Feminismos de tierras tomar

Buscando información del minuto a minuto me encuentro con el siguiente comentario en Twitter “El feminismo ahora justifica tomar tierras? Qué carajo les pasa?”. No es ni de cerca lo más grave que se ha dicho sobre la toma de Guernica: a quiénes ocupan se los acusa de narcotraficantes, de vender terrenos en redes sociales, de secuestradores. Pero lo que me llama la atención de este comentario no es su agresividad, sino que apunte la pregunta al feminsimo, acaso a su dignidad, a lo que las feministas debiéramos hacer o dejar de hacer. El tono es sin duda aleccionador, pero quizás haya también mucha gente que genuinamente se lo pregunte: ¿qué tiene que ver el feminismo con la toma de tierras? El propósito de esta crónica es explicar qué nos pasa, cuáles son las razones feministas para apoyar esta toma y todo lo que con ella, pase lo que pase, creemos debe ser cambiado. Por Melina Varnavoglou para Enfant Terrible.

“HEY VENGAN SALGAN
DONDE QUIERA QUE ESTÉN
NECESITAMOS REUNIRNOS EN ESTE ÁRBOL
QUE NO HA SIDO PLANTADO TODAVÍA"

(June Jordan, “Llamado a todas las minorías silenciosas”[1])

Tomo el tren desde Constitución con compañeras  de diferentes espacios; no nos convoca ningún cálculo político, sino la tarea feminista más primordial: ir a apoyar a las mujeres lesbianas trans y travestis que están desde el 20 de julio tomando los terrenos de de Guernica.  A las 15 hs está convocada una asamblea. Desde la estación vamos llegando en auto, a pie o en bicicleta hasta la toma. No podemos compartir mate, ni pasarnos una botella de agua frente al clima que es áspero y seco y para pasar la jornada, que será larga. Pero por encima de los barbijos van tejiéndose miradas cómplices. Me ataca en seguida un vívido recuerdo del Encuentro de mujeres zapatistas en el caracol de Morelia, hace 2 años allí nos convocamos mujeres, lesbianas, travestis y trans de todo el mundo para compartir 3 días en el histórico territorio comunitario mexicano.  Le cuento esto a Carla, quien también se acuerda de cuando fue a cubrir el Encuentro de Mujeres en Chile durante las revueltas.  Pero estamos acá, en zona Sur, partido de Presidente Perón, en medio de una pandemia mundial que impide todas las instancias de reunión. O casi todas. Es la primera asamblea feminista para muchas en meses y a pesar de la impotencia, la alegría por ese reencuentro se siente.

Retrasamos el arranque para esperar a las compañeras del barrio “20 de Julio” y “La lucha”, en particular a Camila y a Ximena, de menos de 25 años, que se convirtieron en referentas de esta lucha.

Llegan también las compañeras productoras de  la secretaría de Géneros de la UTT con un cajón de verdura  y semillas. Después de unos minutos, arrancamos.  


Quién dijo que sería fácil[2]

Las compañeras de la toma están advertidas de lo que va a pasar. Ayer conseguimos prorrogar la fecha del desalojo para el jueves 1° de octubre.  Pero la decisión del juez Martín Rizzo quien dictó la orden de desalojo sigue siendo irrevocable.

La audiencia y las dos mesas de diálogo con lxs delegadxs y representantes legales de los ocupantes, no arrojaban ninguna resolución favorable. Desde ayer comenzaron reuniones de funcionarios de la provincia con el juez y con jefes del distrito que destrabaron al menos una postergación.  La misma estipula: “HACER LUGAR A LA PRORROGA REQUERIDA y ORDENAR EL ALLANAMIENTO PARA EFECTIVIZAR EL LANZAMIENTO de la totalidad de las personas humanas ocupantes de los lotes, a los fines de hacer cesar los efectos del presunto delito que se estaría cometiendo”

La historia de toma de tierras en Argentina no es fácil ni feliz, ninguna terminó en recuperación, en contados casos los terrenos ocupados fueron luego urbanizados y la gran mayoría fueron reprimidas salvajemente destruyendo casas y dejando miles de familias en la calle. Sin embargo, la toma de tierras es lo que da origen a aproximadamente un tercio de la población del conurbano bonaerense [3]. En cuanto a la Capital Federal, resuena también el recuerdo de la represión al Parque Indoamericano en 2010. Mi amiga la Leo, que estuvo, me  cuenta del proceso de tomo y de cómo fue la represión: antes de la Metropolitana se mandaron patotas a amedrentar.

