Bajo el argumento de ser grupo de riesgo debido a su edad, represores condenados por delitos de lesa humanidad pidieron ir a sus casas en el marco de la Emergencia Sanitaria. A pesar de que en los penales se cuenta con las medidas preventivas y no se han registrado casos, en la Provincia de Mendoza ya son 10 los represores a los que se les otorgó su pedido, mientras que otros, como el del torturador Raúl Antonio Guglielminetti, Alfredo Astiz y Miguel Etchetcoltaz, fueron denegados.
La "justicia" mendocina con los represores
Rodrigo Sepulveda para Radio Nacional contó que en Mendoza el Tribunal Federal N° 1 le otorgó la domiciliaria a Oscar Bianchi, Pedro Linares, Omar Navarro Moyano, Carlos Ledesma, Oscar Simone, Juan Carlos Ponce, Mario Ocampo y Segundo Héctor Carabajal.
En la localidad de San Rafael, a Mario Ocampo, ex teniente del Ejército Argentino que estuvo 7 años prófugo escapando de su juicio, junto a Omar Pérez, les fueron concedidas sus peticiones.
Otros pedidos
El Tribunal Oral Federal N° 5 rechazó el pedido a Raúl Antonio Guglielminetti considerando que el argumento de "población de riesgo" no es suficiente como para "modificar la modalidad de encierroal mantenerse su postura en el plano meramente conjetural y no verificarse la materialización del riesgo que justifique" (...) "acceder a lo peticionado".
Guglielminetti es ex agente de inteligencia e integrante del Batallón 601. Había sido condenado a ocho años de cárcel por su participación en la causa conocida como "La Escuelita" en Neuquén, donde se identificó su rol de torturador. En un juicio anterior fue condenado a 25 años, junto a otros represores, por su participación en los delitos cometidos en los centros clandestinos de detención conocidos como "Atlético", "Banco" y "Olimpo". Con la vuelta de la democracia en 1983, fue nombrado guardaespaldas de Raúl Alfonsín, siendo que todavía no se había hecho pública su participación en crímenes de lesa humanidad.
Por otro lado, Alfredo Astiz, quien cumple dos condenas a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Ezeiza, tiene cáncer de próstata y por ello su defensa utilizó este argumento. Ante esto, el Tribunal Oral Federal N° 5 ordenó que se llevaran adelante los estudios correspondientes para atender a su salud.
Astiz, también conocido como "el Ángel de la muerte", logró infiltrarse en la temprana organización de las Madres de Plaza de Mayo llegando a tener lazos estrechos, en un período en el fueron secuestradas y desaparecidas Azucena Villaflor, las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon y la joven sueca Dagmar Hagelin. Más tarde su jefe directo, Jorge “Tigre” Acosta lo envió a Francia para que se infiltrara en los grupos de exiliados. Un día una de sus víctimas pudo reconocerlo en la embajada y le dijo: "Vos me torturaste en la ESMA". A partir de eso comenzó a saberse quién era.
Por su parte, Miguel Etchecolatz, a quién previamente se le había concedido la domiciliaria en 2017, pero que por repudio de los organismos de derechos humanos y de algunos sectores de la sociedad le fue revocada, también buscó provecho de la situación apuntando a su edad (90) y a su delicado estado de salud.
Etchecolatz fue el ex jefe máximo de la Policía Bonaerense y condenado con 4 cadenas perpetuas por variados secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas, además de estar severamente sospechado en la segunda desaparición de Jorge Julio López en 2006.
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