La costumbre de vigilar en nombre del feminismo

De un tiempo a esta parte somos testigos de "advertencias" a la hora de consumir obras de arte que puedan ir en contra de algunos ideales de un feminismo políticamente correcto. Hace algunas semanas desde una cuenta de conocidas influencers sacaron algo así como una guía para ver una no ver la película "365" , ya que se consideraba violenta para las mujeres. Algunos sectores del feminismo rápidamente salen al 'rescate' de mujeres que puedan toparse con una obra y quedar expuestas a situaciones de violencias, con la advertencia sorora como telón de fondo. Nuevamente, refuerza posiciones que más que emancipar, victimizan a las mujeres. Más que respuestas, hay muchas preguntas para hacerse.

En los feminismos es una discusión vieja y aún no resuelta. Surgen algunas preguntas en clave feminista, ¿separar obra de autor? ¿dejar de ver películas que reproduzcan valores machistas, racistas, clasistas, colonialistas, etc? ¿verlas bajo advertencia? ¿deberíamos ver únicamente obras que incluyan perspectiva de género? O por ejemplo, ¿no ver ninguna película de Woody Allen? No sé cuál es la respuesta, no sé si hay una o varias, o alguien que las tenga, pero sí que el tema merece una mínima complejización.

Hoy se habla de "la cultura de la cancelación" , y puede ser aplicada a varias situaciones. Definida superficialmente es algo así como "eliminar" del espacio público a personas o entidades cuando hacen o dicen algo considerado como inaceptable u ofensivo. Se llama a retirar apoyo financiero, social y moral, práctica facilitada y frecuente en las redes sociales. Así también está en consonancia con prácticas como los escraches o acciones punitivas de este tipo. El objetivo es cancelar, sin oportunidad de dialogar o reflexionar. Las advertencias o las reivindicaciones por retirar o prohibir obras consideradas dañinas va a la par de este paradigma, y el peligro está en que puede volverse en contra a largo plazo. Purificar valores morales generalmente son caldo de cultivo para consecuencias mucho más conservadoras.

Imagino que bajo esta lupa nos habríamos perdido de películas impecables, que sacuden considerablemente nuestros valores éticos y morales. Entonces sería inaceptable disfrutar de "Átame" de Almodóvar, historia de un secuestro que termina en un enamoramiento protagonizado por Antonio Banderas y Victoria Abril. Pienso en "Lolita", película dirigida por Adrian Lyne sobre la novela de Vladimir Nabokov, que aborda la retorcida historia de una relación entre un hombre mayor (Jeremy Irons) con una adolescente (Dominique Swain). O podemos ir a una película aún más controversial, "Ninfómana" de Lars Von Trier, protagonizada por Charlotte Gainsbourg, donde parece poner una bomba a nuestra buena moral.

En realidad, el problema no radica tener ojo crítico a algunas películas u obras que puedan ser ofensivas o reforzar injusticias. Hay dos cuestiones que sería interesante prestarle atención. Por un lado, poner a las mujeres como eternas víctimas infantilizadas, a las que hay que advertirles que pueden estar ante algo "perjudicial". Por otro, moldear y querer controlar los deseos de las personas. ¿Acaso ser feminista nos imposibilita gozar de estar en una posición de subordinación? ¿o de disfrutar de prácticas sadomasoquistas? etc. Y se invisbiliza o se borra el deseo que puedan tener algunas mujeres. Hablo de situaciones consentidas, lógicamente. Considerando que las relaciones entre seres humanos y de estxs con el mundo son más complejas que meras codificaciones que habría que regular para que todo funcione en favor de una sociedad sin machismo.

Lo que intento abrir aquí es la complejidad que existe entre lo que puede despertarnos una obra, que no implica necesariamente actuar de manera dañina o violenta hacia otrxs. Hay muchísimos deseos de los que ni siquiera somos conscientes y tal vez eso nos hace disfrutar de tal o cual película. Porque también consumimos obras que contienen valores o ideas que van totalmente a contramano de lo que podamos pensar o de los imaginarios de sociedad que algunxs podamos tener, como casi todas las películas de Hollywood.

Merece un análisis mucho más profundo, pero es una invitación a pensar antes de acusar todo lo que consideramos contrario a nuestros intereses y valores. A propósito de esto, en 2018 se publicó un manifiesto titulado “Defendemos la libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual”,  firmado por varias feministas francesas, provenientes de distintos ámbitos, algunas psicoanalistas, periodistas, escritoras, artistas etc, aborda la problemática en cuestión. “Más es propio puritanismo tomar prestado, en nombre de un pretendido bien general, los argumentos de la protección de las mujeres y de su emancipación para encadenarlas mejor a un status de víctimas eternas, de pobres cositas bajo el control de demonios falócratas, como en los viejos buenos tiempos de la brujería”, expresan en las primeras líneas del manifiesto. Es en el sentido que lo planteaba más arriba… un feminismo empecinado en ver a las mujeres como víctimas y nada más. Más adelante ellas dicen: “La oleada purificadora no parece conocer ningún límite. Allá se censura un desnudo de Egon Schiele en un cartel; aquí se hace un llamado a retirar una pintura de Balthus de un museo con el argumento de que sería una apología a la pedofilia; en la confusión del hombre y de la obra, se piden prohibición de la retrospectiva de Roman Polanski de la Cineteca Nacional y se obtiene el aplazamiento de la consagrada a Jean-Claude Brisseau. Una universitaria juzga a la película Blow Up, de Michelangelo Antonioni de ‘misógina’ e ‘inaceptable'" Y agregan algo muy interesante: "Sobre todo, nosotras somos conscientes de que la persona humana no es monolítica: una mujer puede, en el mismo día, dirigir un equipo profesional y gozar de ser objeto sexual de un hombre sin ser una 'zorra' ni una vil cómplice del patriarcado."

No es una propuesta a ser acríticxs con lo que consumimos, ni desacordar con las representaciones que se proponen, ni dejar de estimular o apostar por productos culturales feministas. Pero sí a complejizar la idea de ver lo contrario como una amenaza incuestionable, como un problema a regular o prohibir, porque la consecuencia probablemente se vuelva en contra. Sobre todo porque son temas en los que la ofensiva derechista y conservadora no tarda en acaparar y usar a su favor. La sociedad es heterogénea, contradictoria y dinámica, habrá que convivir con algunos de sus aspectos.

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Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de Córdoba. Redactora en Enfant Terrible y autora de numerosos artículos publicados en distintos medios.

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