Si bien una parte del gobierno de la Provincia es de la idea de generar  planes de vivienda y de compra de lotes por parte del Estado, por ahora ningún sector del gobierno cuestiona la medida de desalojo. Nada indica, tampoco que “a cambio” de levantar la toma, haya un plan de urbanización ni siquiera el compromiso de relocalizar a las ya casi 3000  familias que habitan Guernica.

 “La verdad es que ningún intendente quiere saber nada con que le reubiquen familias en sus distritos. Es un tema complejo de solucionar” confiesa un funcionario del Municipio de Pte. Perón para Diario Sur.  Por su lado, la intendenta Blanca Cantero, quien se ganó el generalizado rechazo de las compañeras de la toma, aseguró que “el tema los excede”.

El cuervo Larroque quien en su momento apoyó la toma del barrio Papa Francisco, hoy urbanizado; no cuestionó la decisión y dice querer llegar a una solución “consensuada”, ordenando un protocolo pacífico.

Sin embargo, las mujeres de la toma saben en la memoria de sus cuerpos que todo desalojo es violento.

“Hace 18 años que vivo en el distrito y este es el tercer desalojo que me toca” arranca diciendo una de las primeras compañeras en tomar la palabra.  “Vamos a aguantar lo que podamos”, dice Camila.

 Se convoca a las organizaciones a estar presentes ese día y a no ir al enfrentamiento.  Algunas, agrupadas en una “Coordinacion de Delegadxs y Organizaciones de la Recuperación de Tierras” hicieron movilizaciones al Obelisco en repudio por los desalojos. Hay en total 80 tomas judicializadas en la provincia y este es sin duda un tema que tiene en vilo a la política nacional.

Hoy, con la nueva fecha de desalojo la actitud es la misma: se lo va a resistir “y si nos sacan iremos a acampar tres días sobre la ruta, hasta poder volver” me confía Gladys, delegada de su manzana en barrio “La lucha”.  Mientras sucede la asamblea, y hasta el Lunes se realiza un censo a cargo de la Provincia, a pedido de la comisión interministerial que se activó para Guernica. Los datos que se preguntan son nombre, apellido, ocupación y si antes de venir a vivir a la toma, residían en otro domicilio. Ya conlcuido, estamos a la espera de los resultados oficiales.

En la marcha, se intentan resolver cuestiones concretas entre los cuatro barrios y tomar decisiones complejas a contrarreloj.

“¿Qué se va a hacer con lxs niñes durante el desalojo?” es la pregunta que nos comparten las compañeras con suma preocupación. Algunas madres prefieren quedarse con ellxs, otras que estén afuera. Incluso se piensa en que con lxs niñxs a cuestas no podrían reprimirlxs. El tema no se resuelve.

 Me quedo un rato hablando con Gladys, quien además sostiene junto a 4 compañeras más el comedor “La Esperanza”, al costado del arroyo. Luego de la asamblea se va hacer la copa de leche. Me cuenta que solo recibe donaciones de Caritas, quienes le dan alimentos no perecederos, pero que necesitan carne, verduras “…y sal, por favor sal, algún condimento”. Pienso en algo tan normal como ponerle sal a la comida, al afán clasemediero por coleccionar vasitos de yogurt dahi para poner condimentos. Junto con un grupo de apoyo a comedores comunitarios  que conformamos durante la cuarentena me comprometo a hacerle llegar carne. Pero después me doy cuenta de que no tiene heladera. “Una vecina de acá a 7 cuadras me presta” contesta.

En el mismo cuaderno donde tomó apuntes de la asamblea me muestra el registro de los 76 niñes que asisten al comedor. ¿Y vos que pensás? le pregunto a raíz del debate sobre las niñeces. A lo que responde “mejor afuera, puede ser traumático para elles”.


Por su parte, Martín Rizzo, rechazó un pedido del Foro de la Niñez, la defensora de los derechos de Niños y Adolescentes, la Defensoría del Pueblo y el programa de DDHH y Políticas Públicas de la Facultad de Derecho de la UNLP para suspender el desalojo.

