El caso Melmann y un fallo amargo a 17 años

El ex sargento, Ricardo Panadero. Foto: Fabian Gastarena.

El caso Melmann sacudió a la sociedad argentina y a Miramar en particular, hace 17 años. Natalia fue secuestrada en zona de boliches de la costa, y llevada en una camioneta policial hasta el barrio Copacabana donde sucedieron los hechos que darían fin a su vida.
Natalia fue descubierta en el Vivero Municipal el 8 de febrero, tres días después de su desaparición. El hallazgo en un lugar desolado, el cordón de zapatilla que se cerraba en su cuello y la ropa desgarrada, dibujaron una escena aquel verano del 2001 que luego el peritaje confirmó: a Natalia la secuestraron, violaron y asesinaron… teniendo 15 años.

Tras la imputación de Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini, todos ellos agentes de la Policía Bonaerense, la familia, escasamente acompañada libró una dura batalla contra el encubrimiento que abunda entre los uniformados de provincia de Buenos Aires. Finalmente todos los procesados entraron en prisión bajo la figura de “privación ilegítima de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por enseñamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas”. Los agentes fueron condenados a perpetua en el 2002… y desde octubre del 2017, gozan de salidas transitorias, llegando a la quita de la reclusión indeterminada y la posibilidad de dos salidas laborales de 24 horas al mes.

Por si fuera poco, a esto se suma que hubo un cuarto uniformado que nunca habría sido identificado. El ex sargento -porque no hay suficiente énfasis en esto- sostuvo constantemente durante sus declaraciones, que esa noche del 3 de febrero del 2001, estuvo en su casa de Mar del Sur, a unos 15 kilómetros de Miramar, donde Natalia fue secuestrada. Panadero ya había evitado el juicio en varias ocasiones, pero cuando el caso llegó a la Corte Suprema, se ordenó a la fiscalía en 2013 que realizara el juicio, iniciando las audiencias el 28 de mayo de ese año.

Ricardo Panadero en el tribunal. Foto: N/A.

 

En este juicio, la fiscalía y la querella presentaron una serie de evidencias que vinculaban a Panadero con el caso: el ADN de Panadero (con un 97% de certeza), un testigo que lo identificó como el cuarto uniformado que participó del secuestro de Natalia, otra testigo de la escena y un remisero que ubicaba al imputado en la zona de boliches donde fue secuestrada la joven.

A cada uno de estos elementos, los jueces hicieron oídos sordos:

  • El ADN consistía en la presencia de vello púbico en la víctima, que coincidía en un 97% con el de Panadero. No se podía asegurar ni que fuera del ex sargento ni que no lo fuera, había adelantado el perito. Debido a una “degradación de la evidencia” tras 17 años, los jueces no dieron valor al ADN.
  • El testigo que lo identificó como cuarto uniformado corrió la misma suerte. Dado que había observado la escena a 100 metros de distancia, no dieron su testimonio como fiable.
  • El relato de la testigo también fue descartada por los jueces como ‘poco razonable’, ya que habría sufrido un desmayo que conllevó la atención médica, con una posterior vuelta a la zona de boliches donde transcurrió la escena.
  • El relato del remisero fue descartado por los jueces, porque ubicaba al ex sargento Panadero dos horas antes de que ocurriera… aunque haya pasado toda la noche en su casa, teóricamente.

Tras el fallo

Los ex compañeros de la bonaerense de Panadero reprimieron a los familiares de Melmann fuera del Tribunal, que se manifestaron en contra del fallo. Los agentes que vigilaban el perímetro del Tribunal se encontraron intercambiando piedras por balas de goma… porque claro, la ley del intercambio equivalente de la alquimia no se aplica en la vida social, y menos ante las fuerzas de seguridad.

Laura Calampuca, mamá de la víctima, interviniendo ante las balas de goma. Foto: Fabian Gastarena.

 

Ante el fallo, la madre de Natalia, Laura Calampuca, se expresó denotando que no sorprendía el fallo, dado que “ya se sabía que el juez Peralta (quien realizó la lectura del veredicto) estaba a favor del asesino de mi hija”.

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