, pero que también caminó por esos atajos, de intentar juzgar la estructura social del patriarcado castigando a algunas personas en particular. ¿Significa esto que no hay que pensar en responsabilidades, porque hay una estructura social? No, sino que estamos obligadas a pensar incorporando otras dimensiones.

GH: ¿Cómo creés que se puede conjugar una crítica a estas tendencias punitivas con una respuesta efectiva a la violencia de género? Yo todavía soy estudiante y es muy difícil abordar este tema en el ámbito universitario. He visto la vida social e individual de alumnos totalmente destruidas, por denuncias que no fueron tan graves, o porque los hechos no están nada claros. Y me pregunto ¿qué mecanismos podemos crear para poder dar lugar a una defensa por parte de quien se acusa? Digo, sin caer en lógicas patriarcales, pero también dando lugar a una defensa legítima.


MP: La crueldad de la violencia femicida y travesticida genera un campo en el que estas discusiones son difíciles, porque no podríamos evitar su condena y su punición en nombre de la estructura del patriarcado, pero también sabemos que el castigo no es una respuesta efectiva: no previene, no evita. Un endurecimiento de penas no le importa a aquel que asesina. ¿O creemos que hace un cálculo de años antes de matar? Mata, a veces mata y luego se suicida. Entonces, la respuesta efectiva pasa por otro lado: una pedagogía social que pueda destruir los binarismos y los vínculos de dominio surgidos de esa lógica binaria, la construcción de modos de vida más justos en todo sentido (no solo referidos a la desigualdad entre los géneros) y una articulación entre instituciones públicas y activismos sociales para detectar y acompañar a las personas en riesgo. Es decir, medidas de contención y prevención inmediatas y lucha política a largo plazo. Con respecto a lo que decís de los escraches: es una medida que plantea cuestiones complejas, incluso si creyéramos en que el camino son las penas: no implica gradación, ni derecho a la defensa, ni prescripción. Tan diferentes a los escraches a genocidas (que se hacían ante hechos probados, crímenes de lesa humanidad y ante la oprobiosa aplicación de las leyes de obediencia debida y punto final, y tenían un carácter colectivo) sin embargo parecen arrastrar la idea de crímenes de lesa, en lo que tienen de imprescriptible y de absoluto.Tenemos que poder conversar estas cuestiones dentro de los feminismos, entre feministas. Por eso, las intervenciones de Laurana Malacalza, de Catalina Trebisacce, de Moira Pérez (para nombrar las que participaron del ciclo, pero hay muchas otras) son fundamentales.

GH: Te escuché y te leí en varias ocasiones, sobre la reparación ¿cómo podemos construir mecanismos de reparación que no sea únicamente con el castigo y la exclusión de los agresores?  

MP: Es necesario construir mecanismos de reparación, colectivamente, singularmente. No pensar que hay recetas. Se pueden pensar si hay instancias de escucha crítica a las personas que fueron dañadas (escucha crítica como escuchamos a las personas que queremos, que es ayudarlas a pensar, no darles manija para afirmar su vivencia dañada o su enojo) y ámbitos de verdadera conversación feminista. En algunas escuelas secundarias se dio ese proceso, de pasaje del escrache a la elaboración de otras medidas por parte de las mismas estudiantes. ¿Qué repara? Eso no se puede saber sin la participación fuerte de quien ha sido lastimada pero también sin la participación de quienes comparten esa institución. 

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Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de Córdoba. Redactora en Enfant Terrible y autora de numerosos artículos publicados en distintos medios.

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