A los tiempos ya vertiginosos de la toma, con sus merenderos y ollas populares, con sus reuniones de delegadxs y otras diferentes actividades colectivas que  día a día se van generando, se agregan ahora los tiempos del desalojo, que si no logra quebrar, al menos perturbará toda este proceso. Pero lo que logramos  ayer no es trivial, ganamos tiempo para que la organización siga.

Un terreno propio

“Lo que sucede es lo que se ve” indica Ximena abriendo sus manos. Y lo que se ve es, en primer lugar, un gran territorio, casi completamente habitado por construcciones precarias donde cuesta imaginar una vida digna.  Lejos de una usurpación lo que la toma representa es la posibilidad de cambiar el uso de estas casi 100 hectáreas de tierra deshabitada: no para más clubes de rugby como tiene previsto el grupo empresario El bellaco S.A que quiere extender las instalaciones del Club San Cipriano lindante a la toma, sino para viviendas. 

Acto inaugural de una nueva sede del Club San Cipriano en 2013. Fuente: diario La Tercera.

Mientras se da esta lucha, se vive como se puede: lxs que cobran la IFE la invierten en materiales para construir una casilla que conste de algo más que de nylon; comida y otros recursos que se empiezan a intentar gestionarse comunitariamente.

Lo que se ve es que falta de todo. Agua potable, tendido eléctrico, alimentos, material higiénico y de gestión menstrual, postas sanitarias y también asistencia urgente en violencia de género.

La violencia machista se da en todos los ámbitos y clases sociales, pero en condiciones de precariedad y de hacinamiento se agudizan.

Entre la primera asamblea y esta salieron a la luz numerosos casos de violaciones, abusos y agresiones  a las mujeres cis y trans de las toma; así como también se detectaron casos de niñes víctimas de abuso infantil intrafamiliar. A pesar de que la mayoría de las organizaciones populares feministas estamos acá, la respuesta del Estado en política de género y diversidad del gobierno aún no llega. “Lo único que nos dijeron es que llamemos al 144”, reclama una compañera.

“Vino una de Género, para relevar las situaciones de violencia de género y hablaban todo en términos técnicos, no escuchaban, explicaban todo de una manera que parecía estar hecha para que las compañeras no entiendan y hasta que los ministerios activan a las compas las cagan a golpes” indica uno de los testimonios recopilados recientemente por la editorial Reunión junto al colectivo Yo no Fui en un libro de descarga gratuita que recoge las voces de la toma en forma de poemas.

Lo que la asamblea destapó ahora hay que sostenerlo. Es por eso que varias organizaciones de la asamblea feminista están yendo diariamente al territorio y junto a las compañeras de cada barrio están relevando los datos de las mujeres, trans y travestis de cada sector, para registrar los casos de violencia y elaborar un registro propio.

También se está buscando gestionar los DNI de las compañeras trans de la toma, conforme a la Ley de identidad de género. Mafalda Sánchez de Red Potencia Sur, quien se puso a cargo de esta tarea cuenta: “la idea es sobre todo ver cual es su situación, si tienen el DNI con su cambio registral, si acceden a algún beneficio como el Potenciar” y manifiesta: “Queremos poder tener nuestro propio censo para poder hacer un seguimiento de lo que se le está ofreciendo a estas compañeras, cómo se las va a acompañar, porque entendemos que la falta de una vivienda, la falta de una tierra para vivir es parte de una violencia estructural“

La necesidad de esta tarea fue desatada por el caso de Agatha, compañera trans de la toma, quien fue agredida por sus primos el sábado pasado y vino a pedir ayuda a la asamblea. El origen de la agresión parece haber tenido que ver con querer usurparle a Agatha el terreno en Guernica que consiguió; Agatha antes vivía en la Villa 31. La trama de violencias es compleja: los agresores de la compañera están a su vez denunciados por abuso sexual infantil.

A raíz de esto y por la detección de otros casos de abuso infantil en la toma, ayer, se realizó una actividad a cargo de consejería Panambi, Yo sí te Creo, la Campaña Contra la prescripción de los delitos de Abuso sexual en la Infancia, el Centro de salud comunitario “La Enramada” y Mariposas Villa Paris.

Soledad, de  Consejería Panambi contó: “la idea era generar un momento de escucha para estas situaciones que habían surgido en la ocupación y también para generar redes y estrategias de acompañamiento”. Pero la charla fue –violentamente- suspendida.

Buena y Natalia, que acompañaron a Agatha luego de la agresión fueron invitadas a participar, pero minutos antes de comenzar la charla fueron violentamente agredidas por compañerxs de una organización –no feminista- que habita la toma.  “Les sacaron el terreno, las golpearon, algunas tienen golpes en la cabeza, en las piernas y en los brazos” describe Soledad, quien entre otras compañeras intervinieron para contenter la situación.

Así de complejo es generar organización feminista en este territorio, habitado por lxs mujeres lesbianas trans y travestis que cargan a su vez con sus propias historias de violencia: desocupadxs desde hace mucho o recientemente al ser despedidxs de sus trabajos precarizados a causa de la crisis económica desatada por la pandemia, violentadxs en sus hogares anteriores, atrapadas en relaciones violentas de pareja; vieron como una necesidad, pero luego también como una esperanza, venir a vivir a la toma de Guernica. Y que esa vida sea libre de la violencia; o al menos, quizás, menos solitaria.

Porque también hay espacio para la alegría, la amistad y afecto en la toma; acaso eso sea lo que sostiene  frente a la precariedad y adversidad, esta organización feminista. Como aparece en otro de los poemas del libro  de Reunión:

“Nosotras somos muy amigas
y al toque piensan que somos pareja
es que tenemos tanta confianza
pero somos amigas
y de última nuestra sexualidad es cosa nuestra
somos cariñosas entonces piensan que garchamos
y entonces
o se sienten amenazados
o se excitan
o piensan que queremos matar a todos lo varones
o piensan que no paramos de garchar,
hartas nos tienen
hartas.”
Camila y Ximena es un festival de la toma.


No pasarán

Si la toma de Guernica continúa y las familias recuperan estas tierras, esto cambiara bastante el compromiso con la crisis habitacional que atraviesa el país. Incluso, discutirá en general el modelo exclusionista de acceso a la vivienda. La pandemia empujó aún mas la crisis del trabajo precarizado y trajo como consecuencia el de la vivienda: no puede quedarse sin casa quien ya no tiene dinero para pagarla.

También servirá para discutir qué modelo productivo se privilegia.

Como agitaron las compañeras de la UTT “Nos dicen que no trabajamos, y no se dan cuenta de que este es nuestro trabajo, somos productoras, producimos los alimentos que están en sus mesas. La tierra es de quien la trabaja. Esta es mi tierra porque yo la trabajo”.

Por eso se resiste y se estigmatiza tanto esta toma, pero además, porque esta lucha la encabezan mujeres, lesbianas trans y travestis. El dominio sobre la tierra es casi tan antigua como el que se ejerce sobre el cuerpos de las mujeres.

 Desde los feminismos tenemos herramientas teóricas y políticas para enfrentarla y una gran historia de lucha de mujeres campesinas que han dado la vida por liberar sus territorios, como Berta Cáceres, activista ecologista de El Salvador, asesinada en 2016. Berta y la comunidad lenca habían logrado frenar la construcción de una empresa hidroeléctrica de capitales chinos. 

El 26 de Abril de 1937, durante la Guerra Civil Española, la Luftwaffe bombardeó en alianza con los franquistas la ciudad de Guernika.

Como en el cuadro de Picasso, en la toma de Guernica todo pareciera estar en movimiento, con fuerzas y escenas diversas colisionando; hay también niñxs, mujeres, animales y una sola mirada petrificada (la del toro) que nos interpela directamente desde el fondo de la escena.

La guerra civil española es una revolución que se destaca por el protagonismo del campesinado y también por el de las mujeres milicianas, que adoptaban diferentes roles en los varios frentes de lucha. Se colectivizaron tierras, se generaron grandes comunidades agrarias, se cantaba “Pero dime, compañerx, si estas tierras son del amo ¿por qué nunca lo hemos visto trabajando en el arado?”

En Guernika quedó un árbol, símbolo euskera de la paz, pero también de los aquelarres.

Por eso el feminismo se compromete con esta lucha.

Porque para acudir al llamado, para plantar nuestro árbol, necesitamos nuestra tierra.

Por Melina Varnavoglou para Enfant Terrible.


[1] June Jordan, en Palabra terrestre (poesía negra), Antología de Editorial Leviatán, Buenos Aires, 1998 (versión de Diana Bellessi)

[2] Audre Lorde.

[3] Véase este estudio de Santiago Nadir: cordon.unlz.edu.ar/2020/09/10/pasado-y-presente-de-las-tomas-de-tierras-en-el-gran-buenos-aires/

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